Dedicado a esas "Flores de asfalto" que todos nos hemos tropezado
en alguna ocasión.
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¿O es que consiste su misión en verse, aunque sea un instante, al lado de tu corazón?...
I.Turguéniev
Un mediodía de calima húmeda bajo el techo de uralita de la gasolinera, en unión del polvo que levantan unas obras contiguas agostean ese final de Julio, potenciando un calor que se convierte en agobiante y la golpea con saña al abandonar el amparo de la refrigeración del coche. Aprovechando que está en su proveedor habitual, donde la conocen desde hace años, puede permitirse ajustar la cantidad que desea que le dispensen desde el exterior, acercándose al interior sólo para pagar una vez haya repostado. Hay prisa.
Finalizado el breve diálogo con el empleado, introduce la manguera en el orificio del depósito esperando agotar el trámite con rapidez, lo que al fin, pondrá el broche a una larga semana… Es viernes, y está cansada de tráfico, móvil y clientes. Con ganas de concluir su jornada laboral para perderse en la playa con sus fierecillas. Seguro que están impacientes por verla aparecer. Pero el siempre imprevisto destino la espera con otros planes en uno de sus caprichosos vericuetos...
La manga ha cogido aire, el carburante tarda mucho en salir y lo hace a trompicones; maldiciendo su suerte, de nuevo se dirige al empleado, esta vez con un punto de impaciencia:
La manga ha cogido aire, el carburante tarda mucho en salir y lo hace a trompicones; maldiciendo su suerte, de nuevo se dirige al empleado, esta vez con un punto de impaciencia:
-Roger! Esto no chuta ni patrás!!
-¡Voy! Espera un momento.
A pesar de los esfuerzos del dependiente, el surtidor sigue resistiéndose a funcionar como es debido, lo que provoca el cambio del vehículo a otro suministrador. El coche queda entonces situado justo al lado de la zanja de obras, a pleno sol. El combustible comienza a salir raudo, por fin sin problemas, pero esos segundos próximos a la polvareda de las obras bajo un Lorenzo de canícula, se le hacen especialmente lentos. Casi de inmediato, el calor mortifica su piel perlando de sudor su cuello y su espalda. En un vano gesto de defensa, que intenta ser de refresco, se recoge el pelo maquinalmente hacia arriba con la mano que le queda libre. Y es entonces cuando presiente unos ojos clavados en su nuca...
Al girarse para comprobar que ocurre, sorprende a uno de los cinco obreros de la zanja escrutándola atentamente, mientras éste a su vez, es observado por un compañero al que le ha llamado la atención su evidente ensimismamiento. Al abrigo del tráfico y el ruido ensordecedor de las máquinas que utilizan, comienzan a hablar entre si, como si ella no existiese...
-¡tás embobao, chaval! ¿qué miras?- obrero 1 a obrero 2- con un deje de chanza en el tono-
Como pillado en falta, su compañero aparta la vista y sin dirigirse a nadie concreto, responde a su colega en apenas un murmullo, aunque en realidad está hablando para si mismo, en un tono impregnado de cierta tristeza que roza la resignación.
- A pesar de la distancia, el estruendo de las máquinas y aún de espaldas, vete a saber porqué... la respuesta es perfectamente audible y llega nítida a sus oídos-
-Lo que ya… nunca… voy a poder tener… -es evidente que se refiere a ella, o mejor dicho, a alguien como ella-
Después de cerrar el depósito, en el breve trayecto en que se dirige a la caja a pagar, tiene tiempo para escuchar las carcajadas y chascarrillos del resto de operarios a costa del comentario de esa extraña “flor de asfalto”, que el azar ha tenido a bien cruzar en su camino. En esos momentos, más allá de análisis alguno, le duele escuchar esas risas que le suenan a escarnio. Siente, que es como si se rieran de él por su causa...
Siempre ha huido de ser el centro de atención en ningún sentido y cualquier clase de lisonja aparente, acostumbra a parecerle una estupidez que roza el vituperio… por eso suele hacer caso omiso, aunque sepa agradecerlos si hace al caso, de halagos y galanterías cuando los cree sinceros, pero ¡vive dios! que en su ya larga memoria a punto de cumplir los tropecientos, no recuerda que nunca le hayan dicho nada semejante ni más bonito. Y encima, sin dirigirse a ella en ningún momento.
