Imagen de La mirada de cristal
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Los árboles son un sobrio esqueleto y un
tiempo húmedo e impío esparce al viento los otrora suntuosos mantos de hojarasca. Parece como si en el viaje hacia la luz de este solsticio recién estrenado,
no hubiese pausa ni refugio para la maldad que acogota al mundo. Como si no
fuese posible abandonar la oscuridad y el planeta y sus gentes
estuviesen abocados a consumirse en esta hégira de tiempo absurdo y sin sentido de forma irremediable.
Y sin embargo hoy, no importa en qué forma, ha llegado hasta mí el vídeo que acompaña
estas letras. Sé que es una gota en el
océano de inmoralidad que nos envuelve y que quizás peque de ingenuidad, pero en
esta terrible orfandad de bondad y
esperanza en la que nos encontramos… por unos momentos me ha permitido dejar de
sentirme culpable y escapar de la
terrible tiranía de los hechos.
O me gusta creer que
en la dualidad que rige absolutamente todo, y aún en la más profunda adversidad, se puede encontrar la belleza. Ojalá os ocurra también a vosotros y por unos instantes
encontréis el mismo alivio que yo.
En medio de sucesos y adolescentes
inexplicables, sino es en la deficiencia… De adultos completamente
culpables por agresión, dejación u omisión… sin poder obviar tampoco el absurdo socio - político que ejecutamos en una macabra danza, los títeres de turno y el resto, en cruel comparsa que consentimos... como si
no fuese con nosotros...
Aquí seguimos.
En el intento vano, de
huir de una actualidad descabellada hasta la insensatez. Pura irracionalidad. Refugiándonos
como podemos… en un libro, en la meteorología, en el paisaje… en esa breve
naturaleza que nos es concedido abarcar... En la infertilidad de la protesta… o en un silencio estupefacto. También en el
dolor. Hasta en la distancia implícita de la escritura. Quizás buscando esa “locura
controlada” que habrá de permitir la clarividencia del guerrero y la
modificación, al fin… de esa supuesta "conciencia universal” de la que habla el Maestro Castaneda y de la que desgraciadamente andamos tan escasos...
Tratando de comprender y de abandonar el absurdo de este
devenir continuo y simultáneo en que se está convirtiendo el final de una época
nefasta que parece que nos está llevando
a otra no menos nefanda...
¡En fin! espero que me perdonéis el tremendismo y el sarcasmo… pero ahora mismo, no sé que será más conveniente…
si felicitaros las Fiestas o el
Apocalipsis… Al final, los mayas, de
alguna forma, van a tener razón.
Finaliza Noviembre, mientras huyen raudos los últimos
vencejos desahuciados de otoño. Vuelan alto en el horizonte celeste, ajenos a este remolino de hojarasca muerta y desencanto. Una Luna
henchida y mentirosa… vigila su sueño libre de gravedad deslizándose en las suaves
corrientes que van hacia el Sur… Y siento un leve pellizco de envidia.
Reanudo mi “escogido” itinerario terrestre, pensando que es
vano mi lamento. Aparentemente, ellos, no
dimensionan nada, sólo saben el camino. Nada más. Y la reflexión se presenta diáfana:
Imágenes de La mirada de cristal
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”Mi vida es
una indecisión en el tiempo. Una abertura en una cueva. Un espacio en blanco
para una palabra. La vida es muy corta. Esta extensión de mar y arena, este
paseo por la orilla, antes de que la marea cubra todo lo que hemos hecho”
Jeanette Winterson
(La niña del Faro)
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Y de nuevo nos hallamos en el interregno del huidizo
Noviembre. En esta especie de ínterin de un final… donde la luz se fuga veloz
para descansar en la nocturnidad, haciendo que nuestro mar de horas se suceda
de forma vertiginosa. Aunque en el fondo todos sepamos, que el tiempo, es tan
solo el devenir de ese presente perpetuo en el que nos encontramos ¿atrapados?
Pero nunca un día es igual a otro. Cada uno, es el principio
de una historia que a veces nos contamos. Y cuando lo hacemos, lo que era
ordinario o corriente… deja de serlo en
pasado. Nuestra peor época puede sobrevenir, de “trabajo de Sísifo” a pura redención.
Cada crisis, sin por ello evitar el arrepentimiento del error, en su caso… puede
acontecer en epifanía o renacimiento en ese fluido de tiempo que nos concierne. Y
están esos momentos con sabor de eternidad, que sobreviven a cualquier azar, para acompañarnos por siempre a lo largo del
camino, quizás incluso más allá... ¡Quien sabe! Sólo hemos de mirar atrás, con la sabiduría
latente que todos poseemos.
Cada día es inicio e inspiración de un retorno, que nunca es
igual al anterior.
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Dedicado de nuevo, a cuantos os habéis interesado
en saber de ella.
Lo que nunca va a dejar de sorprenderme.
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Cuando Ergivia la despierta pasado el mediodía, al salir al
exterior percibe que el entorno del
crómlech*, ha cambiado de forma considerable. En pocas horas, el lugar,
ha pasado de la exquisita soledad de la
llegada, a convertirse en un hervidero de druidas y gentes de todas clases y
pelajes. Acuden en busca de cura o consuelo para sus males.
La costumbre, dicta que en esos días previos a la ceremonia,
hasta el atardecer, los magos más poderosos y solicitados atenderán a todo
aquel que se les acerque en busca de ayuda. Por supuesto, a cambio de nada, tal como dicta
la ley. Una ley, que en presencia de Mael y Tangi, bardos y druidas observan de forma aún más escrupulosa.
Pero todo el mundo, sin tener en cuenta clases ni procedencia, debe aguardar
pacientemente su turno. Sólo los que están en un estado muy precario, pueden
avanzar sin la correspondiente espera. El
sabio, ha dispuesto asimismo, una pequeña, al tiempo que discreta intendencia
funeraria, en los alrededores cercanos, para los casos irremediables o
inesperados. Los enfermos en general y los desahuciados en particular, no
acostumbran a soportar demasiado bien los largos e inciertos viajes, lo que
hace imprescindible contar con esos servicios. De hecho, los túmulos,
dependiendo de los enfrentamientos que haya habido, así como de otros muchos factores,
van en aumento todos los años.
