jueves, 31 de diciembre de 2009

Ondulación de superficie...


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En este tiempo de tardes cortas y penumbras dilatadas, con el tren del 2009 enfilado hacia la luz y a punto de alcanzar su final de trayecto… siempre hay un momento en que parece como inevitable detenerse para hacer balance, estación por estación, hasta el destino final de nuestros últimos 365 días. Aunque en el fondo, en la mayoría de casos y ocasiones, no sea más que otra de esas trilladas e inútiles costumbres… que no nos conducen a ninguna parte.

Hoy, a pocas horas de esas campanadas que marcarán de nuevo un desenlace y un inicio al mismo tiempo, esa hora incierta del crepúsculo cuando las sombras y el silencio ya invaden almas, rincones y lugares me ha encontrado cerca del sosiego aparente de un mar singular pintado en sepia... como una acuarela desvaída… y con la reflexión propicia y a flor de piel.

Como a tantos…

La belleza del entorno y su calma engañosa me han llevado a pensar que no era una mala forma de abandonar esa postrera parada, para iniciar un nuevo viaje y dar chance a lo nuevo que se avecina tanto si queremos como si no… Porque hay veces que parece que los sucesos nos escojan a nosotros más que al revés…

No obstante, por más bello que sea el dibujo que recrea nuestra sensibilidad y por mucho que se disfrace de espléndida majestuosidad esa ondulación de superficie, al ojo experto del marinero y del navegante avezado, incluso del viajero asiduo, no le lleva a engaño. Y es que las tormentas y los años no pasan en vano.
La mar de la vida es en muchas ocasiones, por no decir casi siempre… de fondo y se mueve…

Y cuanto más tarda en mostrarse ese movimiento, en no importa el ámbito, más fuerte devendrá la tormenta. Pero también la calma…

Todo tiene su tiempo. Y el del 2009 está a punto de finalizar. Atrás quedarán en breve sus tempestades, desdichas y revuelos varios. Y con nosotros permanecerán sus bonanzas, buenos hallazgos y revelaciones… que también las hubo.
Así pues, que un buen viento se lleve lo indeseado y bienvenido y para bien sea lo nuevo que nos depare a todos el 2010.

Os deseo lo mejor.
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jueves, 24 de diciembre de 2009

Cuentos de Invierno ERIN III


Pronto la complicidad propia de esa edad se abre paso con naturalidad a lo largo de esa estancia. Según van transcurriendo los días, el contacto entre los jóvenes es cada vez más estrecho. Pero lo que para Brian y Quillan es natural, para Érin es un puro asombro de sus propios sentimientos, que por vez primera la llevan a buscar la compañía de otros. Lo que más la sorprende, es la empatía que muestran sus nuevos amigos hacia ella. Realmente parece no importarles que no pueda expresarse con normalidad. Se ve claramente que se esfuerzan en comprenderla. La conmueve y la atrapa, el genuino interés de ambos por saber de su vida con constantes preguntas sobre su historia. Va más allá de la admiración que les despierta comprobar la gran confianza que Mael, Ergivia, o el mismo Tangi, demuestran poner en ella. Algo que la satisface en su vanidad más íntima.

Ese insólito amago, por vez primera, de integración de la muchacha en su nuevo entorno, hace plantearse a sus protectores la conveniencia de permanecer allí por más tiempo del previsto en un principio. El hecho, es que en poco tiempo ninguno de ellos concibe una sola tarde sin estar juntos. Aún sin planteárselo, de una forma latente y silenciosa, no quieren ni pueden imaginarse el fin de ese viaje. Comprobar el interés que sus nuevos amigos ponen en comunicarse con ella, el trato de igual a igual, el extraño consuelo de romper una soledad escogida pero rabiosa y arrasadora, la sumergen en un alivio un poco confuso y singular.


