lunes, 31 de agosto de 2009

Materia oscura...


















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Este jueves pasado, el adelanto imprevisto de un viaje laboral, me impidió asistir a una charla a la que deseaba fervientemente acudir. Aún así, por diferentes medios, he conseguido hacerme con la ideas generales de la misma, a través de las muchas entrevistas que ha concedido el conferenciante a diversos medios. Pero hoy, no quiero hablaros de partículas, ni de materia oscura y similares, aunque esa sea la ocupación principal del personaje del que os estoy hablando. Esa, es una información fácil de encontrar en cualquier buscador. Hoy quiero referirme a su visión lúcida del mundo y de la filosofía. En mi opinión de la buena.
El conferenciante que me perdí, muy a mi pesar, es Simón White, astrofísico e investigador de la materia oscura que dirige el Instituto Max Planck. Os diré, que me ha sorprendido su discurso humanista y cercano a la ontología de a pie. A la que nos atañe a todos los seres humanos. En esa charla habló de esto, mucho más que de cualquier trabajo científico suyo, de indudable nivel y con el que nos podría haber dejado boquiabiertos sin dificultad alguna. Y es que al final, los científicos, los grandes, son sencillos y poseen esa claridad de miras del investigador que debe constatarlo todo y que acostumbra a dotarlos de un indudable poder de discernimiento para acercar y explicar las tramas del Universo que nos conciernen a todos los mortales. Que no deja de ser una forma de aproximarnos a nuestro origen primigenio. A ese polvo de estrellas del que todos estamos constituidos en última instancia. Investigar sobre ellas, es también hacerlo sobre nuestra última y más auténtica esencia.
Para empezar, define la astrofísica, como un conjunto de saberes, y esto me parece muy importante, que la edad ayuda a conjugar. Y es que cualquier conocimiento sobre la misma, o sobre cualquier otra cosa, no nos afecta de la misma forma según la edad que tengamos. No nos preguntamos igual a los 20 que a los 50.
White puede comenzar una charla hablando de Andrómeda y terminarla hablando del Estado del bienestar. En ello debe influir, seguramente, que estudió a expensas de diversas instituciones para niños sin recursos y que gracias a ello ha podido llegar a ser el descubridor de la “materia oscura” (sólo somos capaces de ver aproximadamente un 4% del Universo, el resto es materia oscura) ¡Pues no queda! Pero lo que me admira realmente de él, es esa capacidad que posee de relacionar toda su sabiduría de forma muy tangible, con el mundo “real”.
En una de las muchas entrevistas que se le han realizado estos días, a la pregunta de: ¿para qué sirve la astronomía? contesta citando a Oscar Wilde:
“Aunque vivamos en las alcantarillas alguien tiene que mirar a las estrellas”. Y añade: y además explicarlas, digo yo. Porque la única explicación que admite la realidad no se alcanza pegando tiros, sino razonando. Por eso rechazo el relativismo cultural: toda cultura no es igual de buena.
Y cuando el entrevistador (Ll.Amiguet, La Vanguardia) le inquiere ¿a qué se refiere? Responde con claridad y valentía lo siguiente:
Las culturas de la razón, la democracia y la justicia permiten explicar el Universo, y en cambio, otras, nos someten a los intérpretes de falsos designios del cielo.
Por eso, rechazo la tolerancia malentendida del relativismo que iguala todas las culturas. Sostiene que no es lo mismo, mirar al cielo, que entendemos hoy gracias al ejercicio de la Ciencia en democracia, que escrutar las estrellas, en secreto, temerosos de acabar en la hoguera condenados por una tiranía apoyada en designios “celestiales”.

Y en esta época involucionista de Teorías creacionistas y demás… que me abstendré de calificar… en un ejercicio de moderación, que “casi” nunca ha sido recíproco por parte de quienes las sostienen, os diré, que no puedo estar más de acuerdo con lo que dice. A lo que sólo añadiría, que hay materia oscura y “materia oscura..."






domingo, 23 de agosto de 2009

Epistemología de una calurosa noche de Agosto y otros dedos...






