El hada, le señala con la mirada la cola más larga, tras la
que se halla el Mago. Comprende de inmediato que debe dirigirse hacia allí para
ponerse a sus órdenes. Y mientras espera
a que termine su última consulta para irrumpir en el pequeño espacio destinado
al efecto, repasa la extensa fila, evaluando
a los enfermos que deben pasar sin demora. En ese breve trayecto, se percata no sin
sorpresa, de cómo le abren paso con deferencia y respeto, todos cuantos se la
cruzan en su camino. Al entrar, se da cuenta al primer vistazo de lo mayor que
está su protector. Sus macilentas ojeras de insomne junto a una cierta pérdida de majestuosidad
en su postura habitual, transparentan su
profunda fatiga. Pero sólo un ojo experto como el suyo o el de Ergivia,
son capaces de detectar algo así. El
resto del mundo, sigue viendo a Mael, el poderoso e incombustible Señor de los Sauces, con los que es capaz de aliviar
los dolores más extremos.
En su sonrisa de bienvenida hay una muda interrogación
del porqué de su tardanza en
presentarse, a lo que ella responde con un escueto.
-Me dormí. Pero ya estoy aquí.
-Una chispa de ironía asoma en los ojos del Mago cuando le
responde-
- Claro, a alguna hora hay que dormir- Así pues,
estarás fresca como una hija del viento para las imposiciones de manos y las
lecturas de runas. Hoy, ya me incomodan...
Érin, asiente con el gesto y haciendo gala de esa
comunicación no verbal que se produce entre ellos desde el mismo momento en que
se vieron, se dirige al pequeño cofre de los tónicos y elixires, para mezclar con
mano sabia varios líquidos en un recipiente, que después ofrece a su Maestro,
que lo vacía de un trago sin comentario alguno.
Esa noche, a pesar del cansancio, se reúnen en un
improvisado aunque confortable refectorio, con el clan de Tangi, donde les
sirven una frugal y reparadora cena. Los últimos detalles de la ceremonia de Samhain, deben pulirse. Sólo faltan
tres días, para que la luna alcance su cenit. Los tres jóvenes aprovechan a
fondo esos momentos, para estar juntos
de nuevo. Érin, conoce así, por boca de sus amigos el papel que ambos tendrán
en la ceremonia. Quillan, supervisado por Ergivia, deberá acompañarla para
controlar desde primera hora de forma exhaustiva,
los efectos de las distintas drogas que ella habrá de ingerir para llevar a
buen término su cometido. Por su parte
Brian, al igual que el resto de bardos
que acudirán al ritual, ya está preparando sus finas láminas de bronce y sus
punzones. Con ellos, escribirán cuanto Mórrigan tenga a bien hablar o anunciar a
través de la joven. Asistirán hablantes de todo tipo de gaélico e incluso de otras
lenguas, ya que nunca se sabe en que idioma escogerán mostrarse los espíritus. La norma al respecto,
indica que los vates designados al efecto, deben tomar nota escrita, utilizando el Ogam de
signos, de todo cuanto diga la médium, para comparar versiones. Con las que elaborarán más
tarde una glosa única y definitiva. Una exégesis, que todos ellos, estarán obligados a memorizar, al mismo tiempo que deberán de destruir todo
lo escrito. Es la regla, desde hace miles de años. Un cometido, según le
explica Quillan, en el que Brian, a
pesar de su juventud, tendrá un papel destacado.
Érin, inquiere a Quillan por el tipo de bebedizos que deberá
proporcionarle, pero su amigo no puede permitirse hablar sobre ese tema. Aún
así, la tranquiliza diciéndole que todo cuanto ella tomará, sólido o líquido…
ha sido probado y contrastado antes, tanto por Tangi como por él mismo. Sólo
debe temer a sus nervios, que podrían conducirla a un improbable “mal viaje”,
para lo que también están preparados. Ergivia, que ha pasado por ese mismo trance en innumerables ocasiones, interviene entonces en la
conversación, para apuntar, que nada debe
temer de los elixires de la sabiduría y la clarividencia, porque las dosis
estarán perfectamente ajustadas a su persona.
… // ...
El día esperado, comienza en medio de una espesa bruma que
difumina los contornos más cercanos, dándole un aire de vaga extrañeza al
ambiente. Pero pasada la mañana, un gélido viento del Norte limpia el horizonte,
helando los restos de niebla, que pasan a convertirse en cristales en suspensión alrededor del apogeo
lunar. Un sol un tanto mortecino que ya
comienza a tamizarse en oblicuo entre los espesos bosques que rodean la
planicie del santuario, convierte ese fenómeno atmosférico en un impresionante
halo iridiscente. Ante tal maravilla, de
inmediato comienza a circular entre las tribus, el rumor de que el prodigio, se
debe a la presencia de la nueva bruja. Lo que complace a Mael de forma
especial, porque confirma su buen hacer al escoger a su pupila para el
cometido. Todo hace presagiar un nuevo éxito.
Para ese momento, Érin, lleva 24 horas en ascetismo profundo,
preparándose para ingerir los diferentes bebedizos e ingredientes que el
concienzudo Tangi, ha preparado especialmente
para la ocasión. Cuando por fin Quillan, comienza a administrárselos,
pasa por diferentes fases de sopor y estados de semi-lucidez, en los que se
plantea de cuantas realidades puede tener conciencia. En algunos instantes, siente
la mano de su amigo en su garganta y en su frente, controlando su circulación y
su temperatura que va subiendo sin cesar. Son los momentos en que la
escopolamina de la mandrágora, va invadiendo su torrente sanguíneo. Lo que
provoca que su censura natural vaya desapareciendo poco a poco. La droga
también le produce risas, alucinaciones y excita sus sentidos, llevándola al
extremo de coger la mano de Quillan para
intentar atraerlo hacia ella, pero el Druida, se la sustrae sin vacilación de
ninguna clase. Uno de sus cometidos, es precisamente guardarla de ella misma
bajo los efectos de esos narcóticos alucinógenos y supresores de todo tipo de
reparos. Sabe además, que a la mínima sospecha de Ergivia, la larga y poderosa mano de
Mael caería sobre él. Implacable. Los hiperbóreos, no dudarían ni medio segundo
en ejecutarlo a una sola mirada de su amo. Nadie, ni la misma Érin, podría
hacer nada por él. Y así pasan lentas y complicadas… esas horas previas a la
ceremonia, en la tienda de la
hechicera Ergivia, que cumple a
la perfección, como de costumbre, las órdenes de su colega. La
sibila, es también la encargada de preparar el atrezzo de la joven, que ha de resultar a un tiempo, impactante y sencillo. Porque aunque en
la rueda del destino, todo esté escrito… nada, debe quedar al albur de un azar no
buscado.
Finaliza la corta tarde, cuando las gentes de la diaspórica Nación Celta,
controladas por los diferentes clanes de druidas, van invadiendo en la forma estipulada por Mael, los espacios destinados a tal fin.