Hacia el final de ese viaje, una mañana espléndida empuja a Mael y su pupila a recoger algas en la playa para las pócimas de fucus que el mago quiere que le enseñe a confeccionar Tangi.  Allí están también sus dos amigos jugando con las olas... Érin, inquieta, mira de reojo como nadan y juegan en el agua mientras ayuda a Mael,  deseando finalizar su tarea para unirse a ellos. Cuando por fin termina, Quillan que aún entretenido en sus juegos ha estado atento a la actividad de Érin, se acerca  con el descaro que le caracteriza, para dirigirse al Mago en demanda de  permiso para que la joven permanezca con ellos durante todo el día. A Mael, no le hace falta consultar con su pupila cual es su deseo, sabe perfectamente de él. Aún así, lo hace, para demostrar a los jóvenes que lo que importa es lo que ella quiera, algo importante en la cultura celta. Ante su gesto afirmativo, recoge el producto de su búsqueda y regresa solo. Antes de partir les advierte, de forma especial a Quillan, de que responden ante él de la integridad de la joven. El muchacho le corresponde con una amplia sonrisa de satisfacción.


Y de nuevo, se produce una primera vez en su vida. Se queda completamente a solas con dos extraños, sin la cercanía de ninguno de sus protectores. Al principio, se muestra un poco remisa ante esa soledad, pero el calor y las bromas de sus compañeros pronto la deciden a entrar en el agua. Sin saber muy bien como sucede, juega con ellos casi hasta la extenuación... como nunca antes... Su sensación es de una euforia, de  un placer que no recuerda haber sentido jamás... es como si , por una vez, ese nudo que la atenaza se aflojase y no apretase tanto... Cuando por fin exhaustos se sientan al sol, Quillan comienza a dibujar con un palo en la arena mojada uno de los alfabetos Ogam*. Al tercer símbolo pasa el trozo de madera a Brian que le sigue el juego escribiendo los tres símbolos siguientes… y este a su vez a Érin, que continúa la serie con seguridad. Para ella la escritura siempre ha sido imprescindible, representa la vida... su comunicación con el entorno. Desde muy pronto demostró gran interés en ello.

Es evidente que le encanta ese juego. Pronto pasan a otros alfabetos diferentes… pero cuando comienzan el de los árboles, en el que Érin es una auténtica experta, en uno de sus turnos, los jóvenes la interrumpen con claras muestras de no reconocer uno de los símbolo escritos por ella...  se miran cómplices  comentando extrañados... la joven intenta por varias veces hacer más preciso el ideograma, incluso prueba de identificarlo señalando en su cuerpo para lo que sirve... pero es evidente que no consigue hacerse entender... es el símbolo de un arbusto, el laurel. Pero nada. En otro vano intento, dibuja el arbusto que queda borroso y desvaído en la arena para ver de nuevo como sus amigos siguen encogiéndose de hombros, negando con la cabeza y los gestos...  Comienza a impacientarse... está segura de que no se equivoca. Por fin, dibuja el signo anterior y posterior a ese y lo señala en el medio... para que sus amigos no tengan dudas, pero ni así consigue hacerse comprender... Y hay un momento en que Quillan le da la espalda ignorándola por completo, para comentar con Brian que está equivocada y que no cree que sea una diferencia del lenguaje representativo de las tribus...  por vez primera, hablan entre ellos como si ella no estuviese allí...

Entonces... súbitamente…  una voz impulsiva e impaciente  manifiesta alto y claro: ¡BEIRBHEINE! = (laurel)

Es la voz de Érin.

Brian, se gira al instante, con la sorpresa pintada en la cara... Pasan unos breves segundos hasta que Quillan, aún de espaldas, se vuelve a mirarla...  una expresión de alegre y satisfecho triunfo que se transforma en sonrisa franca, alumbra en su rostro. Sus ojos brillan de forma muy especial. Ella, lo mira fijamente sin parpadear, dándose cuenta de su sencilla pero inteligente estratagema... Brian hace un gesto, que su amigo detiene, de ir a abrazarla...

Érin está como en trance… absorta en su propia extrañeza, totalmente perpleja, conmocionada de escuchar su propia voz por vez primera en todos esos años... El bardo, consciente ya de la treta de su amigo comenta en voz muy baja:

-pensaba que sólo querías hacerla rabiar-

La voz del rapsoda junto a las lágrimas que comienzan a mojar sus mejillas la sacan de su estupor, pero sigue muy desconcertada...  susurra de nuevo, sólo para ella, la misma  palabra: "beirbheine"... Brian en primer lugar y después Quillan, también lo hacen, cada vez en un tono un poco más alto... que ella va siguiendo con cierta dificultad. Hasta que sin saber de donde, surge su primera carcajada... lo que de nuevo vuelve a sumirla en la confusión...