Cuando llega a la ventanilla para abonar la compra, son evidentes dos cosas. Una, que sin importar en qué términos, en la zanja se está hablando de ella, la otra, que se la ve entre confundida y asombrada. Aún sin saber muy bien que ocurre, Roger, se ha percatado de que algo fuera de lo ordinario se está cociendo en su territorio e intenta averiguar de qué se trata al preguntarle si la han molestado. Hace tanto tiempo que reposta y toma café ahí, que aunque entre ellos no existe una relación de amistad, si se ha desarrollado la típica confianza y familiaridad de los viejos conocidos.
-No, no, para nada. A mí, no. Pero… ¿puedo pedirte un favor, Roger?
-Sí, claro. Tú dirás, pero llevas una cara… que miedo me das!
- No te preocupes, pero estate atento por si acaso, y no te extrañes de lo que veas ¿vale?
-O.K.
Roger, se queda ojo avizor, en el umbral del despacho, observando como su “protegida” se aproxima hacia el coche con paso seguro y gesto de determinación en el rostro. En su actitud, hay un leve desafío al buscar los ojos de cuatro de los cinco hombres de ese foso entretanto sigue caminando. Los obreros, pillados por sorpresa, se quedan como en suspenso… presienten que algo no habitual, está a punto de suceder… Ella sigue avanzando, mirándoles de hito en hito. A todos, menos a uno.
Por fin, se planta decidida delante de ese “uno”, justo en el borde de esa trinchera ocasional y extendiendo la mano hacia él, en voz alta y clara le formula una pregunta:
-¿Me das un beso?-
Alguien para las máquinas, y de pronto, en ese reducido espacio se abre un inaudito cosmos que queda aislado del fragor urbanita en una extraña burbuja, donde un silencio no exento de cierta tensión se pone de manifiesto de forma palpable...
Hay un imperceptible tiempo aparte, en el que sus miradas quedan atrapadas durante unas milésimas de segundo que se prolongan indefinidamente. Ambos, están fuera de la realidad ordinaria, a sabiendas de que no hay posibilidad de punto en común alguno… que no sea esa etérea y singular luz del desencanto, que late al fondo de sus pupilas… Es, sin importar el objetivo de ese azar cósmico, como si ya se conociesen… los dos tienen la certeza de que "eso" debía ocurrir ese día, a esa hora… También, que no volverán a verse jamás.
En cronología real, no se lo piensa ni un segundo. Como puede, se limpia las manos llenas de tierra en la camiseta y contra todo pronóstico, toma la mano que ella le ofrece y de un brinco ágil para su envergadura, salta de la zanja a su lado. Sin decir nada, la toma por la cintura al tiempo que la sujeta por el pelo… suave pero con firmeza… como si tuviese miedo de que ella fuese a evaporase en el último instante… y se funden en un inesperado, pero no por ello menos apasionado abrazo, aprovechando a fondo esa única oportunidad que les brinda el veleidoso destino.
Finalizado ese tiempo de gracia, un tanto turbado en medio de los aplausos y silbidos de sus compañeros, a los que se han unido algunos espontáneos que se hallaban repostando atentos al lance, no sabe muy bien donde mirar o poner sus manos, pero es capaz de articular unas torpes pero sinceras gracias.
-oye… que yo no quería… bueno sí, pero…. Nada, que ¡muchas gracias! Ha sido un regalazo.
-De nada. Ha sido un placer y un privilegio. Adiós.
-Adiós...
Esa noche, mientras fuma un último pitillo bajo una luna cómplice que baña su reflejo en un mar de oscuros destellos, una sonrisa baila en sus labios al pasar revista a ese fugaz momento de comunión, que por un insólito azar causal ha pasado a formar parte de su historia personal.
Este texto, está basado en el recuerdo lejano de alguien muy cercano.
ResponderEliminarEs un texto muy hermoso y lleno de romanticismo en el mejor sentido de la palabra. También es una bella oda a la esperanza y a nuestra capacidad como seres humanos de hacer cambiar el ritmo previsible de los acontecimientos en busca de situaciones que pareciendo sorprendentes nos devuelven la ilusión por la vida.
