http://www3.flickr.com/photos/bcnbits/
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Hay momentos y lugares, más allá de lo majestuosos o recoletos que nos resulten, en los que parece que la naturaleza vaya a absorbernos. Haciéndonos sentir su poder de abducción, al punto, que parece que vayamos a desaparecer en ellos como un árbol o un insignificante, pero no por ello menos importante, guijarro más.
El bosque, independientemente de si ha sido retocado por la mano del hombre, como en la foto, o permanece salvaje, es uno de esos lugares que acostumbran a cautivarnos, a atraparnos… con ese encanto invasivo que tienen las cosas y las gentes seductoras en grado sumo… abstrayéndonos absolutamente de cualquier cosa, que no sea ese sentimiento que nos vacía de todo… hasta el vuelo… Máxime, si estamos en esa soledad buscada y necesaria, totalmente sanadora.
Y es que hay un tiempo, para todo…
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Tampoco está mal tu bosque de HADAS. Hay blogueros que me llaman Hada, pero yo reservo mi parte de Bruja, sin la que no podría vivir.
ResponderEliminarEscribes como aletean las mariposas, volveré para seguir tus vuelos.
Un besín
Sólo destacar, que ésta, es mi entrada nº 100. Cuando abrí este espacio, nunca imaginé que sería capaz de escribir tantos artículos, aunque a algunos de vosotros, los más prolíficos, os puedan parecer pocos para dos años y meses...
ResponderEliminarY en otro orden de cosas, que es una pena que la foto no salga en un tamaño más grande, porque es magnífica y pierde en el tamaño que blogger redimensiona.
En fin... hasta siempre y gracias a todos los que os acerquéis.
Sí, Cristal, la naturaleza nos absorve y nosotros a ella. Al fin y al cabo, somos lo mismo. No sé si es cuestión de tamaños (no lo creo), pero al igual que un bosque o un parque puede acogernos, nosotros podemos integrarlo en nuestra mirada. En el fondo es que se establece un puente entre ambas partes, y para eso es imprescindible un contacto psíquico. Y ese contacto, esa comunicación, se da a menudo en la "soledad buscada y necesaria" que mencionas.
ResponderEliminarGracias y felicidades por esta entrada nº 100. Todo un placer leerte.
Un abrazo, Cristalook.
(...) Sobre todo, si estamos en esa soledad buscada y necesaria, totalmente sanadora.
ResponderEliminarComparto totalmente esta idea: la soledad es buena, necesaria, sanadora. Las personas que no saben estar solas... no sé, yo siempre he buscado mi rincón solitario.
Sentirse parte de la Naturaleza; he ahí, quizá, el secreto.
Besos, Cris-tal.
Oye.... qué casualidad, la de hoy también será mi entrada número cien. Je, je... Otra vez el azar!
ResponderEliminarFelicidades por el centenario.
ResponderEliminarA falta de alguna selva tropical donde perderse me quedo con el bosque atlántico, el antiguo, el que no ha quedado arrasado por la productividad insolente de los eucaliptos y los pinus pinaster. Allí donde reinan castiñeiros, nogueiras, salgueiros y su majestad el carballo.
En ocasiones, el ser humano deja de mirarse el ombligo y alza la mirada hacia los bosques, las estrellas o lo infinito.
ResponderEliminarEntonces uno se siente pequeño, humilde, insignificante.
Es entonces cuando estamos preparados para seguir creciendo...
Un abrazo
Feliz entrada nº 100 :-)))
ResponderEliminarY sí, el bosque es ese algo que nos devuelve a la parte sagrada y antigua que todos nosotros contenemos. Comparto tu gusto por el bosque, por esa extraña sensación, por el crujir de hojas ;-) y ese aroma de madre tierra.
Me han entrado unas ganas de tirar corriendo hacia el campo... Si no fuera porque estoy currando....snif..snif..
ResponderEliminarUna foto preciosa y una realidad indiscutible Cristal. Una de las cosas que me gustan de Ud, es el respeto al autor de las imágenes con que ejemplifica sus entradas. Es una actitud de respeto y agradecimiento que lamentablemente no está tan difundida como debiera.
ResponderEliminarVivo en un lugar apartado del mundanal ruido, y aún así, siempre me "abducen" parajes como estos.