Demasiadas emociones en un sólo día, provocan que ese anochecer mientras su amigo bardo toca el arpa especialmente para ella, la muchacha caiga rendida y se duerma apoyada encima de Quillan que se presta encantado a tal menester. Cuando por fin la lleva de regreso a la tienda, antes de irse relata de forma sucinta lo ocurrido... Mael y Ergivia la interrogan con la mirada a lo que ella  asiente con el gesto.

E- ¿y no ha dicho nada más?

Q- Nó, pero lo dirá.

Cuando el pupilo de Tangi ya ha abandonado la tienda, la joven, sale corriendo a buscarlo para  abrazarle con fuerza. En ese momento, Quillan, no sabe muy bien que hacer,  por una vez es él, el confundido. Lo que vuelve a arrancar la risa de su amiga. De regreso hacia la tienda, Mael y Ergivia la observan boquiabiertos en el umbral. Ella se detiene unos momentos a mirarlos… y por fin los tres se echan a reír.
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* Alfabeto secreto de uso exclusivo de los druidas. Las letras se hacían con los dedos de una sola mano, un bastón, etc… tomando como renglones tanto horizontales como verticales, el cinturón el otro brazo etc… algo ideal para comunicarse en secreto y perfecto para nuestra protagonista. Asimismo un protoidioma de signos para sordomudos. Todos los alfabetos celtas incluyendo los rúnicos están relacionados con los árboles.
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miércoles, 16 de diciembre de 2009

Cuentos de Invierno... Érin II


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ERIN PARTE II

El peculiar trío coincide en algo que les unirá de una forma esencial. Sus orígenes druídicos. Los tres cuentan entre sus ancestros con generaciones  de hechiceros... que se pierden en la noche de los tiempos. Cuando sólo a las descendientes de Dana* se les permitía oficiar como sacerdotisas. Una curiosa y afortunada asociación la de esa hada sibila y guerrera con una pequeña encarnación de la Diosa junto al enigmático y oscuro Mael, transfigurado en leyenda, merced a sus habilidades y sabiduría como mago, que le convertirán de forma espontánea en el líder natural de la diáspora Druídica desperdigada por todos los rincones de la Nación Celta. En la misma fórmula se incluye por añadidura, una elocuencia y una capacidad y destreza para la diplomacia, casi, sin límite. Estamos hablando pues, de un icono de las tribus de esa época en que el bronce se transformó en Hierro en las Islas y tierras del Oeste de Europa.

Mael tiene ojos y oídos a lo largo de todas ellas, incluso en el continente. Nada sucede a sus espaldas, su ejército invisible y sus continuos viajes, le mantienen informado de cualquier movimiento o suceso por nimio que parezca. La información privilegiada y pronta, ha sido siempre ventajosa en cualquier época o  actividad, lo que añadido a un reconocido prestigio como sanador legendario que le precede allá donde va... hacen que  el pueblo le perciba como a un Santón…  Las jefaturas de los Clanes, tienen buen cuidado de respetar a ese ídolo de las Tribus, al que se le solicita para toda clase de eventos y justas como autoridad o mediador. Sus arbitrajes, aún los más duros, tienen fama de justicia y equidad, siendo  respetados con rigurosa exactitud. Sólo tiene un punto débil, esa huérfana muda, descendiente de los Tuatha Dé Danann, que el destino y Ergivia la discípula de Aevan* han cruzado en su camino.

Con el paso de los años, establecidos ya los lógicos lazos del roce continuo, un día en que el mago sin decirlo, busca con su vista ya un poco cansada, su báculo extraviado por un momento, Érin siempre atenta, se lo entrega adivinándole el pensamiento, tal  como le ha enseñado a hacer su Hada Custodia. Lo que provoca que a partir de ese momento, su protector la considere apta para otras enseñanzas.  Comienza a pedirle mentalmente cada vez con mayor frecuencia, que le traiga objetos, hierbas, ingredientes... las runas con sus símbolos... etc... Algo que ella hace de forma precisa y exacta. Iniciándose así un aprendizaje inesperado para la jovencita, que le arranca al fin, sus primeras sonrisas. El hada Ergivia, su primigenia introductora en el mundo de la magia ha puesto las bases para ese adiestramiento. Pero el hecho de que Mael, al que ella adora como si de un Dios se tratase, la tenga en cuenta a ese nivel, la hace sentirse en el Olimpo de los prodigios. Y aunque desgraciadamente sigue sin pronunciar palabra, la inteligente y habilidosa huérfana, sabe hacerse imprescindible para él brujo que comienza a llevársela a todas partes. Ergivia está feliz, porque eso significa que Érin permanecerá con ellos,  no tendrá que entregarla a ninguna rama de su estirpe. Nadie osará enfrentarse al poderoso Mael por ese motivo.