La consagración de las cosechas y los sacrificios, están a
punto de comenzar, cuando la pequeña Érin, nota como la consecuencia indeseada de las drogas comienza a ceder,
dando paso a los efectos buscados por Tangi, lo que tranquiliza al joven druida de inmediato. Es en ese breve espacio de tiempo, cuando la joven es capaz de poner en práctica
las enseñanzas de su antecesora Ergivia, que la conmina a invocar a Mórrigan. Pronto siente que el tiempo no la concierne y ya no es su prisionera. Su cuerpo espiritual, puede viajar a
cualquier época o lugar con total autonomía. Sus pupilas comienzan a contraerse
y los contornos a definirse sin dificultad. La sensación es de vuelo en
libertad suprema. Total. Sólo queda un cierto regusto amargo de hiedra y
muérdago en su boca. Y mucha sed, pero sabe que no debe ingerir ni una gota de
líquido hasta terminar el conjuro y la profecía. Es entonces, cuando a petición
del hada, Quillan abandona la tienda.
Sin prisa pero sin pausa, Ergivia procede a la preparación del impacto visual de la hechicera que
se va consagrar ese día. Decide dejar sus eléctricos ojos, que destellan bajo
los efectos de las drogas a la vista. Lo que consigue con rapidez, en la filigrana que ejecuta hábilmente en infinidad
de finas y apretadas trenzas en la parte anterior de su cabeza. Un poco en
efecto “Medusa”, dejando el resto del pelo en cascada . Ella se deja hacer, mientras sigue concentrada en sus
invocaciones. Cuando el tocado finaliza, viste rápida su nívea túnica de oficiante
y señala el único torque que desea llevar al cuello. Dos perfectas esmeraldas
dan vida a los ojos de la serpiente de la sabiduría, que su familia de sangre
le ha traído para la ocasión, desde las
lejanas Tierras Altas. Finalmente, a pesar de la insistencia de Ergivia, el
intenso calor que siente, le hace rechazar las sandalias. Así que acudirá a esa
cita que marcará un antes y un después en su camino, en total teluridad…*
Cuando abandonan la tienda, escoltadas por dos escogidos gigantes tuertos, hasta ellas, llegan claros
los rumores de la multitud, mezclados
con los cánticos del resto de celebrantes. Y con la piel arrebolada por los
efectos del último elixir, totalmente inmersa en su papel, Érin es conducida
ante su mentor, que la espera ante la alumínica piedra de los sacrificios.
El Druida, pone un cuidado exquisito al abrir los brazos
para recibirla. El objetivo es que la gran capa que se abre al mismo tiempo que
sus extremidades, oculte a sus ojos ese altar mancillado con la sangre y las
vísceras del último animal sacrificado. La conduce, haciéndola avanzar unos
pasos, hasta que esa visión queda a sus
espaldas. Nada debe perturbar la sensibilidad extrema en la que se halla la
joven. Hay también una clara intención de colocarla en las cercanías de las
jefaturas de los clanes y los guerreros más significativos e importantes.
Todos, pero especialmente ellos, deben oír y ver con claridad meridiana lo que
suceda. También los bardos toman posiciones y se colocan con sorprendente celeridad,
en medio de un mágico silencio… justo detrás
de Érin. Brian, a pesar de su concentración, no puede evitar pensar, que esa
bruja, aunque bellísima, nada tiene que ver con la dulce muchacha que él
conoce. Pero sin tiempo para más observaciones, se dispone a cumplir de forma rigurosa con
su cometido.
Érin, observa en aparente calma, el dintel del Gran
Trilithon* por donde debe esperar al primer rayo de luna, que marcará el comienzo de su conjuro, y el nuevo año
lunar de los pueblos ahí reunidos. No
falta nadie, Córnicos, Scotos, Maneses,
Bretones, Pictos, Galos, Brigantes, Luggones, Galeses o Irlandeses y otros muchos... sean
descendientes de Fintanes, Fomorianos,
Milésicos, o Tuathas del pueblo de Nemed, todos esperan inquietos e impacientes
la invocación de la hechicera y sus
profecías. Pero la menuda Érin, sigue inmóvil en absoluto silencio. Totalmente mediúmnica e invadida, en su expresión, alumbra una torva sonrisa, que hiela
la sangre en las venas de Quillan… También a él, le cuesta reconocer en
esa bruja de perverso semblante a su
entrañable amiga. En las primeras filas, aún los más curtidos y fieros
guerreros evitan mirarla directamente. Sus ojos, desprenden
destellos de una potestad que no es de este mundo. Ella siente con evidente agrado su poder y el temor que despierta en esa muchedumbre. Está disfrutando de la posesión y de su
lado más oscuro.
Para cuando ese primer rayo de luna, entra por el dintel
esperado y ella levanta los brazos iniciando así el Sidh* con su conjuro, en los círculos, reina
un omnímodo silencio. Sólo se escucha el ulular del viento entre los árboles y
el crepitar de las hogueras que junto al chisporroteo de los miles de
antorchas que iluminan el Santuario,
hacen de banda sonora a la voz extrañamente grave de una ex-muda, que retumba
alta y clara en esa llanura rodeada de bosques de robles. Al terminar la invocación, que Mael siempre confecciona
breve, para que la masa no pierda el interés, el vórtice de energía inducido por los druidas entre la
bruja y los asistentes totalmente entregados en ese nemeton ya se ha producido. El velo que separa el mundo de los vivos del de los espíritus ha sido levantado.
Y Mórrigan, la arcana y cruel diosa de los
fantasmas, habla entonces a través de la
bruja. Nada bueno ha venido a anunciar en sus siempre crípticos augurios, que
ella no recordará hasta que no los oiga de boca del bardo. Érin, da cuenta y razón, de toda suerte de azares y miserias que están a punto
de presentarse provenientes del continente. Nuevas invasiones, que pronto constarán el Leabhar Ghabhála*, atraerán la
guerra, la hambruna, la enfermedad y la muerte para muchos de los presentes. Sólo un escogido reducto
se salvará de esa nueva diáspora, para ser la semilla de un nuevo amanecer de
los pueblos. Lo que no deja de coincidir, con los datos de algunos de los clanes, mejor informados. También con los del Mael.
*cromlech= monumento megalítico formado por piedras o menhires clavados en el suelo.
*teluridad= aunque el término es de dudosa corrección en
castellano estricto, sí se admite en otras variantes de español. Una riqueza idiomática,
que me encanta aprovechar.
*Gran Trilithon= consta
de dos piedras de pie, con un travesaño encima de ellas. Los trilitos se
clasifican en altura, aumentando la misma, en la medida que se alejan de la
entrada al círculo. La más corta es de 6,1 metros de altura y el más alto, llamado Gran Trilithon por su tamaño
y posición singularmente central, es de 7,3 metros de altura. Y por ese dintel,
entran en los solsticios o equinoccios, los diferentes rayos de sol o luna, que
marcan el cambio de estación
*Sidh= montículos mágicos donde se levanta el velo de los
mundos, para comenzar la comunicación con los espíritus ancestrales.