Un bosque tiene un encanto natural, una magia especial, quizás incrementada por las tantas historias oídas desde nuestros primeros sonidos. La naturaleza es el mejor centro de energía positiva, es bueno darse un espacio para ir a su encuentro.
ResponderEliminarFelicitaciones amiga por tus 100 entradas, todas las que he leído han sido muy jugosas.
Besos...
Hola Cristal:
ResponderEliminarPues totalmente de acuerdo porque esa sensación de la que hablas yo la he tenido y cada vez que me acerco a uno me deja en un estado de abstracción tal que podriamos decir que es un estado próximo a la felicidad más absoluta.
Me ha gustado mucho y enhorabuena por los 100
volemos, hasta lo más alto del bosque.
ResponderEliminarmil besos,chica mala*
ah! felicidades por las 100!
ResponderEliminarFelicidades por la centena.
ResponderEliminarSi cambiamos bosque por desierto yo también vuelo...Hay un tiempo y un lugar para todo...
Supongo que ya lo conocerás, pero tu entrada junto con mi imaginación me han llevado al bosque de hayas de” La Fageda d'en Jordá”, en la reserva natural del Parc Natural de la Zona Volcànica de la Garrotxa. Podríamos jugar al escondite...
ResponderEliminarFelicidades por esas 100 magníficas entradas de tu bitácora.
Un fuerte abrazo
Ha llegado mi dama,
ResponderEliminarsu pelo rojo le da al viento
un atuendo de fuego.
Su fragancia me sacude.
Soy un hombre maniobrado
por las circunstancias.
He perdido la desolación que me aislaba,
el dato esencial ya no es la quietud,
en mi rostro se instala la sorpresa.
No puedo hacerme a un lado
ante el aturdimiento que se acerca,
dejo que me alcance la catástrofe.
Quiero padecer de nuevo
el saqueo en las entrañas,
la fiebre animal en la sangre,
el insomnio delirante,
el triunfo inútil.
anuar.
Ay sí los bosques, son mágicos verdad?? A mi me encanta cuando me voy para mi tierra, allá por el norte, meterme en ellos y respirar. Hmmmmmmmmmmmmmm.
ResponderEliminarComo naturaleza sobrecogedora, a mi pareció Ordesa. Que pasada. Fuimos en pleno mes de diciembre con todo nevado, sin un alma por allí. Uff, aquello imponía Cristal!!!
Besoss
Preciosauria,
ResponderEliminarBienvenida a visitar mi blog.
Te estaré leyendo,
un abrazo.
anuar iván.
El bosque es un buen lugar para conseguir esa soledad necesaria y sanadora, que cada vez parece más difícil de conseguir.
ResponderEliminarHoy, es una pausa tu texto, Cristal.
«De los cuentos que me leyeron en la infancia y los que luego leí y fui escogiendo por mi cuenta, me fijaba sobre todo en aquellos personajes que se quedaban un poco atrás, un sapo desorientado, un elefante patoso, una gallina de plumaje deslucido. Más tarde, cuando entraron en mi vida relatos que trataban de gente parecida a mí, de niñas inquietas y soñadoras que no entendían el mundo de los adultos y que preferían refugiarse en sus fantasías, comprendí que en la vida había muchas pistas que parecían asuntos secundarios y que daban pie a historias verdaderamente principales.»
ResponderEliminar(Soledad Puértolas, Discurso de ingreso en la R.A.E., 21 de Noviembre de 2010)
^*ENTANGLED*
ResponderEliminarSoledad Puértolas o Ana María Matute, son un claro ejemplo, de que hay a quien su genius loci particular, le sigue protegiendo por más años que pasen.
Si no, conservar... al menos sí recordar... esa mirada emocionada y no contaminada de la infancia, es un privilegio, que quiero creer que aún mantengo. Aunque eso, me cueste a veces, entender a un mundo prisionero de una falsa adultez y que cree demasiado en lo "que dice el libro".
Vivimos en el empirismo rabioso y hasta lógico, incluso liberador en grado sumo, de un péndulo, que aún está en lado opuesto y agudo, al oscurantismo de siglos de adoctrinamiento espiritual de conveniencia y de religiones y esoterismos manipuladores, etc... Y que quizás ha renunciado demasiado alegremente a otras formas de conocimiento, a las que se está llegando de nuevo a través de Ciencias hasta no hace tanto, puestas en duda.
