sábado, 28 de febrero de 2009

Un viaje iniciático


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Hoy, es mi intención iniciar la publicación de una serie de posts que iré desgranando poco a poco y de tanto en tanto. Desconozco el interés que puedan despertar, entre los que hasta aquí os acercais. Pero es algo que cambió mi visión del mundo y mi manera de enfocar las cosas hasta no hace mucho. Yo creo que para bien, y por ello, me gustaría compartirlo.

Dicen que nada ocurre por casualidad, y quizás sea cierto. Una afirmación lejos del pragmatismo que nos rige desde hace siglos.

Quiero decir con esto, que “todo” lo que quede fuera de la realidad demostrable, es considerado “esotérico”, improbable o puesto en duda hasta que la Ciencia lo certifique desde el pragmatismo al 100%.Así pues, cualquier suceso, acontecimiento o peripecia que nos ocurra, oficialmente se atribuye a una combinación de libre albedrío y azar. Algo que otros muchos nombrarán y reconocerán como destino, designios divinos etc…

Pero… ¿realmente estamos capacitados para detentar la auténtica realidad? ¿O lo que percibimos, en la limitación de nuestros sentidos, son sólo aproximaciones a pesar de todo nuestro empirismo?

Hace ya alguno años, contra mi costumbre, accedí a realizar un viaje en tren a no importa el lugar, con alguien muy cercano y que tiene fobia a volar. A la espera de la salida del convoy, donde debíamos pasar toda la noche, nos aprovisionamos de diversas publicaciones un poco al ¿azar? Una de ellas, versaba sobre divulgación de temas científicos. Fue mi primer contacto con la Física Cuántica. Una ciencia que contradice “gravemente” a la Física tradicional, y que muy grosso modo, diremos que es, la física de lo pequeño, lo ínfimo. La Física de partículas…

En esa publicación, descubrimos un artículo que nos mantuvo en vela prácticamente toda la noche, en una apasionada discusión “filosófica”. En nuestro descargo diré, que alguien tan versado en estos temas como es Stephen Hawking, dice siempre que se le pregunta sobre ello, que por favor le traigan su pistola (sé de sus limitaciones, pero son sus palabras) para poner fin a ese experimento…

Tanto nos perturbó su lectura, que ése, fue el principio de una investigación autodidacta que hemos terminado por ampliar de diversas maneras, cursos en la Facultad de Física (créditos de libre elección impartidos por la U.B. en verano) conferencias, charlas, lecciones y cursillos varios sobre el tema… Algo que nos abrió la mente a todo un Universo, nunca mejor dicho, nuevo y desconocido hasta entonces, pero apasionante. Y del que según el interés que despierte, os iré hablando de vez en cuando.

El experimento, del que existe abundante bibliografía en la red y del que seguramente muchos habréis oído hablar, aunque ello no le reste sustancia ni interés a la polémica que siempre suscita es el siguiente:

EL GATO DE SCHRÖNDINGER
(transcrito del Rincón de la Ciencia por M.A. Gómez)

Cuando se habla del “gato de Schrödinger” se está haciendo referencia a una paradoja que surge de un célebre experimento imaginario propuesto por Erwin Schrödinger alrededor del año 1937, para ilustrar las diferencias entre interacción y medida en el campo de la mecánica cuántica.

El experimento mental, consiste en imaginar un gato metido dentro de una caja que también contiene un curioso y peligroso dispositivo. Este dispositivo está formado por una ampolla de vidrio que contiene un veneno muy volátil y por un martillo sujeto sobre la ampolla, de forma que si cae sobre ella rompiéndola y se escapa el veneno, el gato moriría. El martillo, está conectado a un mecanismo detector de partículas alfa. Si llega una partícula alfa el martillo cae, rompiendo la ampolla con lo que el gato muere, por el contrario, si no llega no ocurre nada y el gato continua vivo.

Cuando todo el dispositivo está preparado, se realiza el experimento. Al lado del detector se situa un átomo radiactivo con unas determinadas características: tiene un 50% de probabilidades de emitir una partícula alfa en una hora. Evidentemente, al cabo de una hora habrá ocurrido uno de los dos sucesos posibles: el átomo habrá emitido una partícula alfa, o no… (la probabilidad de que ocurra una cosa o la otra es la misma). Así pues, como resultado de esta interacción en el interior de la caja, el gato está vivo o está muerto. Pero no podemos saberlo si no la abrimos para comprobarlo.

Y ahora viene el intrínguli que nos dejó “pallá” en ese viaje iniciático:

Si a lo que ocurre en el interior de la caja, lo describimos aplicando las leyes de la mecánica cuántica, se llega a una conclusión muy extraña y sorprendente. El gato vendrá descrito por una función de onda extremadamente compleja, resultado de la superposición de dos estados combinados al 50% : GATO VIVO Y GATO MUERTO. Es decir, aplicando el formalismo cuántico, el gato estaría a la vez VIVO Y MUERTO. Se trataría de dos estados indistinguibles.