*Leabhar Ghabhála=Antiquísimo, sorprendente e
interesantísimo “Libro de las Invasiones” que recoge multitud de leyendas que
tienen conexión con todas las culturas, especialmente de la céltica. Desgraciadamente,
muy difícil de encontrar.
Imagen hallada en Internet de origen incierto
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Para S.V.
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Hace unos días en una red social a la que estoy adscrita
desde hace un tiempo y en la que participo de forma un tanto irregular y
bastante puntual, llegó hasta mí un breve texto de alguien a quien admiro mucho. Se trata de una pequeña pero significativa parte del discurso de ingreso en la RAE de Ana María
Matute, lo que me hizo recordar el
comentario que un lector habitual de La
Mirada de cristal dejó en una de mis
entradas, porque amablemente creyó que de alguna forma me concernía. En esta
ocasión la autora es Soledad Puértolas y el escrito pertenece asimismo a su discurso
de investidura como académica. En mi opinión, cada uno en su estilo, ambos
pasajes guardan una gran similitud, probablemente porque
versan sobre lo mismo.
En ellos, las dos escritoras a las que admiro sinceramente,
explican el sentimiento íntimo y último que les inspira la escritura… y como llegaron a ella. O quizás debería
decir, como las “atrapó”. A la distancia justa y oportuna, por supuesto a años luz de la excelencia de ambas, me
identifico total y absolutamente en esas letras. En las de las dos.
Casualidad o
causalidad, el recordatorio de Ana María Matute que me transporta hasta el de
Soledad Puértolas, llegan en un momento
que afecta a este espacio y por ende, a mí, a partes iguales. Incluso me
atrevería a afirmar que también a muchos de los que mantenéis un blog abierto desde
hace ya un cierto tiempo… Me refiero, a que estoy casi segura de que casi todos
los que estáis en la misma circunstancia
que describo en mi entrada anterior, si examináis vuestro blogroll, encontraréis
en él, casi las mismas bitácoras activas que inactivas… Parece como si poco a
poco, sin importar las causas, se fuese perdiendo la motivación si no para
escribir… sí para seguir publicando. Por no alargarme y en un análisis más que
somero, se podría decir que más allá de la vanidad que comporta el hecho de hacer públicos nuestros
escritos y que puede llegar a convertirse en una molesta obligación (de las que
todos vamos más que sobrados) el hecho de mantener estas bitácoras, llega a
cansar. No así, el hecho de escribir…
que creo una elección a la recíproca. Los que escribimos, mejor o peor, ninguno
comenzamos en ello “ayer”. Hay en todos los que lo hacemos, un lejano "click" de inicio. Como un punto de partida. Cada uno posee el suyo... o él nos posee a nosotros... resulta difícil dilucidarlo.
En fin, estoy segura de que si leéis ambos fragmentos,
entenderéis mucho mejor lo que torpemente intento transmitiros. Y quizás, como
yo, alguno de vosotros encuentre en ellos una razón para seguir haciendo llegar nuestros “para nada”, a
través de la red de redes. A pesar de
esta vorágine que nos envuelve y que por momentos parece que vaya absorbernos.
“ Porque escribir, para mí, ha sido una constante
voluntad de atravesar el espejo, de entrar en el bosque. Amparándome en el
ángulo del cuarto de los castigos, como apoyada en algún silencioso rincón del
mundo, me vi por vez primera a mí misma, avanzando fuera de mí, hacia alguna parte
a donde deseaba llegar. Hacia una forma de vida diferente, pero certísima,
aunque nadie másque yo la viera. En las sombras surgía,
de pronto, la luz; recuerdo que ocurrió un día, al partir entre mis dedos un
terrón de azúcar y brotar de él, en la oscuridad, una chispita azul. No podría
explicar hasta dónde me llevó la chispita azul: sólo sé que todavía puedo
entrar en la luz de aquel instante y verla crecer. Es eso lo que me ocurre
cuando escribo.(...)
Porque escribir es, qué duda cabe, un modo de la memoria, una forma
privilegiada del recuerdo; yo sólo sé escribir historias porque estoy buscando
mi propia historia, porque acaso escribir es la búsqueda de una historia remota
que yace en lo más profundo de nuestra memoria y a la que pertenecemos
inexorablemente.
Escribir es como una memoria anticipada, el fruto de un malestar entreverado de
nostalgia, pero no sólo nostalgia de un pasado desconocido, sino también de un
futuro, de un mañana que presentimos y en el que querríamos estar, pero que aún
no conocemos, una memoria anticipada, más fuerte aún que la nostalgia del ayer,
nostalgia de un tiempo deseado donde quisiéramos haber vivido.
La literatura es, en verdad, la manifestación de ese malestar, de esa
insatisfacción expresada de tantas maneras como escritores existen; pero
también es, sobre todo, la expresión más maravillosa que yo conozco del deseo
de una posibilidad mejor.
Para mí, escribir es la búsqueda de esa posibilidad. Una búsqueda, sin duda. Y,
a veces, hasta feroz. Algo parecido a una incesante persecución de la presa más
huidiza: uno mismo. Esta búsqueda del reducto interior, esta desesperada
esperanza de un remoto reencuentro con nuestro «yo» más íntimo, no es sino el
intento de ir más allá de la propia vida, de estar en las otras vidas, el
patético deseo de llegar a comprender no solamente la palabra «semejante», que
ya es una tarea realmente ardua, sino entender la palabra «otro». Es el camino
que un escritor recorre, libro tras libro, página tras página, desde lo más
íntimo a lo más común y universal. Sólo así lo personal se vuelve lícito.
Ana María Matute.
"De los cuentos que me leyeron en la infancia y que luego leí y fui escogiendo por mi cuenta, me fijaba sobre todo en aquellos personajes que se quedaban un poco atrás, un sapo desorientado, un elefante patoso, una gallina de plumaje deslucido. Más tarde, cuando entraron en mi vida relatos que trataban de gente parecida a mí, de niñas inquietas y soñadoras que no entendían el mundo de los adultos y que preferían refugiarse en sus fantasías, comprendí que en la vida había muchas pistas que parecían asuntos secundarios y que daban pie a historias verdaderamente principales.
Era yo, al escogerlas, al ir descubriéndolas e inventándolas, quien las convertía en principales. Finalmente, eso es lo que hago cuando escribo ficciones, convertir en protagonistas a personajes que, antes de ser escogidos, podían pertenecer al universo de lo secundario.
Imagen de La mirada de cristal
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“La probabilidad mide un estado subjetivo de conocimiento
insuficiente”
Karl Popper.