Pero lejos de eso, incluso de ese cartesianismo que nos aprisiona, existe una "fenomenología de la espiritualidad", más Husserliana que Hegeliana, que aunque contradictoria en si misma... nos da un respiro... a los que escogemos o creemos en otras bifurcaciones del camino.
Muchas gracias, por de alguna forma identificarme en esas palabras de Soledad Puértolas, amigo. Eres todo un lujo de este blog.
He sentido paz sólo con leer tu comentario. A mi el monte, la naturaleza en general me da esa sensacion de absorberme de mimetizarme con ella, me relaja, me da paz...
ResponderEliminarQue bien me he quedado, gracias
Un beso
Quien no haya sentido esa comunión, no sabe lo que se pierde. Es tremenda la sensación de ser y estar con la Naturaleza e inenarrable dejarte mecer en esa bruma dulce.
ResponderEliminarGracias por compartir con nosotros esta entrada nº 100 y por tus brazos abiertos siempre.
Ers un lujo.
MARINA:
ResponderEliminarPues muchas gracias por acercarte a mi bosque y por tus palabras. Siempre serás bienvenida.
Y este, es un lugar frecuentado por brujas, trasgos y hadas... de hecho, ahí vivo...
Gracias por venir.
ANTONIO:
ResponderEliminarYo creo, que los habemos, a los que la naturaleza nos incumbe de una forma especial... como si ese puente que mencionas, nos viniese dado... como si nada fuese posible en nuestras vidas, lejos de ella y de ese sentimiento tan difícil de explicar y tan fácil de sentir. Estoy casi segura, de que me estás entendiendo.
En fin, gracias por tus palabras y por acercarte siempre.
Un beso.
ADU:
ResponderEliminarLas personas que no saben estar solas, son dependientes, y eso nunca es bueno para encontrar un mínimo equilibrio.
La soledad, a pesar de su infundada mala fama, es siempre el primer paso hacia la libertad. Lástima que muchos no sepan verlo.
Me alegra saber y comprobar que tú sí.
Besos.
KRAPP:
ResponderEliminarAunque tierra adentro, crecí, en ese bosque atlántico de la Galicia profunda que describes, y eso imprime carácter. Entiendo bien lo que dices, y aunque lo echo a faltar todos los días, soy capaz de seguir disfrutando de la naturaleza en otras formas... El bosque mediterráneo, también tiene su encanto y de otro modo, pero ha sabido como embrujarme.
Muchas gracias, por venir tan a menudo, amigo, por tu siempre bienvenida sinceridad y por estar ahí, a pesar de controversias varias.
YANDROS:
ResponderEliminarDejar de mirarnos el ombligo, es lo que nos hace grandes P. Y la naturaleza en la forma que sea... nos acerca a nuestra parte sagrada... a ese cosmos de donde vinimos y con el que nos acabaremos fundiendo de nuevo.
¡Que bueno! verte de nuevo entre mis letras Yandros.
Un peazo abrazo!
Mi MALVADA preferida:
ResponderEliminarcrash, crash, crash, chunk, chunk, chunk... es que unas están secas y las otras mojadas... jajaja
Te sé de las mías e integrada por completo en el bosque. Me gusta verte, preciosa.
ARGUI:
ResponderEliminarEl puñetero curro de los webs, que tantas cosas nos roba.. ¿verdad?
Claro que tal como pintan las cosas, afortunado tú, que tienes...
Pero seguro que encuentras el momento de acercarte a la naturaleza y disfrutar de ella-
Mua! crack.
RODRIGO
ResponderEliminarVive vd. en el lugar perfecto y lejos de lo marrones de la gran ciudad. No sabe como le envidio. Y esos parajes abducen sólo verlos, cierto.
En cuanto a lo de las fotos, le diré: que respetar la propiedad intelectual, me parece básico en este medio y en todos. Pero en este tema en concreto, no siempre es fácil... Como sea, intento desde mi pequeño problema con aquella entrada que me "piratearon" desde la página de "Falsa realidad", y que me hizo tomar conciencia de lo importante del tema, a todos los niveles y gracias a la amiga Gárgola, que me mostró como hacerlo, intento dar referencia de la autoría de las fotos.
Un abrazo y muchas gracias por acercarse.
Por un momento me he visto sentada en ese banco, escuchando el viento que mece las ramas más altas.