La única forma de averiguar qué ha ocurrido con el gato, es realizar una “medida”: abrir la caja y mirar dentro. En unos casos encontraremos al gato vivo y en otros muerto. Pero ¿qué ha ocurrido? Al realizar la “medida” el observador interactua con el sistema y lo altera, rompe la superposición de estados y el sistema se decanta por uno de sus dos estados posibles.

El sentido común nos indica que el gato no puede estar vivo y muerto a la vez. Pero la mecánica cuántica dice que mientras nadie mire en el interior de la caja, el gato se encuentra en una superposición de los dos estados, vivo y muerto .

Esta superposición de estados es una consecuencia de la naturaleza ondulatoria de la materia. Y su aplicación a la descripción mecánico cuántica de los sistemas físicos, es lo que permite explicar el comportamiento de las partículas elementales y de los átomos. La aplicación a sistemas macroscópicos como el del gato, nos lleva a la paradoja que nos propone Schrödinger.

La pregunta inmediata que se plantea, es : ¿El ojo del observador influye en la realidad?

sábado, 21 de febrero de 2009

Crisis y positivismo relativo...


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De un tiempo a esta parte, hay una parte del día que se nos ocupa, a todos, hablando de la dichosa “crisis”. Vayas donde vayas, y hagas lo que hagas, ella, parece estar ahí acechando… y ¡ZAS! Cuando menos te lo esperas salta a la palestra y copa buena parte de nuestras conversaciones en el trabajo, en nuestro tiempo libre y en todas partes. Por no hablar de los medios, que hace meses que nos machacan con lo mismo, una y otra vez, hasta el hartazgo.


Cuando ya pensaba, que nada más, y mucho menos bueno, quedaba por decir sobre ella, alguien, me ha enviado este mail. Quizás ya lo hayais recibido, pero por si…




“No pretendamos que las cosas cambien, si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países, porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar “superado”.


Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias, violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis, es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en las crisis donde aflora lo mejor de cada uno, porque sin crisis todo viento es caricia.


Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto, trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora, que es la tragedia de no querer luchar por superarla.”


ALBERT EINSTEIN

domingo, 8 de febrero de 2009

FRONTERAS



















http://www.flickr.com/photos/imagina_arte/2808538324/in/set-72157624926106124
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Esas viviendas de planta baja feas e irregulares, construidas en el boom migratorio de los 60 han sobrevivido a todo tipo de reformas urbanísticas. Pero hace tiempo que el callejón trasero es un ghetto sentenciado y con fecha de caducidad. Un pequeño universo a punto de desaparecer, engullido por el urbanismo voraz de una ciudad que no da cuartel a las diferencias. Lo observa todos los días al anochecer, como quien mira un hormiguero mientras riega las plantas de la parte sur de la terraza.

Desde ahí, se advierte cualquier movimiento que se produzca en la callejuela. Le llama especialmente la atención esa mujer… La ve salir de casa siempre a la misma hora, con su bolsa de rejilla llena de incógnitas. Escoltada en todo momento por sus dos “mil-leches” una especie de pekinés y un perrazo negro con cuerpo de rotweiler y cabeza de… de… pastor? Siempre que les ve, no puede evitar preguntarse que extraño azar habrá unido a ese insólito trío...

A veces, coincide con ella en algún comercio del barrio. Vista de cerca se hace patente todo el cansancio de una vida totalmente plana desde hace mucho y se  la percibe frágil y solitaria de vocación. No obstante, a pesar de esos ojos aparentemente vacíos que  traspasan cuerpos y objetos, extraviándose en un horizonte inexistente... contesta a los saludos mirando de frente... A simple vista roza el Diógenes, pero  quienes la conocen de antiguo, explican  que su casa es un dechado de orden y limpieza. Y aunque nada se sabe con certeza, en la mitología del lugar corren toda clase de rumores sobre ella. Se dice, que en otros tiempos fue  una bellísima Madame, relacionada con las "altas esferas". Improbable, pero le gusta creer que es verdad.

Lo único cierto, es que ahora mismo es la auténtica musa de la expresión “de edad indefinida” pero en realidad, lo que es, es  vieja... no mayor o de una edad, sino vieja. Todo en ella es ya anodino... ni muy alta ni muy baja, ni muy gruesa ni excesivamente delgada. Recoge lo que queda de unos rizos grises y rebeldes, que intentan representar en vano una media melena, con dos horquillas por detrás de las orejas.Una ceja algo más arqueada que la otra, junto a  una arruga profunda en un ceño sin fruncir le dan una peregrina expresión de permanente sorpresa a su mirada melancólica y un penoso esbozo de sonrisa, a modo de declaración de intenciones, que se traduce en un – no me preguntes, estoy bien , no tengo ganas de hablar y me importa un carajo como estás tú- preside sus salidas y probablemente sus días, recortando cualquier intento de acercamiento al mínimo posible.

Mientras riega las hortensias, la observa encaminándose como tantas otras veces hacia  la diminuta tienda del callejón. Ese tipo de establecimiento en extinción, sin horario y donde se vende absolutamente de todo. Desde bolígrafos hasta  garbanzos... todo apilado sin orden ni concierto en estanterías de dudosa pulcritud, pero que siempre te saca del apuro.