_http://www.flickr.com/photos/ignacio_conejo/3022988415/
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Erase una vez que se era, un dedo llamado Índice de una mano derecha bastante torpe, que en unión de sus hermanos habitaba y tenía un montón de amigos en un hermoso lugar llamado Virtualia. Índice, aburridísimo de llevar siempre prácticamente la misma vida y sabedor de las andanzas de otros dedos del lugar, se moría de envidia y ganas de correr similares y parecidas aventuras. Pero su experiencia y otros motivos diversos le decían que su ama no le dejaría moverse ni un centímetro de su sitio.
Eso, y un carácter rebelde e imprudente, le llevaron a la conclusión de que si quería abandonar su lamentable rutina, debía actuar por su cuenta a espaldas de su carcelera. No le quedaba más remedio... lo que fuese que se le ocurriese... ¡debía de parecer un accidente! era la única manera de salir de su ostracismo.



Como no podía joderse el escafoides fácilmente, como un dedo amigo suyo de Extremadura y las avispas madrileñas andaban muy ocupadas interactuando y atacando a Druidas despistados en el abrir y cerrar de ventanas de sus cuarteles de estío y asimismo las catalanas parecían no estar por la labor, decidió que lo mejor era atacar a su propietaria al descuido. Aunque aún debía decidir como lo haría…

Así pues, en una actividad muy poco habitual a su ser, se puso a pensar…
Mientras, su confiada dueña iba desgranando sus variadas y cotidianas actividades a lo largo del día. Sin dejarlo ni respirar como siempre! La muy…. ¡se va a enterar ésta!

Hasta que una idea comenzó a abrirse paso en su cabeza de chorlito. Decidió, que lo mejor sería sorprenderla al descuido en alguna de sus tareas domésticas cuando menos lo esperase… Pero él ansiaba ser original, como sus amigos. Nada de cristales rotos, ni cortes extemporáneos, ni uñeros, ni quemaduras, ni enganchadas en la puerta o en cierres varios. Todo eso, estaba ya muy visto. Tenía que ser diferente.

Y hete aquí, que inopinadamente, la interfecta e incauta propietaria del malvado Índice, resolvió acometer una actividad inusual en sus quehaceres ordinarios y salió al al patio a regar las plantas y a extirpar los cuatro hierbajos provocados por los últimos calores. Fue entonces cuando una idea comenzó a bullir en su cabeza tomando cuerpo y forma definidas... ¡esta es la mía!- pensó- Claro, que con lo que no contaba el perverso apéndice, es con que su ama y señora se enfundase unos guantes para tales menesteres.

- Mi gozo en un pozo! Pensó el necio.

Maldiciendo su perra suerte, determinó estar atento por si sonaban las flautas varias de la casualidad. Y sonaron, ya lo creo que sonaron…

Ya a punto de acabar la tarea, muerto de calor dentro de los malditos guantes, acordándose de toda la parentela de su ama y señora, de pronto, un pitidito le sacó de su abulia. Era el móvil de su ama sonando...

¡Atención! que esta puede ser la mía, pensó raudo y veloz el pérfido. Mi ama es diestra y se sacará el guante, estaremos atentos por si…

Y así fue como Índice, ojo avizor, quedó libre para sus alevosos propósitos.

Una vez dada por terminada la conversación, la insensata, con el calor y ya a puntito de finalizar su tarea, siguió manipulando plantas por aquí y por allá… sin el guante…

Y a día de hoy, sin explicación plausible alguna es el caso, que en un ataque al unísono, súbito y traicionero de Índice y la estúpida buganvilla espinosa del vecino, que siempre está dando por saco donde no debe, una espina de la misma, se introdujo rápida e inquinosa debajo de la uña de Índice, que aunque tarde, en ese mismo momento maldijo sus desvaríos y su loca insensatez. ¡Quien le mandaba a él meterse en tales ominosas y aciagas aventuras!

Y ahora, arrepentido, derrotado, avergonzado, bien oculto bajo un apósito al efecto de que nada le distraiga de sus amargas reflexiones y a merced de los cuidados que su dueña quiera administrarle, se lamenta atribulado y diciéndose a si mismo:
¡Insana es la envidia y mala la apariencia vana! y a ninguna parte buena conducen.






















http://www.flickr.com/photos/luigmarin/3609598387/

domingo, 16 de agosto de 2009

Y antes de cerrar la muralla...

