ResponderEliminarInteresante y bella historia, Cris. Hay esos momentos en que el azar parece confabular, y aunque para nada uno lo tenga en mente, el propio aire te empuja a hacer lo que hay que hacer...
ResponderEliminarSin duda, ese obrero quedó "encantado" con su suerte, y aún debe andar contándolo por ahí, y ella con la grata sensación de haber seguido en ese momento el curso del aire.
Sólo me queda añadir que... ¡quién pudiera ser obrero de zanja en algunos momentos!
Dicho esto con todo el respeto del mundo, claro.
En fin... pues eso.
Un abrazo, Cris.
PD.- Cada vez escribes mejor, amiga.
envolvente...
ResponderEliminarComo envolvente se torna el destino cuando en el momento y el lugar del milagro, co-inciden quienes habrán de vivirlo...
Un placer leer asomarse a la ventana del tiempo en que sucede -todavía- este recuerdo lejano..
besos!!
Una bonita historia reflajada como una crónica de vida, me gusta el romance inesperado dentro de algo tan urbano y diario, es un relato lleno de ilusión, romance y bello
ResponderEliminarbesos
Esta historia me ha gustado en sí misma y por lo que tiene de secuencia vivida hace ya muchos años, en otras circunstancias claro está, pero con un desenlace parecido.
ResponderEliminarLo inesperado tiene la magia del arte efímero, que es agudo, intenso, pero que se desvanece entre vapores como si nunca hubiera existido.
Un beso.
He quedado seducido por la actitud de esa mujer y me ha venido a la memoria el recuerdo de otra muy similar. Sólo que el obrero era un escolar que tenía apenas 10 años. A lo mejor, si venzo la timidez, lo cuento cualquier día...
ResponderEliminarUn abrazo muy festivo, Cristal
"Feliç revetlla de Sant Joan"
Luis :
ResponderEliminarPues te aconsejo vencer esa timidez, aunque cueste... es toda una terapia.
Y ya estoy deseando leer ese recuerdo de tu infancia.
Moltes gracies e igualment! ja tinc las coques... ¿i tú?
Ah! i petonets en exclusiva!!!
Bella historia nos traes hoy, Cristal. La emoción va en aumento, a medida que nos vamos adentrando en ella.
ResponderEliminarTambién a mí, como apuntan algunos comentaristas, me gustaría tener un encuentro de esas características.
Me quedo con la duda de quien es la protagonista de la historia, jeje!
Un abrazo cordial.
Hola Cristal
ResponderEliminarMaravillosa historia llena de emoción como apunta algún comentarista. Eso si, nos dejas con la intriga de saber más.
Un abrazo
Por un instante, me has hecho soñar y desear estar en ese pedazo de momento.
ResponderEliminarDaría algo por haber visto la cara de él cuando ella le pregunta si le da un beso.
Bello, Cristal.
Lo bueno del laberinto de la vida es que no solo encuentras varias salidad, sino también en sus esquinas muchas sorpresas.
ResponderEliminarHermoso relato.
(cuidado con Repsol... que son capaces de cogertelo!!!)
;-)
Un abrazo.
un texto mágico, me gusta, saludos
ResponderEliminarDel millor que t'he llegit, maca.
ResponderEliminarI això que ja coneixia l'història, de "viva vocce".
Aviam si et poses d'una vegada de debò amb el d'escriure. Ja seria hora... Petonets.
Lluis
Krapp:
ResponderEliminarMe alegra que le guste a vd. de forma especial Doctor. Y sí, el relato, basado en un recuerdo... quiere ser un soplo de esperanza entre tanto desaliento como nos invade por todas partes.
Muchas gracias por tus palabras, amigo.
Antonio:
ResponderEliminarPues no sé si el "aire" o qué cosa sería, pero... aparte literaturas, realmente"eso" sucedió.
Y ojalá ese obrero de alma sensible donde las hubiere, mantenga ese recuerdo entre lo bueno de su historia personal.´
Al menos, así lo espera la otra protagonista de esa historia.
Un abrazo y muchas gracias por tus palabras.
Isis:
ResponderEliminarAsí es, hay momentos de magia que se dan en este universo de forma inevitable... aunque sean un suspiro...
