miércoles, 5 de noviembre de 2014

Dust in the wind...

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"Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla,nos habremos quedado para siempre al margen de nosotros mismos"
Fernando Pessoa
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La primera entrada de ‘La mirada de cristal’ es un breve texto, como casi todos aquí, que escribí a modo de presentación más o menos mediado el año 2008. La de hoy, desconozco si será la última, pero la pergeño a tal modo por si lo fuese. Lo que está claro, es que no tengo corazón para hacer desaparecer esta breve, en tiempo que no en importancia, parte de mi vida. Así que, hasta que San Bloger no decida lo contrario todas estas letras… quedaran bajo el amparo de esa insólita y no sé hasta que punto, acogedora ‘nube’ que nos da cobijo a todos por el momento. Y quien sabe…

Por otra parte, decir -hola o adiós- en un blog, puede resultar un empeño inútil porque es presuponer una audiencia que quizás no exista… aunque la haya habido en algún momento. Al fin y al cabo, los analizadores o contadores de visitas, no dan una idea demasiado exacta de la vida de estos espacios, ya que una entrada desde un buscador puede producirse por muchos motivos distintos a un interés de lectura. Las hay que duran segundos, los que tarda el consultante en darse cuenta de que no era eso lo que andaba buscando. Uno de mis post, aparentemente más populares, con casi cinco mil vistas -que no visitas- hace referencia en su título a una frase musical muy utilizada, que es, lo que muy probablemente haya provocado esa ingente cantidad de registros. Ya que en realidad, los artículos más leídos de La mirada de cristal son los que están bajo la etiqueta de Física. Son pocos, unos 10 de los aproximadamente 200 que he publicado hasta hoy, pero me satisface comprobar que me explico lo suficiente en un tema tan complejo como para que sean de los más visitados. En todo caso, para mí, aunque me guste que me lean, el blog, ha representado muchas cosas, pero nunca un concurso ni una competición de visitas.

Tampoco me iré sin decir, y sobre esto podría abrirse un blog monotemático, con no pocas entradas, que iniciar unos de estos espacios es como dar a luz a una criatura a la que crees controlar… pero que en un momento dado se nos va de las manos, porque va adquiriendo vida propia, con lo que ello conlleva de inabarcable. El resultado es en muchas ocasiones, aún sin pretenderlo, la muestra o quizás la creación… de un ego escondido que surge de nuestra entraña más profunda. Escribir, no tiene sentido si no nos revela, aún en la fábula más alejada de nuestra realidad. Lo que no infiere automáticamente que seamos exactamente como escribimos, error muy común en muchos lectores bisoños,. Escribir, al cabo, es quizás la necesidad de manifestar un pálido reflejo de la mejor o peor versión de nosotros mismos, dependiendo de las razones últimas que cada uno tenga para ello. A lo que solo añadiré, que la mía, respetable como la que más, no deja de ser solo otra de tantas opiniones al respecto.

Así pues, tras acumular casi 200 seguidores, lo que tiene su mérito si tengo en cuenta que jamás he practicado la ‘visita blogeril’ con intenciones captadoras, 193  entradas -194 si cuento esta que estáis leyendo- y más de siete mil y pico de comentarios, aunque aproximadamente la mitad sean míos respondiendo los vuestros, ha llegado el momento de decir –adiós- a esa hipotética audiencia de la que hablaba un poco más arriba. También, a ese puñado de lectores más o menos  habituales, que me habéis acompañado a lo largo de estos años. A unos cuantos, muy pocos, os he desvirtualizado o estáis conmigo -en y por- otros medios, pero agradezco vuestra atención a todos, del primero al último de cuantos hasta aquí os habéis acercado, aunque solo haya sido una vez y ni siquiera vayáis a leer estas líneas.
   