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Apagar la tv. Salir de las redes sociales, olvidar la prensa que parece imprescindible estos días… las bitácoras políticas, que arden de santa indignación, sin importar el
sentido o el matiz que las distinga. Hoy,
ahora, aquí… suena el Beethoven más dulce,
pero aunque lo intento, no consigo concentrarme como debiera en la lectura del
Post Scriptum de Popper. Sólo una frase
de ese tomo, la que encabeza este escrito, baila en mi mente. Pero aún
desconozco porqué. Tampoco lo consigo en los blogs afines… ni en nada...
Esta tarde he abierto un mail, en el que un amable seguidor
al que apenas conozco, entre otros asuntos, me inquiere por mi tardanza en renovar mis
entradas del blog en estos últimos tiempos… Y he pensado que quizás esta noche,
encontraría el momento de hacerlo. Pero
es otro de esos días, en que ante la pantalla en blanco, me planteo el
sentido de mantener un espacio como este,
concebido sólo como entertaiment o para solaz propio.
Me pregunto sinceramente ¿a quién va interesarle como llueve
en mi jardín, mis cambios de humor… o la
discutible descripción de una profana, sobre la última partícula descubierta?
por mejor intención que lleve. Cuando tengo
no sólo la sensación, sino la certeza, de que el mundo que conozco y por el que
tanto hemos luchado, se está cayendo a pedazos delante de nuestras narices. Siento
que lo social, ha comenzado a primar
sobre lo privado. Y pesa mucho más. Como si de alguna forma, en este momento,
lo que yo pueda escribir, tuviese aún mucho menos interés del que ya tiene de
per se. Cualquier tema que aborde, me
resulta frívolo, banal… sin valor. Es todo tan convulso, tan extraño… ¿no os
pasa alguna vez que os sentís ajenos a todo lo que hacéis? Y aunque mis
vísceras, puedan hacerme participar en debates “sociales” en algún espacio afín o escribir puntualmente sobre ello,
para nada es mi deseo que esos temas formen parte habitual de esta bitácora.
Ergo, está jodido lo de renovar.
Un blog, puede ser muchas cosas… desde una necesidad
perentoria de escribir o una muestra de manifestación artística a una
búsqueda de salirnos de nuestras rutinas
cotidianas… hasta una descarga emocional inconsciente… Incluso todo eso a la vez. Pero en la razón última
de todos ellos, está la intención de expresarse, de llegar al “otro”. Y cuando
por el motivo que sea, falla ese ánimo o se cree que ese postrer fin, es
inalcanzable… las publicaciones se
espacian sine die.
Estoy segura de que, muchos, me estáis entendiendo. Y espero
que a mi amable lector, estas líneas, le valgan como sencilla explicación del
porqué esas ausencias algo más prolongadas.
Imagen de La mirada de cristal
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Todo siempre es igual.
Cuando otra vez como ahora llamamos en el lejano muro..
Todo siempre es igual.
Aquí están tus dominios, pálido adolescente:
la húmeda llanura para tus pies furtivos,
la aspereza del cardo, la recordada escarcha del amanecer,
las antiguas leyendas,
la tierra en que nacimos con idéntica niebla sobre el llanto.
Olga Orozco.
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30
de Agosto. Cielo en plata y lluvia mansa desde primera hora. La temperatura ha
bajado a cotas soportables. Una brisa agradecida rumorea entre las hojas del
frondoso tilo y hace aún más patente el silencio que se respira en este rincón.
Por una vez, parece como si la meteorología quisiese dar un respiro a este Mediterráneo de
aguacero, tempestad y tentetieso a los que nos tiene acostumbrados en los
finales de estío de estas latitudes. Abro la puerta que da al jardín para escuchar
a placer el murmullo que borda el agua en esa naturaleza próxima y domestica. Alivia. Las hiedras y el magnolio, brillan cercanos e impertérritos bajo esa
inesperada llovizna y junto al verde profundo del seto, las primeras hojas de
la umbrosa morera, caen sobre el césped como aldabonazos de otoño...
Los
gatos entran a refugio. Huele a tierra mojada y en el ánimo se filtra esa sensación
indefinida del desenlace… también de
escape, de liberación. Respiro hondo, mientras pienso que cada cosa tiene
su momento y que un final es a la vez un inicio. Si algo no perdona, lo enfoques por donde lo enfoques, es el tiempo.
A pesar de nuestros pautados y falsos calendarios vitales o temporales, hasta en su
sentido atmosférico, él, siempre está ahí para de alguna forma recordarnos, que
la vida y todo… sigue pasando al albur de los días y los hechos. Irrefutable. Sumando años,
sucesos y tormentas varias, en el más amplio sentido del término.
Amores,
gentes, proyectos, deseos… quimeras que van y vienen en nuestro tiempo
concedido, dejando su impronta imborrable, pero que terminan por desaparecer en estaciones y etapas que nos devoran
y viceversa. Disolviéndonos en recuerdo. En pasado.
Cuestan
los cambios, aún los esperados. No importa si por sabidos o buscados, el caso
es que nos provocan ese sentimiento de inquietud, que suelen dejar el abandono o la renuncia, la pérdida... o hasta una racha de mala
suerte que luego resulta no ser tal. Un tiempo extraño pero necesario, que nos
incita a seguir sin volver la vista atrás. Asimilando el final de sueños que se
desvanecen en la estela de otros nuevos.
Los pies hundidos en la arena húmeda de esa playa
silenciosa, agradecen el roce de un sol tímido y temprano. Con el ánimo aún al
ralentí, la bajamar susurra en su mente la memoria de un tiempo asombroso. Un pretérito remoto, que se hace presente de manera
extrañamente límpida. Diáfana.
Ahí está,
comenzando el viaje. Una niña de ojos despiertos con la mirada clavada en el
horizonte de otra mañana deslumbrante. Ya conoce el mar y ha surcado el Océano…
pero ese, es el día de las presentaciones.
El azul de un barco
pintado en su cubo amarillo y una pala de mango de madera, se deslizan de sus
pequeñas manos a las suaves rompientes de
la marea baja…
Necesita toda su atención para asimilar la
belleza y el significado de la inmensidad…
A orillas del amor, del mar, de la mañana,
en la arena caliente, temblante de blancura,
cada uno es un fruto madurando su muerte.
Idea Vilariño
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De nuevo, este blog, con sus 146 entradas ( si cuento
esta) y sus más que menos altibajos… está a punto de entrar en su quinto año. Muchas cosas e historias han sucedido desde entonces. Asumo las buenas con placer e intentaré acatar las malas o no tan buenas... con mi escasísima capacidad de sumisión a un destino siempre incierto y que nos sobrepasa la mayor parte de las veces.
