sábado, 25 de junio de 2011

Nota *

Desconozco si por mi torpeza informática o por algún desconocido entresijo de blogger,  que últimamente anda rarito...una de mis entradas antiguas, sale como la actual... cuando la última que he publicado es esta:

http://cristal00k.blogspot.com/2011/06/de-como-el-destino-transforma-un-dia.html


*Por fin y gracias a los buenos oficios e instrucciones de un amigo, he conseguido enviar mi entrada de "Coma o vento" al lugar que le corresponde en Diciembre de 2010.  No borraré esta nota por respeto a los comentarios que han entrado en ella. Gracias por vuestra paciencia.

miércoles, 22 de junio de 2011

"Flores de asfalto"... O de como el destino puede transformar un dia vulgar, en uno inolvidable...

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Dedicado a esas "Flores de asfalto" que todos nos hemos tropezado
en alguna ocasión.
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¿O es  que consiste su misión en verse, aunque sea un instante, al lado de tu corazón?...


I.Turguéniev
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Un mediodía de calima húmeda bajo el techo de uralita de la gasolinera, en unión del polvo que levantan unas obras contiguas agostean ese final de Julio, potenciando un calor que se convierte en agobiante y la golpea con saña al abandonar el amparo de la refrigeración del coche. Aprovechando que está en su proveedor habitual, donde la conocen desde hace años, puede permitirse ajustar la cantidad que desea que le dispensen desde el exterior, acercándose al interior sólo para pagar una vez haya repostado. Hay prisa.

Finalizado el breve diálogo con el empleado, introduce la manguera en el orificio del depósito esperando agotar el trámite con rapidez, lo que al fin, pondrá el broche a una larga semana… Es viernes, y está cansada de tráfico, móvil y clientes. Con ganas de concluir su jornada laboral para perderse en la playa con sus fierecillas. Seguro que están impacientes por verla aparecer. Pero el siempre imprevisto destino la espera con otros planes en uno de sus caprichosos  vericuetos...

La manga ha cogido aire, el carburante tarda mucho en salir y lo hace a trompicones; maldiciendo su suerte, de nuevo se dirige al empleado, esta vez con un punto de impaciencia:

-Roger! Esto no chuta ni patrás!!

-¡Voy! Espera un momento.

A pesar de los esfuerzos del dependiente, el surtidor sigue resistiéndose a funcionar como es debido, lo que provoca el cambio del vehículo a otro suministrador. El coche queda entonces situado justo al lado de la zanja de obras, a pleno sol. El combustible comienza a salir raudo, por fin sin problemas, pero esos segundos próximos a la polvareda de las obras bajo un Lorenzo de canícula, se le hacen especialmente lentos. Casi de inmediato, el calor mortifica su piel perlando de sudor su cuello y su espalda. En un vano gesto de defensa, que intenta ser de refresco, se recoge el pelo maquinalmente hacia arriba con la mano que le queda libre. Y es entonces cuando presiente unos ojos clavados en su nuca...

Al girarse para comprobar que ocurre, sorprende a uno de los cinco obreros de la zanja escrutándola atentamente, mientras éste a su vez, es observado por un compañero al que le ha llamado la atención su evidente ensimismamiento. Al abrigo del tráfico y el ruido ensordecedor de las máquinas que utilizan, comienzan a hablar entre si, como si ella no existiese...

-¡tás embobao, chaval! ¿qué miras?- obrero 1 a obrero 2- con un deje de chanza en el tono-

Como pillado en falta, su compañero aparta la vista y sin dirigirse a nadie concreto, responde a su colega en apenas un murmullo, aunque en realidad está hablando para si mismo, en un tono impregnado de cierta tristeza que roza la resignación.