Siento y sé… que de alguna forma, estoy cerrando una etapa que comenzó como un reto tecnológico conmigo misma y que jamás pensé que llegaría tan lejos ni en el tiempo, ni tampoco en mi forma de hacer, incluso de pensar… Si tengo que hacer un balance, el haber pesa bastante más que el debe, aunque esa partida también exista. Porque aunque sin duda, han sido muchos más los aportes o los descubrimientos positivos que lo oneroso, después de un tiempo prolongado en este mundo virtual, te das cuenta que el mismo no es tan etéreo como pueda parecer en un principio… las afinidades o divergencias que se producen en la inter-acción, se hacen tan o más evidentes que en esa otra realidad que ‘creemos’ nos concierne de una forma más ‘física’. Me refiero, por poner un ejemplo común, a que todos los usuarios habituales de estos medios, nos hemos encontrado alguna vez en esa tesitura de escribir una entrada dedicada a un tema en concreto, sabiendo de antemano y con poco margen de error, quien y qué va comentar J. Prácticamente igual, que en ese otro mundo más palpable. Sin menoscabo de las sorpresas que siempre somos capaces de concedernos unos a otros.

Sobre este asunto de los comentarios, que sería en principio la única inter-acción permitida en este medio, escribía hace unos días de forma mucho más resumida de lo que hoy lo haré aquí, contestando el mail de un lector de La Mirada. Hay muchas clases de seguidores en un blog. Existen esos supuestos lectores o adeptos silenciosos, sobre los que nada se puede decir, porque no pasaría de la vana especulación. Y luego están los que -sí- se manifiestan, sin importar la frecuencia con que lo hagan. Todos los casos, para mí, son de agradecer, pero… y lo que voy a decir, no quiere ser una crítica, sino la constatación de un hecho percibido. Los hay de muchos tipos y con ‘intereses’ bien diferentes, como asimismo habréis observado vosotros también. Desde el que llega despistado a través de no importa que buscador, no tiene blog ni nada que se le parezca y por el motivo que sea (adg) decide quedarse tu link, para seguir visitándote, hasta el que sólo busca que también tú comentes en su propio espacio, aunque previamente debe gustarle también lo que lee. O al que le da exactamente lo mismo y prácticamente reitera siempre el mismo comentario, con tal de que tú le comentes. Los que te encuentran a través de un comentario escrito en un blog común (probablemente la mayoría) y los que sin importar como hayan llegado hasta el blog, poseen una afinidad evidente con nosotros (aunque sean muy diversos) y con los que, poco a poco, terminamos por tener una relación que traspasa la frontera virtual, sin importar como sea esa ‘transferencia’. También, al que le caes ‘fatal’ y aún así, no se sabe porque oscuros motivos, te sigue… más que comentando… ‘in vigilandum’ J. Sin olvidarnos, del que sólo comenta en las entradas polémicas y busca ‘lucirse’ a nuestra costa, (y  a fe, que muchas veces lo consiguen!) aprovechando la feliz coyuntura de que no piensa como nosotros (algo que sería muuuy aburrido). Están también, los picaflores, que tal como aparecen se evaporan y algún otro que se arroga un magisterio de requerimiento y amistad, ni pedido ni buscado. Y no puedo dejar de mencionar, a esos otros lecto-seguidores, que pertenecen a nuestro entorno más o menos cercano y que son los típicos que solo leen para, ‘a ver qué hace este/a’ y a los que he dado en llamar -rastreator’s-. En fin! de todo, como en botica. 

Aún así, y reiterándome por enésima vez, excepto estos últimos, ¡todos, absolutamente!  han sido bienvenidos a este pequeño y humilde laboratorio de letras que ha resultado ser La mirada de cristal. En el fondo, y como dice la canción que os adjunto al final de esta entrada, solo -Dust in the wind- (polvo en el viento)

Mucho más se podría añadir sobre las experiencias y el influjo que ejercen estas bitácoras sobre sus autores, y no obstante no haber dos experiencias iguales y por hacer una última reflexión se me ocurre, que pasado un tiempo, establecidos esos lazos de conexión con nuestro entorno blogeril, sin querer e inadvertidamente… en muchas ocasiones ‘nos ataca’ o  desarrollamos… una cierta autocensura a la hora de escoger temas o en la forma de plantearlos, para no molestar a este o aquel… Aunque este medio, sea también exponente de justo lo contrario y haya quien va buscando el ‘epatar’ continuo en sus entradas y argumentos, porque está claro que cada uno es muy libre y dueño de actuar como le plazca. Y no sigo porque sino, aquí nos dan las uvas… J


En fin! sea como sea, antes de amarrar “La mirada de cristal” a puerto, hasta quien sabe cuando… quiero deciros, que ha sido un placer y un privilegio afortunado, navegar en vuestra compañía durante todo este tiempo, incluso cuando ha sido a contra-corriente. 

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