Pero si
pienso en hacer un breve balance, lo primero que me viene a la mente es: increíble, pero cierto.
Diré además, que sigue cumpliendo la función para la que
en principio fue creado. “Entretenerme que no es poco”. Pero lo que comenzó
como un sencillo divertimento de esta insomne ocasional, tiempo ha, que se transformó en un camino. Y en esta peripecia, no sólo su autora es
protagonista, también vosotros lectores
y comentaristas, le habéis dado y le dais…
alas y vida a esta aventura, que como poco, calificaré de alucinante.
Muchas gracias a todos y cada uno de vosotros, por compartirla conmigo.
“En vano recorremos la distancia que queda entre las últimas
sospechas de estar solos”
-José Manuel Caballero Bonald-
Dicen que la soledad, aún la
buscada, es como una fría llovizna que termina por calarte hasta los huesos.
Aún así, se hace a veces imprescindible para bucear en nuestro interior. Como
un ayuno del alma que nos aleja de distracciones y nos permite concentrarnos con
la distancia necesaria en el pensamiento siempre clarificador, y detenernos con la calma precisa en el
análisis del sentimiento obnubilador… porque
nunca será lo mismo pensar que sentir, aunque algunos lo perciban de ese modo
en una especie de ceremonia de la confusión. Y es que ambos conceptos, pensar o
sentir, se contaminan de forma evidente e importante el uno del otro.
Pero...
Pensar,por lo general, sobre todo cuando se trata de decidir algo
personal, es la mayor parte de las veces un intento de buscar un equilibrio
esquivo e huidizo de per se.Quizásel intento más válido de crear nuestra propia
realidad desde la objetividadde un
racionalismo que acostumbra a sernos ajeno por contaminación del sentimiento
que nos invade, a vecesincluso a pesar nuestro.
No quiero pasar por alto en
este pobre intento de análisis, al que se podrían aportar un montón de matices
más, una cuestión que me parece concluyente en este asunto. Y es que
dependiendo de la naturaleza propia de cada uno, siempre habrá a quien le pese
mucho más a la hora de elegir, pensar que sentir o viceversa. Con la precaución
y distancia debidas, que nadie está libre de contradicciones, servidora se
sitúa entre los primeros. Tampoco obviaré, algo en lo que muchos de
vosotros estaréis asimismo de acuerdo… y es que, los que somos de tendencia pensativa, podemos
abstraernos para reflexionar aún en medio de una multitud.
No obstante, a pesar de esa
fama que tiene el “hombre” de animal social, finalizaré diciendo que sin
importar la tesitura en que nos hallemos, en el fondo, la soledad es algo inherente
al ser humano. Y en algunos, entre los que también me cuento, además de inherente, aparte “coqueteos”*
característico.
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*coqueteos = dicho en un
sentido de “ocasionalmente”. Todos sabemos de algún ejemplar que bajo una apariencia extravertida, esconde una reserva feroz.
Vivimos una única realidad con tres dimensiones,
matemática, física y psíquica, unificadas en el hombre
Roger Penrose en: El
camino hacia la realidad.
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Dicen las enciclopedias, a grosso modo, que la “realidad”
es un cúmulo de fenómenos y estímulos
que aprehendemos a través de los sentidos. Las mismas enciclopedias dicen
también, que ese conjunto aprehendido, de estímulos y fenómenos asimilados, con
más o menos acierto, que sigue y seguirá
avanzando en nuestra “mente”, conforman
lo que conocemos por “conciencia” de realidad.
Sentidos
Mente
Observación
Conciencia
Realidad
Y aunque casi cada autor, sea este físico o filósofo, ha
desarrollado su teoría particular sobre estos conceptos, todos coinciden en
algo: en buscar unas premisas biofísicas que contengan esa univocidad
conveniente a la definición del término “realidad”. Pero pasar por el tamiz del
laboratorio lo que nos llega a través del subjetivismo aleatorio de los “sentidos” -de sentir- demanda como mínimo una gran audacia interpretativa. Porque como
diría el brillante autor de la cita que encabeza este escrito, de formación Físico,
Matemático, Filósofo y experto en Teoría de la Relatividad:
“Deberíamos preguntarnos por la capacidad humana para ser
consciente de un mundo cognoscible"
Una forma de acercarse al
tema que podría rozar una espiritualidad no tan alejada de algunas
formas de “teísmo”. No obstante, los moralistas, enfocan esta cuestión desde un
creacionismo, legítimo, pero en mi opinión y en la de otros muchos, ampliamente
superado por la Ciencia.
Aún así, por el
momento, cualquier teoría al respecto, incluyendo a la Teoría Cuántica, no deja
de ser la interpretación de las percepciones de un “observador”, sobre las que
construimos nuestras evidencias, con sus variables, que de alguna manera es lo
que nos permitirá seguir avanzando en el orden de esa obra, de algo tan alejado
de la mente humana, al menos por el momento… como es el concepto de “realidad”.
Y esta breve y espero que comprensible explicación, de algo
tan complejo como la aprehensión de una materialidad que evidentemente se nos
escapa a borbotones, no quiere ser más que la introducción a una entrevista que
leí hace unos días en ese apartado de LA VANGUARDIA, conocido como “La Contra”
del que en alguna otra ocasión ya me hecho eco por el interés de los asuntos que
aborda y que hoy concierne al concepto de “conciencia” de forma más que
sorprendente.
Realizada por uno de sus habituales, Lluis Amiguet, al cardiólogo
y científico Pim van Lommel, que estudia desde hace años las ECM o Experiencias
Cercanas a la Muerte y a quien la prestigiosa revista médica británica, The
Lancet ha publicado sus estudios por su seriedad
y el interés que merecen. Toda una autoridad al respecto.
Y sin más, os dejo con él y sus extraordinarias afirmaciones.
(nota del entrevistador Lluís Amiguet)
"La Ciencia ignora o niega, cuanto no puede explicar, pero
eso no quiere decir que no exista. La vida del doctor Van Lommel es una apuesta
por la verdad, por más inexplicable que parezca, más allá del trillado camino
de la ortodoxia. Han pasado diez años desde que hablamos, pero al estrechar su
mano en el aeropuerto de Amsterdam (viene de conferenciar en Atlanta) me sonríe
como a un viejo amigo y experimento una íntima sensación de paz y seguridad. El
doctor Van Lommel se ha asomado al otro lado sin dejarse en este el sentido común y lo que ha visto es
bueno. Aunque para dominarnos, nos hayan infundido el miedo a verlo. Aceptarlo
es aceptarnos y sentirse mejor."