Hay personas con las que sin saber porqué, la conversación, independientemente del medio o el lugar en que se desarrolle, fluye de forma natural y es siempre de interés, mientras que con otras, por más que lo intentes ese diálogo cómplice y rico en matices, no llega a darse nunca. Supongo que en ello influyen diversos factores de los que la afinidad es parte muy importante. Aunque ésta por si sola, no es suficiente. La afinidad, además de esculpida e incrustada en una confianza casi ciega en el interlocutor debe estar aderezada de ligereza en el enfoque de los asuntos y siempre salpicada de humor y de una ironía alejada lo más posible de la burla o el sarcasmo. Algo que sólo acostumbra a conseguirse a través de los años o de una química extraordinaria, pero asimismo trabajada en innumerables charlas. Difícil pero posible. ¿Quién no tiene un amig@ de toda confianza?
Y aún así, siempre, en toda buena charla por más afinidad, química y confianza que exista hay fronteras a superar o hielos que fundir. I believe!
Lo que transcribo a continuación, con permiso de uno de los protagonistas (la otra soy yo) creo que está en esa primera opción y, aunque muy, muy abreviado lo creo merecedor de un repaso. Os cuento…

Ya rehecho de sus penas amorosas, que algunos recordareis, mi amigo Miquel y yo, conversábamos ayer de todo en general y de nada en particular, mientras veíamos anochecer en el chiringuito de la playa delante de dos cervecitas con un fondo de buena música de jazz, que unos chavales improvisaban no muy lejos de donde estábamos. ¿Que mejor ocupación para dos amigos de toda la vida, en un despreocupado y caluroso crepúsculo de verano. Ideal para que surgiese una buena conversación. Aún así, cuando existe una confianza previa de años, como es el caso, siempre pueden surgir temas “cargados”. De pronto, como aquel que no quiere la cosa, casi a traición, Miquel me preguntó, qué me parecía su nueva pareja, a la que he conocido hace muy poco.
La verdad, es que me temía la pregunta, aún a sabiendas de que caería en cualquier momento. Pero…¿cómo decirle a alguien a quien aprecias casi desde niño, que te parece que se ha vuelto a equivocar? Es más, ¿quién soy yo para decirle a nadie que se equivoca?, ¿o para de algún modo, poco o mucho, influir en la historia de dos personas?. ¿Quién puede tirar esa primera piedra? Yo no, desde luego…
Con los años, dar opinión sobre estos asuntos a la gente que aprecias, se ha llegado a convertir en algo que me da mucha pereza. Y es que nunca me ha gustado hacer de juez, ni en este, ni en ningún tema. Pero en este menos! Lo peor de todo es que tienes que decir lo que piensas, primero porque nadie se merece que un amigo le engañe, y sobre todo, porque cualquier cosa que no sea la verdad estricta, sería una traición. Y por otra parte, un amigo de los de verdad, detectará de inmediato si estás cubriendo el expediente. Así pues, en primera instancia, se hizo un silencio un poco incómodo, que él rompió con un…
- Ya veo que no te gusta…
- ¿Qué más da si me gusta a mí, Miquel,? Me basta con que te guste a ti.
- Pero…??
- No hay peros si tú estás feliz. ¿Lo estás?
- Bueno, lo estoy todo lo que puede estarlo alguien que arrastra varios fracasos a las espaldas, alguno morrocotudo, y que ya ha aprendido que las cosas no duran eternamente. Como comprenderás, me lo tomo de forma diferente a otras veces y pongo mis defensas…
- Ya… eso mismo, dijiste la última vez. Y no me salgas con que esta vez es diferente por favor…
Y sin más prolegómenos me espetó:
- Vale, pues dime exactamente tu opinión sobre …. y sin edulcorantes. Quiero que seas totalmente sincera, pienses lo que pienses.
Silencio… y un poco de malestar por mi parte…
- Veenga… no te cortes, te lo pido por favor!
