Tras el cristal

Imagen extraída de Internet de origen incierto

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Esta madrugada, con el viento en un puro aullido y la lluvia azotando en el cristal se ha hecho evidente que el Otoño se nos venía encima por momentos, como los años y las verdades del barquero. Mientras disfrutaba de la tempestad y me consolaba en el ancestral confort de la guarida, no podía dejar de pensar en un breve texto, escueto pero magnífico, que leí ayer tarde en el blog de uno de mis enlaces y que suscribo al 1000 por 1000. Yo nunca lo hubiese podido decir mejor. El lugar se titula Diario Incombustible y su propietaria consta como ADU, en mi blogroll.

http://adu-veintediez.blogspot.com/

Este, quiere ser el primero, o quizás el segundo… ya que el anterior a este también lo es a Señorita Insatisfecha, de esos humildes y pequeños homenajes de los que hablaba en mi entrada de segundo aniversario y que vienen a demostrar sin duda alguna que lo mejor de “La mirada de cristal” sois todos vosotros.

Dice así:

"Hace tiempo desgastaba mi energía en amores del tipo hoy te quiero, mañana te odiaré. Ahora ya no, me agota. Demasiado tiempo de guerra he tenido a lo largo de mi vida, necesito paz. No creo que esos altibajos beneficien nada a la salud física ni mental. Flipo bastante cuando veo a los jóvenes de la familia sumergirse en ese tipo de relaciones destructivas. La madurez me ha regalado la capacidad de imponer la razón sobre la emoción cuando comprendo que el sentimiento me hace daño. He pagado un alto precio por ello, debo reconocerlo, pero lo tengo, ya es mío: sé que llega un momento en que hay que irse.
He comprendido, hace bien poco, la diferencia entre el
“te quiero porque te necesito” o
“te necesito porque te quiero”.
Ya no necesito a nadie. YA NO.

Ya no amo a nadie por necesidad. Me apetece su cercanía por amor, pero puedo pasarme sin. ¡Qué liberación: querer a la gente porque lo sientes dentro, porque sí y ya está! Esa diferencia, ese matiz que he tardado tanto en entender y más en sentir, está íntimamente relacionado con la independencia. Solo si somos autónomos y libres, estamos preparados para amar de esa forma serena y honesta que admite que estés o no, que acepta pero no exige, y que es más satisfactoria, mucho más, sin duda alguna: compartir unos minutos, unas horas, unos días… lo que se pueda… Saber que lo compartido es fantástico, pero que la presencia o ausencia de las personas a las que quieres no te desviará de la ruta que te has trazado… que tal vez mañana yo ya no esté, pero cada uno estará para mí en los campos sembrados de espigas cada vez que las vea ondear por el viento (*)”

http://adu-veintediez.blogspot.com/2010/10/otro-otono-por-delante.html

Gracias, por compartir y expresar tan bien tu sabiduría, Adu.

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