viernes, 17 de febrero de 2012

El día menos pensado...

                                                       http://www.flickr.com/photos/princeofelba/2219241382/
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Mientras el duende  que vive en su punta Norte se desliza indolente por uno de sus rayos, la Luna, hastiada de Invierno, bosteza aburrida. Ambos observan la Tierra con el ánimo sereno y escéptico del que  conoce lo irremediable.

Conversan sobre la lucha sin cuartel que se desarrolla desde hace miles de años ahí abajo. El Duende, expone  como la dualidad que rige en esa esfera se encuentra en un punto ciertamente impreciso… Turbio. Parece ser que sus coterráneos están llegando al  zenit de su  crisis de absurda estupidez… cada vez cuesta más distinguir, el grano de la paja, la noche del día, el bien del mal, el blanco del negro… Consecuentemente,  viven ¿o vegetan?... sumergidos en el  “gris” de la resignación y la incertidumbre.

En los archivos de  memoria sideral del Duende del Norte y Selene, se viene grabando desde hace miles de años, como  una abrumadora mayoría de los moradores  de ese planeta, sin importar la especie a la que pertenezcan,  perecen por doquier de hambre, enfermedad y miseria, ante la perversa indiferencia del resto. Pero últimamente, incluso esa breve minoría que hasta ahora se creía salvo de penurias básicas,  ya no está tan segura de estarlo  tanto…  e inquieta…  dileta ante difusas pantallas y extrañas herramientas sin cuerpo real, que a no tardar, sustituirán por lo que Madame Censura y Don Dinero, dos más de sus absurdas creaciones, decidan que cambien…  y gasten...

Y  al tiempo que el gris va creciendo de forma desmesurada… los hierbajos incontrolados y la pseudo bondad que sólo beneficia a una pequeña parte de sus diferentes  hormigueros, reinan en ese Planeta cada vez menos azul… donde sus pobladores parecen esperar entre pacientes como conviene a la malvada avaricia de unos pocos, y estupefactos por demás, un incontrolable y extraño "santo advenimiento", que no acaba de llegar y que probablemente no haga más que aumentar la crueldad y la necedad en la que viven inmersos  desde tiempos inmemoriales.

A lo que Selene asiente con el gesto, pero responde indulgente, que a pesar de todo…  ese  mundo aparentemente vacío de bondad y de extrañas sonrisas baldías, que intenta en vano escapar de la crueldad de los dioses que él mismo ha creado,  retiene todavía mucha belleza por disfrutar… y que quizás “el día menos pensado” en medio de tanta molicie, algunas  de sus gentes se decidan por fin a abandonar el  maléfico letargo en el que están instalados y comience una nueva forma de existencia para sus habitantes.

A punto de retirarse, sonríe y apunta: fíjate, Duende,  la luz ya alarga… y se cierne la primavera en los días… 

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