- Pero no me puedes pedir, ni te puedo dar una opinión equilibrada sobre alguien a quien he visto cuatro horas. No sería justo. Como mucho te podré dar una primera impresión… o casi mejor, a lo que si me atrevo es a hablar de ti. De ti, sí que puedo hablar…
- No te enrolles y larga ya!
- Pfff, puesss … ¿qué quieres que te diga? que desde que te conozco, y no fue ayer, siempre te enamoras de la misma mujer.
- ¿Qué quieres decir con la misma mujer? Aclara…
- Bueno, pero luego no te enfades porq…
- Sinceridad y sin disfraces plis!
- Pues que son siempre el mismo tipo, Miquel. Barbies, con dos dedos de frente, que te doren la píldora y te digan amén a todo, al menos en principio. Y ahora ya, según vas cumpliendo años, cada vez más jóvenes. No les cambias ni la edad tío. Al menos las últimas que yo te he conocido… y ésta, a falta de tratarla más, me ha dado esa misma impresión. No sé que tipo de fijación desarrolláis algún@s que siempre repetís el mismo hombre o la misma mujer… a sabiendas de que lo más probable es otra estrellada. A veces, tengo la sensación de que os dan miedo los compañer@s en igualdad de condiciones, parece que en vez de compañera buscáis un trofeo y…
No me dejó continuar…
- Para, para! ¡joder con la Elena Francis! Me está bien por apretarte tanto. No sé si quería que fueses tan sincera… me acabas de decir poco menos que viejo verde y a ella tarada…
Los dos, jajajajaja!
- Yo, es que veo para los demás pero para mí… ¡me pierden las rubias con pinta de muñecas… que le voy a hacer…
- A ti lo que te pierde, es engancharte a alguien mucho más joven, porque piensas que así, tú, también lo eres… sobre todo si tiene un par de tetas como esas …
- Eres odiosa, ¿lo sabes?
- Lo sé…
- ¿Porqué no se puede enamorar uno de los amigos de toda la vida?
- Porque lo que no puede ser, no puede ser, y además es imposible!
Los dos jajajajaja!
Una vez roto el hielo, y ya por la segunda cerveza, seguimos hablando largo y tendido, mejor dicho ya distendido, sobre la cuestión, pero sin personalizar. Miquel, entre otras cosas, es un sabio conductor y reconductor de conversaciones, no en vano es un gran publicista, lo que quiere decir también un sabio manipulador. Y en un momento dado surgió el tema de las defensas que todos y cada uno ponemos y hacemos servir, al cabo del tiempo, para protegernos de este y otros tipos de agresiones y desilusiones a los que la vida nos va enfrentando. Fue en ese instante cuando me vino a la memoria, que hace muchos, muchísimos años,* al leer uno de los cuentos de La Muralla China de Kafka, pensé que en su extraña simbología, se adaptaba perfectamente al tema que estábamos tratando.
Cualquier día, sin más preámbulos, os pongo esa segunda parte.
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martes, 11 de agosto de 2009

Abre la muralla...






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Adaptación de un texto de la Muralla de Kafka, a petición de un buen amigo.

Porque somos muchos los que nos escondemos detrás de las palabras.
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He dispuesto la obra y me parece bien lograda. Desde afuera sólo se ve un gran agujero, éste en realidad no conduce a ninguna parte y a los pocos pasos se tropieza con la roca. No quiero jactarme de haber ejecutado esta treta de forma deliberada, pero finalmente me pareció ventajoso dejar este agujero sin rellenar. Por cierto, hay astucias que, por sutiles se aniquilan a sí mismas, eso lo sé mejor que nadie, e indudablemente constituye una audacia llamar la atención con este agujero sobre la posibilidad de que aquí exista algo digno de ser investigado. Sin embargo, se equivoca quien crea que soy cobarde y que solo por cobardía ejecuto la obra.