Los perros, la esperan pacientes hasta que sale de nuevo con su bolsa de rejilla un poco más llena de incógnitas, para continuar su itinerario siempre idéntico, hasta al fondo de la calleja. Allí está el garito donde medio barrio acude en busca de cigarrillos, alcohol o compañía, en las deshoras  de la madrugada. Es ese instante en que faltan apenas unos momentos para que todo quede sumergido en las sombras nocturnas. Eso, junto a la iluminación del neón mortecino, que anuncia el antro, le dan  un aire trasnochado y como de película negra al ambiente.

La mujer, en unión de los perros, que olisquean por los alrededores bastantes metros más atrás, siguen a su vista, avanzando hacia el bar. Como siempre.

Todo sucede muy rápido… A punto de darse la vuelta para seguir regando los macizos de adelfas que separan las terrazas, advierte que algo extraño se masca en el entorno… y mira más atentamente... escudriñando...

Del fondo del callejón surgen dos tipos  de mala catadura, en los que aún a lo lejos se adivinan aviesas intenciones...  se abren para rodear a la mujer que se detiene desconcertada…

Le sorprende ver como se mete los dedos en la boca para emitir un potente silbido… Los perros, levantan la cabeza en el acto e inmediatamente corren en su dirección.

-Por su parte, no se lo piensa dos veces, echa mano al móvil en el bolsillo de los tejanos y marca el número de la policía-

Es imposible salir corriendo, para cuando ella llegue, todo habrá terminado…

-Policía, diga…

- La tensión de lo que está sucediendo le impide responder.

Los perros atacan sin pensárselo ni un segundo. Van en primer lugar a por el  más avanzado. mientras el otro echa a correr en dirección inversa. El perrazo, después de un gruñido que da escalofríos aún a lo lejos, abate al maleante en un periquete sin ninguna dificultad. El pekinés, se desgañita en ladridos cada vez más furiosos detrás del que huye. El alboroto, provoca que desde el bar y  el viejo ultramarinos, comiencen a acudir los vecinos que ayudan a los canes a reducir a los truhanes…

Oiga? Diga? Oiga! Hay alguien? Está bien?

-La tensión que le impedía contestar, cede y puede por fin hacer un sucinto relato de lo ocurrido-

-No se preocupe, repítame la dirección. Ahora mismo enviamos una patrulla. Y sea tan amable de bajar a declarar cuando lleguen los de atestados. Hacerlo, salva a los perros de un incierto destino...

Desde entonces, siempre que sale a regar las plantas, Desi, la saluda con la mano desde la callejueja. Y algunas noches de verano, cuando el insomnio y el calor aprietan, con la disculpa de comprar cigarrillos se acerca hasta la pintoresca tertulia que montan los vecinos en la  terracilla improvisada  con las sillas que les cede el propietario del garito.... y  siente como un privilegio que le permitan inmiscuirse en un mundo que se apaga lenta e inexorablemente, aunque sólo sea a ratos perdidos.

Los perros de Desi van y vienen, atentos, a su alrededor.

lunes, 2 de febrero de 2009

Desde el estómago

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Hoy, me vais a perdonar, pero me ha salido el ramalazo de “madre coraje”. Todos tenemos derecho alguna vez. En todo caso, en este momento sólo importas tú.


Te has dormido al fin… Bendito agotamiento. Apenas hemos hablado, ¿para qué?… tú sabes que yo sé… Y no sirve de nada repetir hasta el cansancio, mil motivos… porque un solo sentimiento borra un millón de razones. Todo. ¿Y qué decirte, que no te haya dicho ya? Quizás que te entiendo, y que el que no ha recorrido este camino… es que no ha vivido.


E insistir, una vez más, en que no se puede esperar eternamente “algo” de lo que ya tienes la certeza que no va a llegar… Ni ahora… Ni nunca. De quien lo esperas, si no te lo ha dado ya… es que no lo tiene. Y si lo tiene, ya ha decidido que no es para ti. Su actitud, te lo puede decir más alto, pero no más claro. Todo lo demás, dudas y merderadas varias, es “música celestial”. Pantallas que bastante han durado, para no enfrentar la verdad con dos cojones.


No hay más.


A veces, querer ser elegante, es una puta mierda. Lo siento, de verdad que lo siento, pero es lo que pienso… Hoy sólo me duele mi carne. Y al final, estas cosas son así.



Por más triste que te parezca, toca abandonar la jaula pequeña. Sal por la puerta que te han abierto y no esperes a que te empujen, ni pierdas el tiempo en cerrarla ni una vez más.



Y aunque ahora no lo creas, el mundo es tuyo y te está esperando con los brazos abiertos. ¡Ni te lo imaginas!



La vida pasa rápido, volando! A una velocidad de vértigo. Antes de lo que imaginas irás a toda máquina. Y todo quedará atrás. Te lo prometo. Y yo siempre cumplo lo que prometo.



Hay cosas que no cambiarán nunca...

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