Pero su aroma perdura para siempre en nuestro recuerdo ¿verdad?
Muy acertado tu comentario, querida.
Un besazo.
Mixha:
ResponderEliminarCuesta decidirse a "novelar" según que recuerdos, pero hay veces que algo te empuja a hacerlo... aunque no sepas muy bien el porqué...
En fin!, seguro que tienes un montón que has utilizado y utilizas para tus entradas.
Un besazo, querida. Y suerte en la presentación de tu libro.
Josep (señor escritor):
ResponderEliminarLo inesperado tiene la magia del arte efímero, que es agudo, intenso, pero que se desvanece entre vapores como si nunca hubiera existido.
solo añadiría a tu frase, y eso es lo que lo hace inolvidable...
Me encanta encontrarte entre mis letras, amigo.
Un abrazo muuuy fuerte y...¡cuídate mucho, mucho, mucho!
Godot:
ResponderEliminarPues muchas gracias por decir eso de mis letras, amigo.
Y la protagonista de la historia, prefiere quedar en el anonimato, por el momento, jeje!
Un abrazo.
Fernando:
ResponderEliminarPues muchas gracias por decir eso, de mi relato, amigo.
En cuanto a saber más... sólo te puedo decir, que hay momentos de epifanía que se nos presentan de improviso a los que no se puede renunciar...
Pues eso, y un abrazo fuerte Fernando.
¡Hombre! Don Felipe:
ResponderEliminar¿Dónde te habías metido? Bien está haber novelado ese recuerdo, si a alguien lo ha hecho soñar...
Y la cara de ese ser especial, seguro que decía muchas cosas...
Besos, amigo y con o sin velo... acércate más... ¿sí?
Gabi:
ResponderEliminarPues una de gambas, pa mi amigo Gabi... ¡gracias!
En cuanto a los de Repsol, escenario de la historia, por mí... si pagan! enchanté de la vie de que la utilicen ¡ya ves!
Un besazo mu gordo.
Esteban:
ResponderEliminarPues de nuevo muchas gracias por tus palabras, amigo.
Saludos!
Lluis:
ResponderEliminarBueeeeno, doncs si la meva história t'ha fet descovrir-te, benviguda sigui...
Merci per passar-te.
Una maravilla de relato. Lo imprevisto, es inquietante, aunque sea bueno. La foto preciosa. Besos.
ResponderEliminarPues muchas gracias, por decir eso de mi relato, Rosa maría. Y bienvenida de nuevo a este espacio.
ResponderEliminarSaludos.
Es una historia preciosa. Y si además es real. Me uno a pensar que existen los milagros y las almas generosas, como la tuya Cristal con tan estupenda historia y tan bien escrita.
ResponderEliminarHay momentos mágicos que se presentan de improviso y te llevan... y creo que muchas veces deberíamos "volar" en ese sentido- El mundo sería lago menos oscuro ¿verdad?.
ResponderEliminarCreo que tú sabes algo de eso...
Un beso Aseret.
Jejeje.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, ¡qué emocionante!.
No veas la de películas que me he montao mientras lo leía. Yo, usando mentalmente tu foto presentación en este blog, te he convertido en la decidida protagonista. Cuando leo que le pide un beso al operario, me digo, "no, no, no... el origen de esta actitud no está nada clara".
Emoción, intriga y dolor de barriga.
Es un dicho, me ha gustado, me ha intrigado y he estado a punto de saltar párrafos a trompicones pa llegar antes al final de la historia... ains, que ansioso me he puesto...
Hombre, sr. pianista, (de cualquiera nada de nada) verá vd.: hay días y momentos especiales, que nos impulsan a salirnos de nuestros comportamientos habituales (adg). este, fue uno de ellos. Cosas del destino, supongo...
EliminarUn abrazote, Carlos.
No cualquiera tiene ese valor! Premios de la vida seguramente para ambos. Hermoso relato. Besos.
ResponderEliminarYo no le diría valor Rosa María, quizás impulso empático o acto reflejo emocional... entre dos 'perdedores' que se reconocen al verse. Pero vete a saber...
EliminarMuchas gracias por leerme y dejar huella a de tu paso :)