- A pesar de la distancia, el estruendo de las máquinas y aún de espaldas, vete a saber porqué... la respuesta es perfectamente audible y llega nítida a sus oídos-

-Lo que ya… nunca… voy a poder tener… -es evidente que se refiere a ella, o mejor dicho, a alguien como ella-

Después de cerrar el depósito, en el breve trayecto en que se dirige a la caja a pagar, tiene tiempo para escuchar las carcajadas y chascarrillos del resto de operarios a costa del comentario de esa extraña “flor de asfalto”, que el azar ha tenido a bien cruzar en su camino. En esos momentos, más allá de análisis alguno, le duele escuchar esas risas que le suenan a escarnio. Siente, que es como si se rieran de él por su causa...

Siempre ha huido de ser el centro de atención en ningún sentido y cualquier clase de lisonja aparente, acostumbra a parecerle una estupidez que roza el vituperio… por eso suele hacer caso omiso, aunque sepa agradecerlos si hace al caso, de halagos y galanterías cuando los cree sinceros, pero ¡vive dios! que en su ya larga memoria  a punto de cumplir los tropecientos, no recuerda que nunca le hayan dicho nada semejante ni más bonito. Y encima, sin dirigirse a ella en ningún momento.

Cuando llega a la ventanilla para abonar la compra, son evidentes dos cosas. Una, que sin importar en qué términos, en la zanja se está hablando de ella, la otra, que se la ve entre confundida y asombrada. Aún sin saber muy bien que ocurre, Roger, se ha percatado de que algo fuera de lo ordinario se está cociendo en su territorio e  intenta averiguar de qué se trata al preguntarle si la han molestado. Hace tanto tiempo que reposta y toma café ahí, que aunque entre ellos no existe una relación de amistad, si se ha desarrollado la típica confianza y familiaridad de los viejos conocidos.

-No, no, para nada. A mí, no. Pero… ¿puedo pedirte un favor, Roger?

-Sí, claro. Tú dirás, pero llevas una cara… que miedo me das!

- No te preocupes, pero estate atento por si acaso, y no te extrañes de lo que veas ¿vale?

-O.K.

Roger, se queda ojo avizor, en el umbral del despacho, observando como su “protegida” se aproxima hacia el coche con paso seguro y gesto de determinación en el rostro. En su actitud, hay un leve desafío al buscar los ojos de cuatro de los cinco hombres de ese foso entretanto sigue caminando. Los obreros, pillados por sorpresa, se quedan como en suspenso… presienten que algo no habitual, está a punto de suceder… Ella sigue avanzando, mirándoles de hito en hito. A todos, menos a uno.

Por fin, se planta decidida delante de ese “uno”, justo en el borde de esa trinchera ocasional y extendiendo la mano hacia él, en voz alta y clara le formula una pregunta:

-¿Me das un beso?-

Alguien para las máquinas, y de pronto, en ese reducido espacio se abre un inaudito cosmos que queda aislado del fragor urbanita en una extraña burbuja, donde un silencio no exento de cierta tensión se pone de manifiesto de forma palpable...

Hay un imperceptible tiempo aparte, en el que sus miradas quedan atrapadas durante unas milésimas de segundo que se prolongan indefinidamente. Ambos, están fuera de la realidad ordinaria, a sabiendas de que no hay posibilidad de punto en común alguno… que no sea esa etérea y singular luz del desencanto, que late al fondo de sus pupilas… Es, sin importar el objetivo de ese azar cósmico, como si ya se conociesen…  los dos tienen la certeza de que "eso" debía ocurrir ese día, a esa hora… También, que no volverán a verse jamás.

En cronología real, no se lo piensa ni un segundo. Como puede, se limpia las manos llenas de tierra en la camiseta y contra todo pronóstico, toma la mano que ella le ofrece y de un brinco ágil para su envergadura, salta de la zanja a su lado. Sin decir nada, la toma por la cintura al tiempo que la sujeta por el pelo… suave pero con firmeza… como si tuviese miedo de que ella fuese a evaporase en el último instante… y se funden en un inesperado, pero no por ello menos apasionado abrazo, aprovechando a fondo esa única oportunidad que les brinda el veleidoso destino.