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“Cuando mueres, sólo cambias de conciencia"
“Madurar es liberar la conciencia de la edad: he tratado a
jóvenes con experiencias después de la muerte más maduros que yo. Mi padre era
neurólogo y yo quise ser físico: ahora estudio física cuántica para entender
qué sucede tras la muerte. La fe es otro camino a la verdad. (van Pimmel)
Cuando enseñaba Cardiología
en el hospital de Arnheim -800 camas- ya investigaba cómo algunos pacientes,
tras infarto y muerte clínica, volvían a vivir.
... Hasta que en 1986
leí el testimonio de un estudiante de Medicina, George Ritchie, que resucitó
tras nueve minutos de muerte clínica. Me impresionó tanto que empecé a estudiar
en profundidad esos casos.
¿Tantos había? En 1988 ya tenía
doce episodios incuestionables y creé una red de investigación con otros diez
hospitales holandeses. Iniciamos un estudio clínico prospectivo de 344
pacientes, que publicó The Lancet (2001).
Causó un impacto mundial. Tanto que ya le
avancé entonces, cuando usted me entrevistó, que, tras 31 años de cardiología,
me iba a dedicar en exclusiva a las experiencias cercanas a la muerte (EDM).
¿Qué hemos aprendido desde el 2001? Tenemos más
preguntas, además de la clásica: ¿si la conciencia es un mero producto del
cerebro, cómo puede sobrevivir y explicar la experiencia de la muerte?
¿Qué dice la ortodoxia médica? Que se trata de
meras alucinaciones causadas por la anoxia (carencia de oxígeno).
¿Y qué le dice su investigación? Si la causa fuera
la anoxia, todos los que vuelven a la vida tras la muerte tendrían EDM, porque
todos la sufren, pero, en cambio, sólo el 18% tiene esas experiencias.
¿Qué explican sobre ellas? Coinciden en hablar
de recuerdos, cognición y emociones y mantienen la identidad, un punto crucial,
porque el ego es el enlace entre la conciencia y el cuerpo.
¿Luces, voces, su vida en un instante...? Las han
experimentado miles de personas, pero no todos las explican por temor a ser
tachados de lunáticos o porque creen que las causan la medicación o la
enfermedad.
¿Todos experimentan lo mismo? No todos
experimentan todo, pero todos citan algunas experiencias recurrentes que
coinciden en un cruce espacio-temporal.
¿A qué se refiere? Es la revisión de
la vida pasada, pero también la futura y presente: algunos, al volver,
anticipan sucesos y reinterpretan los ya pasados, así que suelen cambiar de
pareja, de trabajo, de existencia, porque han contemplado su vida en conjunto
durante su EDM.
¿Cómo son esas visiones? Inefables, a menudo
el lenguaje carece de términos para explicarlas. Una EDM de tres minutos puede
requerir semanas de testimonio en el que no se repite un solo episodio. El
tiempo, como le decía, transcurre de un modo único en síntesis con el espacio y
una constelación de familiares y afectos.
Por ejemplo. Un paciente refiere
cómo en su EDM había visto a un señor desconocido sonriéndole. Diez años
después, su madre agonizante le reveló que él era hijo de una relación
extramarital y le mostró una fotografía de su padre biológico, asesinado en un
campo de concentración: era aquel señor sonriente.
¿Cómo sabe que esos pacientes clínicamente muertos siguen
conscientes? Lo prueban cientos
de casos. En Conciencia más allá de la vida explico el de un hombre de 43 años
que nos llegó cianótico, frío, sin tensión y con las pupilas dilatadas. La
enfermera le extrajo la dentadura postiza y la depositó en un cajón. Resucitó
inexplicablemente tras un largo coma y preguntó por sus dientes.
Si estas vivo, resultan muy útiles. Reconoció, al
verla, a la enfermera y le pidió que se los devolviera. Ella nos llamó alarmada
y entonces el paciente nos relató en detalle lo que habíamos dicho y hecho
cuando llegó muerto a urgencias del hospital.
¿Y usted qué cree? Nuestra conciencia
no es más que un retransmisor para esta dimensión de nuestro ser en varias. Es
como una radio que, mientras vivimos aquí, sintoniza con este universo. Nuestra
muerte sólo es un cambio de conciencia, una transición. Sólo morimos en una
dimensión para pasar a otras.
¿Es una convicción religiosa? Es física cuántica.
Yo no soy creyente. Muchas religiones se han acercado a esa realidad con
técnicas de paso entre esas dimensiones, como la meditación o el misticismo.
¿Cómo lo sabe? Porque estudio
casos -me consultan decenas cada día- y las experiencias son recurrentes y
concurrentes: confluyen tiempo -pasado, presente y futuro: tienen visiones- y
espacio en sensación de unidad.
... Y esos testimonios
de cada día coinciden con los relatos de la mística y las visiones de profetas,
gurús y santos desde hace siglos.
¿Todo está conectado? Ven la luz (los
niños me cuentan que un ángel; los ateos hablan de "una energía" y
los creyentes, de Dios). Todos se refieren a lo mismo y que en ello se sienten
integrados.
¿Por qué la ciencia lo ignora? Hasta ahora, la
mecánica cuántica demuestra que la luz consta de partículas que al mismo tiempo
son ondas -creo que nuestra conciencia las retransmite- dependiendo del estado
del observador.
La experiencia de lo objetivo, al fin, depende de tu estado
subjetivo. Así que, desde los
gurús milenarios hasta los físicos cuánticos, cuando asumes tu transición sin
miedo experimentas un anticipo de esa sensación de plenitud.
Imagen de La mirada de cristal
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Lento, como el tiempo en el espejo, palidece el sol en la
ventana.Todo se borra tras los párpados...
Abandonado a una luna temprana y complaciente, resplandece el mar... navega/mos hacia la larga
oscuridad. Silencioso periplo a destino, en la misma extraña soledad de la llegada.
Igual o heterogéneo, menudea el camino. Hoy dispar, quien
sabe porqué…
“No te afanes, alma mía, por una vida inmortal, pero agota
el ámbito de lo posible…
(Píndaro) En el Mito de Sísifo .
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No hace mucho, conversaba con una amiga sobre un tercero,
del que ambas tenemos fundadas sospechas de que quizás tenga intención de
“desaparecer” de una forma definitiva a no tardar. Pues bien, finalizada la charla, el tema de la misma me
dejó pensando largo rato. Porque con mayor o menor intensidad, incluso con determinada
frecuencia… es algo que alguna vez, todos, nos hemos planteado, aunque sólo haya
sido como auto-especulación emocional en soledad o en una sencilla pero “a profundis” conversación
de café con alguien de confianza. Añadiré también, que al igual que ese tercer
amigo, ambas creemos firmemente en la
legitimidad absoluta de tan denostado recurso. Denostado, socialmente hablando,
claro.
