lunes, 30 de junio de 2014

Memorias de Adriano y ollas varias

Busto de Adriano de autor desconocido
___________________________

"En lo más profundo, mi autoconocimiento es oscuro, interior, informulado, secreto como una complicidad"

Marguerite Yourcenar
___________________


Me encuentro releyendo estos días, con placer, las “Memorias de Adriano” de la gran Marguerite Yourcenar. Un libro, que me impactó muy favorablemente en su primera lectura, hace ya un montón de años. Y que ahora de nuevo, me vuelve a provocar, las mismas gratas sensaciones de esa primera vez, y por añadidura, una especie de nostalgia de reconocimiento propio en los sentimientos de alguien, en principio tan lejano a mí, como un Emperador romano. Bien es verdad, que dichas memorias están escritas por una mano contemporánea y femenina, y probablemente tampoco sea ajena a esa sensación mi edad actual, mucho más próxima en esta segunda ocasión, tanto a la del protagonista como a la de la autora. Lo cierto, es que según voy avanzando en la historia y voy recordando, me doy cuenta que aún conservando la totalidad de mi esencia de entonces, mis impresiones sobre los distintos asuntos abordados, han ganado en matices. Lo que genera una, no sé si mayor… pero si me atrevería a decir, más profunda y amplia comprensión de lo leído.

El libro, más que excelentemente escrito y documentado, es una larga carta escrita en primera persona, que Adriano comienza por dirigir a uno de sus amantes más queridos, para terminar haciéndolo a su sucesor (Marco Aurelio). Todo él, es la  sincera reflexión personal que un hombre, sin más, hace sobre su vida y entorno en el umbral de su última etapa. La indagación honda y sutil, de alguien extraordinario por vida y circunstancias, sobre muchos y diferentes aspectos del alma humana. Y es que la autora, que huye de cualquier mistificación propia de un personaje tan fuera de lo común, sabe como penetrar y hacer argumentar al hombre desnudo que hubo tras la celebridad.

Son muchas las notas tomadas por mí en ambas lecturas, no obstante, no tengo intención de dejar aquí un corolario de las mismas, porque creo que resultaría oneroso fuera de contexto, y ya he dicho en párrafo anterior, que solo los matices de mis conclusiones han cambiado… pero hay una… que hace días que me tiene ‘meditando’. Dice así:

Cada uno se decide, vive y muere conforme sus propias leyes

Un aserto, subrayado en esta segunda oportunidad, probablemente porque en la primera, en esa vana presunción y seguridad de la juventud, debió pasarme desapercibido, escondido bajo una más que incierta ‘naturalidad’. Aparentemente, casi una verdad de Perogrullo. Pero ahora, en este presente tan ‘transcurrido’, posee o le doy… no sabría decirlo… unas connotaciones muy distintas. Porque aunque en última instancia, así sea, tanto nuestras leyes personales, como nuestras decisiones, a la luz de los años, no resultan ni tan verdaderas ni tan claras, como para darles esa exactitud contenida en él. Quizás, porque la razón se obnubila o se confunde ante los relámpagos de los innumerables estímulos a los que nos vemos sometidos a lo largo del camino. Y a nuestro pesar, adolecemos de esa indiferencia y neutralidad imprescindibles para resolver con la frialdad precisa, la multiplicidad de cuestiones que nos atañen. Por no hablar del azar, si es que tal cosa existe...

Como sea, todos terminamos por contar con toda una colección de aciertos y errores a voluntad propia, lo que por fin… parece dar a la frasecilla de marras, la  verosimilitud propuesta.


No sé… creo que me voy a tomar un gin tonic… ;)  

____________________________

domingo, 1 de junio de 2014

Ma non troppo...

Imagen de La mirada de cristal
_________________

"La palabra escrita, me enseño a escuchar la voz humana"
Marguerite Yourcenar
___________________

Contra mi costumbre, incluso quizás como terapia, dejo hoy aquí algo más personal de lo habitual. Es una dedicatoria destinada a alguien cercano de mi entorno ‘real’. Una realidad que ya no puede dejar de ir entrecomillada, y es que por diversos motivos, que todos los que utilizáis estos caminos alternativos de la virtualidad bien conocéis, esas comillas, están mucho más cerca de un itinerario atípico que de un paréntesis. Porque aunque aquí se esté sin estar, se está!