Relativamente cerca de este agujero se halla, cubierto por un manto de musgo suelto, el verdadero acceso, tan bien asegurado como se puede estarlo en el mundo. Naturalmente, alguien podría pisar el musgo o embestirlo. Entonces mi obra quedaría al aire y quien tuviera ganas- nótese sin embargo, que para ello se requerirían condiciones no demasiado frecuentes- podría penetrar y destruir todo para siempre. Eso lo sé bien, en el oscuro musgo soy mortal. Pero lo mejor de mi construcción, aunque engañoso, es su silencio. Repentinamente puede interrumpirse y todo habría terminado y tendría que comenzar de nuevo. Pero por el momento todavía existe.

He ensanchado también las galerías, hasta convertirlas en pequeñas plazas circulares. Allí puedo abrigarme en mí mismo y descansar. Y duermo el dulce sueño de la paz y el deseo satisfecho, aunque de tiempo en tiempo el sobresalto me arranca del sueño y entonces atisbo, atisbo el silencio…

Y es que yo necesito la inmediata posibilidad de escape. Vivo en paz en lo más profundo de mi casa, y entretanto se me aproxima sigilosamente el enemigo. No quiero decir que tenga mejor olfato que yo, tal vez me ignore como yo a él, pero tengo la ventaja de estar en mi casa y de conocer perfectamente todos los caminos y direcciones. Aún así, necesito tener conciencia de que en alguna parte hay una salida completamente expedita y fácilmente alcanzable.



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Es mucho más largo, pero p'agosto más que suficiente..., en breve, te envío el resto.
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domingo, 9 de agosto de 2009

Antes de que cuente diez...


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Puedo escribir y no disimular
es la ventaja de irse haciendo viejo
no tengo nada para impresionar
ni por fuera ni por dentro
la noche en vela va cruzando el mar
porque los sueños viajan con el viento
y en mi ventana sopla en el cristal
mira a ver si estoy despierto
me perdí en un cruce de palabras
me anotaron mal la dirección
ya grabé mi nombre en una bala
ya probé la carne de cañon
ya lo tengo todo controlado y alguien dijo
no, no, no, no, no...
que ahora viene el viento de otro lado
déjame el timón
y alguien dijo, no, no, no...
lo que me quedará al final, serán mis pasos, no el camino
no ves que siempre vas detrás, cuando persigues al destino
siempre es la mano y no el puñal, nunca es lo que pudo haber sido
no es porque digas la verdad, es porque nunca me has mentido
no voy a sentirme mal, si algo no me sale bien,
ya he aprendido a derrapar y a chocar con la pared
que la vida se nos va como el humo de ese tren
como un beso en un portal antes de que cuente diez
y no volveré a sentirme extraño aunque no me quede a conocer
y no volveré a quererte tanto y no volveré a dejarte de querer
Deje de volar un día en el barro y entre tanto barro me encontré
algo de calor sin tus abrazos, ahora sé que nunca volveré
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Fito Cabrales (Filósofo)
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lunes, 3 de agosto de 2009

Más allá del Arco Iris...


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A todos los niños que un día fuimos.
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En el valle en que transcurrió una parte importante de mi niñez, en los claros que se producen entre las lluvias diarias se forman unos maravillosos Arco Iris. En ocasiones, sobre todo a finales de verano, no es extraño ver hasta tres al mismo tiempo. Y hace muchos, muchos años, un día, conté cinco. Hay veces, que están tan próximos, que parece que puedes llegar a caminar o fundirte en ellos con facilidad.

Es éste un fenómeno, al igual que los rayos de sol que se colaban por los resquicios de la ventana de mi habitación cuando era niña y que me gustaba “cortar” con mi mano, para luego apartarla y embobarme en la contemplación de aquellos brillantes haces de partículas de polvo iluminadas y suspendidas en el espacio, como por arte de magia, que incluso ahora, que sé de su mecanismo a la perfección, siempre me producen una fascinación especial.

De pequeña, y ya he olvidado de donde saqué esa idea, habitaba en mí la creencia de que si conseguía atravesar un Arco Iris, o atrapar uno de esos rayos de sol, podría acceder al mundo mágico de los cuentos, donde vivían todos los personajes que poblaban mi imaginación. Os confieso que muchos, aún sin quererlo, o sí... todavía me acompañan. Y es que al final, fantasear con historias fantásticas y prodigiosas siempre fue una de mis actividades preferidas.

Hoy, he visto uno.


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