Y más allá de motivos o porqués de cómo se llega a esa disposición del ánimo… que me abstendré de calificar de forma alguna, ya que el
adjetivo que lo haría, variará en un amplio arco, desde la tristeza a la
liberación según el momento existencial en que nos hallemos y sobretodo de las creencias
y valores de cada uno...
Lo primero que me he preguntado es:
¿Dónde está la
diferencia entre intención y determinación? Quizás en algún punto de la frágil
línea existente entre el pensamiento del
presente y lo que más tarde, en esta entelequia de tiempo que nos posee o nos
¿aprisiona?… será el hecho pasado. Pero eso será así,
sólo si el “acto” sucede… si en verdad esa intención última de nuestro
pensamiento primigenio, pasa de la determinación a la ejecución activa. Porque
incluso escogiéndolo, la logística de abandonar esta dimensión de manera
intencionada no parece especialmente fácil, por muchas y diversas causas.
Si la sociedad como tal, no hubiese creado mecanismos de control y desprestigio contra
esta práctica, que no es tan antinatural
como intentan hacernos creer, probablemente la muerte, que es tan sólo el colofón de la vida como la
“percibimos”... sería un tránsito importante sin duda, pero mucho más
despojado de tabúes y temores de lo que es, que
viviríamos con mucha más paz y naturalidad. Sobre todo, sin ese pánico
cerval, sin esa rabia gratuita e
improductiva, que tantas veces se detecta en los que se van… Como muestra de todo lo contrario, no hay más
que observar la serenidad y dignidad con que se enfrentan a tal trance otras especies, mal
consideradas inferiores. E ilustraré lo que digo con una anécdota
personal. Hace un tiempo, uno de mis
animales domésticos, de avanzada edad, sencillamente dejó de alimentarse. Y a
pesar de mi en principio insistencia…
para que lo hiciese, os juro que hubo un momento en el que de alguna forma,
supo como hacerme saber su intención y
su deseo de marcharse… y aunque pesarosa por lo que sabía se avecinaba… cesé en mi “encarnizamiento alimenticio”… lo
que provocó que dejase de huirme en cuanto me veía y nos permitió a ambas (era
una gata) acompañarnos tranquilamente, hasta que llegó su momento.
Y es que vivir “a toda costa” a pesar de lo que sea… haciendo
valer algo tan incierto como la
“esperanza”, como único asidero o leit motiv, no me parece lo más acertado.
Pero cada uno… tiene afortunadamente la
facultad de escoger lo que desea. Y diferencio aquí entre lo que se “desea” y
lo que se “puede”… ya que no siempre es posible llevar a cabo ese deseo, sea por imposibilidad física, como en el famoso
caso Sampedro, o emocional… causar dolor
a otros, puede ser también un elemento
paralizador, para llevar a cabo ese acto
que muchos consideran “liberador”. Aunque pienso que en este último supuesto es
tan sólo una detención temporal… porque creo que hay impulsos humanos, como el
de nacer o morir que nos resultan incontrolables. Son ellos los que nos dominan
y no al revés. No quiero obviar la
cuestión de la valentía, objeto de tantas suspicacias en este caso, sobre la
que diré, que tan bizarro me parece el que decide enfrentar “lo que sea” en
esta dimensión, como el que determina el momento para mirar a la muerte cara a
cara y no esperar pacientemente a que la parca se pase a “recogerlo”. Eso sí, morir día a día o saltar sin red… ambas cosas conducen al mismo lugar...
Está asimismo la cuestión del que en el último instante no
se ve capaz de afrontar ese cáliz… porque ir hacia lo desconocido de forma “definitiva”,
puede ser para algunos, inspirador de gran temor y de “virgencita que me quede como estoy…”
aunque sea en estado de piltrafa… Excluyo
de todos los supuestos… a los “boquillas”, que ya llevan lo suyo de per se. Nada hay más ridículo que un suicida
ficticio, que no frustrado… Pero ojo!
Porque según las estadísticas, más del 90% de los suicidas efectivos, lo han anunciado en uno u otro momento. Es
decir, no todos los que manifiestan que lo harán lo llevan a cabo pero sí, que
ese abrumador 90% de los que lo hacen…
lo han advertido en alguna ocasión.
Son muchos más, incontables…
los sesgos a tener en cuenta en tal situación, pero no se trata aquí de
hacer un análisis vano y presuntuoso por mi parte de lo que Camús, Wilde o
Dostoievski, nada menos… o el
paradigmático y admirablemente consecuente
en este asunto, porque predicó
con el ejemplo… Jean Paul Sartre, consideraban el único asunto realmente
importante de la Filosofía. Esto quiere
ser, sin más, una sencilla reflexión de asimilación.
Hay además algunos matices de esta cuestión que me llaman la atención de forma mucho más
poderosa que otros. Puede que el principal sean los motivos... Porque
no es lo mismo decidir esa partida,
para huir de una cierta desesperación transcendental, sin importar aquí
el análisis de cómo las circunstancias de ese “absurdo existencial” del que
tanto habla la Filosofía desde todos los ámbitos, nos hayan podido abocar a esa
situación, que marchar por falta de dignidad o por rescate del dolor de una
enfermedad terminal… sea esta física o
emocional… Claro, que todos esos motivos, acostumbran a ser la pescadilla que se muerde
la cola. Pero juntos o por separado, en todos los casos citados, la “liberación” como
contrapunto al fracaso vital, sería el factor determinante de esa decisión.
Y ya para terminar,
diré, que tampoco me parece baladí aquí, la cuestión de algo tan aleatorio como
lo que consideramos “suerte”. Entendiendo por ello el
factor de lo que pudo haber sido y no
fue… por esos “azares causales” o
sincrónicos, que todos tenemos o “padecemos”… en nuestras trayectorias vitales. Eso que
muchos nombran como “destino”… Sobre
eso, me remito al texto de T.S. Eliot, que no hace tanto incluía en mi sidebar,
porque me parece de lo más apropiado al respecto y que utilizaré para cerrar lo
que largo está y sólo ha querido ser una humilde e insignificante disquisición
de una profana, que pide perdón por el atrevimiento y la densidad del texto, sobre
uno de los puntos más conflictivos de la vida. La muerte escogida.
Tiempo presente y tiempo
pasado se hallan quizás presentes en el tiempo futuro y el tiempo futuro dentro del tiempo pasado. Si todo el tiempo es eternamente presente todo tiempo es irredimible. Lo que pudo haber sido es mera abstracción quedando como eterna posibilidad solamente en el mundo de la especulación. Lo que pudo haber sido y lo que fue apuntan a un solo fin, que está siempre presente.