Es en uno de esos viajes cuando conoce a Quillan y  Brian. Sus dos primeros amigos, ajenos a su reducidísimo Clan. Son algo mayores que ella, ambos pupilos de Tangi, el Sabio de Gales. El mejor elaborador y mezclador de pócimas y bebedizos de todas clases, al que Mael tiene en gran estima. Se dice que son amigos desde niños.  Es también su consejero.


Brian es Bardo, lo que significa que a diferencia del resto de Druidas su túnica es azul en vez de blanca. Eso, junto sus vastos conocimientos de Historia, idiomas y música le distinguen de los “científicos”. También es huérfano, aunque no por los mismos motivos que Érin. Vive acogido por Tangi que consiguió salvarle de las fiebres que acabaron con sus progenitores.  Quillan, sobrino y alumno aventajado de Tangi, que a pesar de su juventud goza asimismo del favor explícito de Mael, por su clara inteligencia, sus manifiestas habilidades para hacerse escuchar y un innato y poderoso don de gentes a veces rayano en el descaro. Algo, que siempre le hace sonreír. Le recuerda a sí mismo a esa edad. Otro insólito trío en el que Érin se encuentra a gusto casi de inmediato.

La primera vez que los jóvenes se encuentran, Brian es el primero que se dirige a ella al percibir la curiosidad que le despierta su arpa. Es diferente de las que ha visto hasta ahora en su tribu, algo más grande... y las cuerdas no parecen del mismo material... El Bardo, que habla bastante bien su variante de gaélico, le pregunta afable si sabe tocar y si le gusta la música…
La joven, niega primero, para luego asentir con la cabeza sucesivamente.
Los amigos no entienden muy bien que le ocurre…. Se miran entre ellos y se echan a reír.
Eso provoca su habitual huida.
Ergivia, atenta al lance, les advierte de que su pupila no puede hablar.
Al día siguiente al atardecer, Érin  sale a observar desde el umbral de su tienda como toca el joven bardo... pero no osa acercarse... teme que vuelvan a reírse de ella.  En esta ocasión, es Quillan quien se dirige a ella sin decir nada, la mira directamente a los ojos extendiendo su mano en muda invitación.  Sorprendentemente para Mael y Ergivia que dan su silenciosa aquiescencia con la mirada, la toma, dejándose conducir por él hasta donde Brian practica para sentarse a escucharlo en silencio. Es la primera vez que permite que un extraño la toque físicamente, que tiene contacto más allá de un saludo gestual con alguien que no sean sus protectores.

Recordando la mirada de curioso interés que le dirigió el día anterior al instrumento, al acabar la pieza, Brian le acerca el arpa para que la examine. Le explica asimismo, que las cuerdas son de un nuevo material traído del continente, al mismo tiempo que intenta enseñarle un acorde sencillo. Cuando por fin lo consigue, Érin emite una de sus pocas sonrisas. Por primera vez a un extraño a su Clan. Pero cuando anochece,  llegada la hora de regresar, extiende su mano a Quillan para que sea él, quien la devuelva de nuevo a la tienda. Durante varios días, su nuevo amigo la recoge al final de la tarde para escuchar los cada vez más entusiastas ensayos del Bardo y una vez finalizada la audición les escucha bromear,  le cuesta creer que se dirijan a ella incluyéndola en la conversación en la que participa a su modo.
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*Dana = madre de todos los dioses de la mitología celta
*Aevan = Diosa de las Hadas

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Cuentos de Invierno... Érin...



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ÉRIN, PARTE I

A Érin, la encuentra Ergivia por "azar" una madrugada, en el dantesco escenario posterior a una batalla tribal, adonde ha acudido en unión de su maestro Mael, para paliar dolor y ayudar a morir a los que lo necesiten. Atienden por igual a todos, tanto vencedores como vencidos.
La pequeña, está abrazada en medio del horror a lo que queda de su madre muerta, ambas totalmente desnudas.