Es un escrito antiguo, ma non troppo, que de forma inusual no ha sido destruido y que cambiando aquí y suprimiendo allá, ha conseguido salvar la censura de alguien que se esconde en una aparente sociabilidad, cuando en realidad es de una reserva que roza lo enfermizo. Uno puede contarse a si mismo, aún sin mentir en ningún momento… de una forma que lo esconda o no lo muestre en demasía, aunque aparentemente pueda parecer todo lo contrario. Todo un arte defensivo que muchos practicamos… o debería decir, que no podemos dejar de practicar. Aún así, la escritura, es un arma poderosa en ese sentido, y, siempre digo que de una u otra forma, en mayor o menor medida, termina por mostrar el espíritu de quien la impulsa. Pero es esa una virtud que depende mucho más de la habilidad del lector que de la supuesta destreza para ocultarse del autor.

No es largo y espero que asimismo os resulte ligero, que no está la cosa para más pesadeces de las que ya nos acosan por todas partes. Y viene un poco al filo de mi entrada anterior, podría decirse que es origen al mismo tiempo que una ampliación de la misma y me incumbe de una forma ciertamente personal. Aparte de a quien se lo dedico, que sé que sí… no sé a quien más pueda resultarle útil, pero por poco que sea, con esa confianza lo traigo hasta todos aquellos que tengáis a bien leerlo.

Ha llegado un momento, en que ya no sé si rozo la misantropía o el asilvestramiento, y poco me preocupa. Sé, que he aprendido a llevarme bien conmigo y disfruto con ello. Quizás por eso, el paisaje de mis días se compone de cosas cada vez más sencillas, en donde el tiempo ya resulta ser un reflejo en el agua tan nítido como borroso. Equívoco. Lo que no deja de ser una sutileza impenetrable para los extraños a mi pequeño cosmos. Un mundo, donde escribir ha resultado ser un código para descifrarme a mí misma, sin importar demasiado quien me lea o sea capaz de entenderme. Lo que bien podría traducirse en este deseo cada vez más intenso de soledad y desprendimiento de bienes materiales. Hago una vida, a todas luces normal, pero sólo me mueven mis lecturas, mis caminatas, mi música y alguna charla puntual con alguien que realmente merezca la pena escuchar, por más intranscendente que sea el motivo. Incluso me complazco en el callejeo del anonimato urbanita.

Pero sobre todas las cosas, desde niña, me ha seducido al extremo el diluirme en el paisaje. Lejos de todo y de todos por más rodeada que me hallara o halle. Lo que siempre me lleva de regreso a donde crecí. Probablemente, porque de todo lo que me atañía, era lo único realmente bello y genuino que podía dominar y hacer mío con solo asomarme a la ventana de mi cuarto infantil. Todo un poder que no se me concedió en ningún otro ámbito hasta mucho más tarde y que sigo conservando cuidadosamente. Aunque a fuer de ser sincera, debería decir que tardé muy poco en declararme libre, porque eso, es algo que solo uno mismo puede otorgarse. Y es que al final, por más extraña o dificultosa que haya sido..., nuestra infancia, se conserva incólume. Y si así no fuese, nos faltaría una parte de nuestra alma.

Y aunque ese mundo de espacios y átomos puros ya no exista más que en mi memoria y la de unos pocos más… o  arrasado bajo las aguas de un pantano inútil, sigue viviendo en todos nosotros. En una parte de nuestro tiempo que sigue transformando lo trivial en esencial. Porque lo que no fuimos o no vivimos, nos conforma casi en la misma medida que lo que somos. Y siempre seremos ‘ausentes’ de ese lugar.
  
Por más que algunos en su estrechez mental, no vean más que agua o pura invención en esta dimensión… en ese inmenso lago que es ‘puerta de Ávalon’ para otros.


Para O.B.
_____________

LinkWithin

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...