Finalizado ese tiempo de gracia, un tanto turbado en medio de los aplausos y silbidos de sus compañeros, a los que se han unido algunos espontáneos que se hallaban repostando atentos al lance, no sabe muy bien donde mirar o poner sus manos, pero es capaz de articular unas torpes pero sinceras gracias.

-oye… que yo no quería… bueno sí, pero…. Nada, que ¡muchas gracias! Ha sido un regalazo.

-De nada. Ha sido un placer y un privilegio. Adiós.

-Adiós...

Esa noche, mientras fuma un último pitillo bajo una luna cómplice que baña su reflejo en un mar de oscuros destellos, una sonrisa baila en sus labios al pasar revista a ese fugaz momento de comunión, que por un insólito azar causal ha pasado a formar parte de su historia personal.

martes, 7 de junio de 2011

Fabulando...

                                             http://www.flickr.com/photos/hummyhummy/2659815920/
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A los que escribimos, siempre nos llega un día en que nos enfrentamos a la “hoja en blanco”. Sobre todo a los que lo hacen/mos desde un punto de vista  creativo, y sin la presión de algunos a los que no envidio en absoluto, de tener que presentar regularmente un artículo del que dependa nuestro condumio. Para estos últimos, la falta de inspiración debe representar un grave inconveniente. Aunque supongo que en esos casos el oficio,  proporciona unos recursos que a otros nos faltan. Y me figuro también, que el que escribe por encargo acostumbra a tener marcada una línea concreta,  que en principio debería facilitarle la tarea.

Creo que por lo general, más que el abandono de nuestra musa particular, muchas veces los que se produce en estas coyunturas, al menos en mi caso, es que creemos que nuestro trabajo no reúne las condiciones mínimas para que otros lo lean por motivos diversos… Hallando en esa línea, excusas  de lo más peregrino… estoy hablando de una cierta timidez existencial, incluso diría de una especie de temor o pánico escénico a revelarnos en exceso, que nos impide la publicación de ciertos textos.

Si el objetivo es que nos lean, que lo es, ¿porqué sino íbamos a publicar? todos los que de alguna forma estamos en esto de la escritura, tenemos o deberíamos tener…  una mínima exigencia de cierta calidad literaria, incluyendo en ello temas básicos como la ortografía, la presentación, la claridad o lo ameno de los textos. Pero salvada esta esencialidad, lo que acostumbra a “preocuparme” más en este sentido es no reiterarme en los temas. Eso, es lo que considero el quid de la cuestión.

Y dejando claro y aparte que hay autores que aún hablando siempre de la misma “cosa”, nunca nos resultan tediosos, según y cómo, independientemente de que el blog esté dedicado a prosa, poesía, relato, actualidad, comentario… o a un batiburrillo de todo ello ¿no tenéis a veces la sensación de estar escribiendo siempre el mismo post? Parece que sin importar el medio, todos,  tenemos unas tendencias definidas a la hora de expresarnos, pero una cosa es el estilo propio y otra muy distinta la repetición continuada y exhaustiva… En este sentido y por poner un ejemplo, merecen mención especial, esos típicos, abundantes y ciertamente aburridos espacios que todos conocemos, dedicados exclusivamente  al amor o desamor de turno… aunque también aquí haya honrosísimas excepciones.

También se descartan textos por demasiado personales… y aquí surge de nuevo otra pregunta que me hago a menudo…  sobre el interés que pueda tener no importa qué recuerdo propio, para los posibles lectores. Aún así, más o menos retocados,  auto-censurados o fabulados… con mayor o menor fortuna todos solemos publicarlos, y es  que si una palabra tiene que ver con escribir esa es Fabular ¿verdad?

Y a la espera de que las musas fabuladoras de este espacio,  vuelvan de sus vacaciones indefinidas… os deseo felices e inspirados Post’s

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