Por un momento, la hechicera ha pensado que esa mocosa ensangrentada, que aparenta entre cuatro o cinco años ha hecho también el tránsito definitivo al Reino de Mórrigan*. Hasta que nota su temblor y la ve parpadear. Le cuesta despegarla del cadáver en una última resistencia a lo inevitable…  No responde a ninguna de sus preguntas,  permanece en absoluto silencio. De hecho, no dirá ni una palabra en mucho tiempo. Mael, a la demanda de su ayudante la examina silencioso, con el ceño fruncido...  Un gesto, que acompañado de ese silencio helado, es siempre el de su ira más profunda. La niña le sorprende, demuestra coraje  a pesar del estupor de sus ojos casi vidriosos y  le mira directamente casi desafiante. Ambos sienten una conexión instantánea que perciben en el otro... algo les dice que permanecerán juntos. Cuando termina su concienzudo examen, el Druida decide que aparte del tremendo shock y el agudo dolor provocado por erosiones, desgarros y algunos golpes, físicamente parece estar bien. No se necesita demasiado esfuerzo para reducir a una criatura. Ese pequeño deshecho humano les ha parecido tan insignificante que nadie se ha molestado ni siquiera en matarla. ¿Para qué?

Ante su obstinado mutismo, intentan averiguar quién es preguntando entre los pocos supervivientes, sin demasiado éxito. Y para cuando lo consiguen, se percatan de que no hay nadie en posición de hacerse cargo de la pequeña bruja, que hasta la fecha ha hablado con total normalidad. El hecho de saber que pertenece a una de las estirpes más prestigiosas y nobles de Druidas Escotos, da valor y convierte en honorable obligación, la proposición de Ergivia de custodiarla hasta encontrar una solución más conveniente al problema. No obstante, ninguno de los dos samaritanos, puede explicarse el porqué de la presencia de una criatura de corta de edad en ese campo de batalla.

Pero la decisión está tomada. Así que allí mismo, en medio de ese campo de la muerte, Mael le proporciona su primer bebedizo a la traumatizada y agotada Érin. El láudano la duerme casi de inmediato. Para cuando despierta en medio de la noche cerrada, está abrazada a horcajadas y bien sujeta al tronco anterior de Ergivia, cabalgando entre bosques. El hada, sin detenerse, lleva su dedo índice a los labios en señal de silencio y con sólo mirarla la vuelve a dormir. Es el primer recuerdo de su nueva vida.

Al principio, a pesar de las tisanas de Hypericon de su cuidadora, lo único autorizado por el Druida, que sigue de cerca su evolución, Érin no presta atención a nada de su entorno. Se limita a estar. Hay que insistirle para que coma y para que tenga cualquier tipo de actividad que no sea quedarse ensimismada o sumergida en algún movimiento repetitivo. Rehuye el contacto con otros niños, que ante su aparente y reiterada falta de interés por todo, en breve dejan de prestarle atención. Teme a los adultos, desapareciendo con frecuencia en busca de la soledad del bosque sin permitir que nadie se le acerque con facilidad. Pronto se la conoce por el sobrenombre de la “pequeña salvaje de los Tuatha*”, pero el hecho de estar bajo la estricta y atenta protección del poderoso Mael Señor de los Sauces, le evita todo tipo de escarnios y burlas. Se deja cuidar por Ergivia y duerme con ella… en medio de las terribles pesadillas que la despiertan todas las noches. Habrán de pasar muchos meses para que Érin recupere su paz onírica.

Siempre que la ocasión se lo permite está en las proximidades de Mael,  si puede ser bajo su manto escuchándole, ¡mejor que mejor!. Poco a poco, el Druida se acostumbra a esa presencia atenta y silenciosa. Le conmueve esa huérfana, que teme a todo y a todos, menos a él. Al contrario que el resto del mundo. Sabe que a la pequeña le tranquiliza  oír su voz poderosa y toma por costumbre hablarle como si ella fuese a contestarle. Pero no... aunque Érin le escucha siempre muy atenta, continúa sin pronunciar palabra
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Morrigan = Diosa de la Muerte y Reina de los fantasmas en la mitología celta
Tuatha = Tuatha Dé Danann (gente de la Diosa Dana) dioses benéficos celtas
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