ResponderEliminarLevantando los ojos para ver el cielo más allá del verde de esos inmensos árboles, sintiendo la quietud y la magia de esos momentos de soledad deseada que producen escalofríos de placer.
Maravillosa entrada, amiga.
Un abrazo
TOCAYA:
ResponderEliminarMe alegra que te gustase, Tocayita. La verdad es que la naturaleza en estado puro, siempre nos renueva y nos limpia... ¿verdad?
Gracias por venir.
DANIEL:
ResponderEliminarMuchas gracias por tus palabras. Y sí, la naturaleza en forma de bosque es energía positiva en estado puro.
Me gusta verte por aquí, amigo... aunque en tu caso debería decir viejo amigo porque estás en La mirada de cristal, desde su primera entrada. Todo un placer.
FERNANDO:
ResponderEliminarMe alegra ver que somos tantos, los que buscamos ese contacto que nos renueva. Seguro que en tu caso, lo has conseguido en múltiples formas.
Afortunado tú, que tienes ocasión de viajar a menudo.
Gracias por acercarte.
RAYUELITA:
ResponderEliminarGracias. Y volaré hasta los más alto del bosque, sólo porque sé, que ahí estarás tú.
MUA!
VITA:
ResponderEliminarAsí es, hay un tiempo y un lugar para todo. Y me imagino que la belleza del desierto también debe de ser cautivante en grado sumo.
Gracias por tu felicitación y por acercarte de nuevo. Un beso.
LUIS A.:
ResponderEliminarPues sí, conozco bien La Fageda, y en esta época es una auténtica maravilla de dorados y granates... hummmm!
Dan ganas de perderse ahí sin fecha, ni destino, a jugar al escondite, o sencillamente desaparecer...
En fin, hay lo que hay!
Muchas gracias por tu felicitación y por acercarte de nuevo.
Un beso.
ANUAR:
ResponderEliminarPreciosos versos y bella carta de presentación. Bienvenido a este espacio, Anuar.
Saludos cordiales.
ROSA:
ResponderEliminarEl Norte, es un gran lugar para perderse en el bosque, ya lo creo!
Y Ordesa, es una auténtica pasada... acampé ahí, en la noche de los tiempos... todo un privilegio que ahora creo que no está permitido. Ventajas de peinar canas, jeje!
Un besazo, preciosa.
FELIPE:
ResponderEliminarMe alegra que te hayan proporcionado paz mis letras, amigo. Pero es que una sola imagen de bosque desencadena esa sensación... ¿verdad?
Gracias por acercarte de nuevo.
Mi LOLA:
ResponderEliminarPues me alegra haberte traído paz con mi entrada. Y estaba segura de que podía contarte entre las mi@s en este asunto... y en otros... jeje
Un besazo, guapísima.
LUISA:
ResponderEliminarQue bueno, verte entre mis letras, amiga. Y realmente el que no ha experimentado la naturaleza en soledad absoluta, se pierde algo realmente extraordinario, ya lo creo!
Me alegra saberte entre las mías. Y tú si que eres un lujo, donde quiera que vayas.
Un besazo.
¿recibiste mi mail?
ResponderEliminarEntrar en un bosque, caminar casi de puntillas entre su vegetación, elevar la mirada hacia los altos árboles, escuchar a los animales, oler la tierra húmeda... Todo nos lleva a contactar con esa parte primitiva y esencial que aún se esconde en cada uno de nosotros. Deberíamos prestarle atención más a menudo, no estaría el mundo tan gris y crispado...
ResponderEliminarEnhorabuena por tu entrada número 100. ¡Un abrazo!
LAURA:
ResponderEliminarSí, aunque nos empeñemos en lo contrario y en muchas ocasiones vivamos de espaldas a ella, nuestra naturaleza más profunda siempre sabe como acercarse a esa parte de nuestro ser que aún le pertenece. El bosque es sólo un catalizador.
Bienvenida, Laura. Un abrazo también para ti.
Amiga Ceistalook
ResponderEliminarMuy rica tu entrada, rica en doble sentido: enriquecedora y sabrosa.
Esa comunión con la Naturaleza la acabo de sentir recientemente ante el mar; y también esa sensación de pequeñez extrema.
Fíjate que me quise acercar a la playa tarde por la noche -estaba con mi hija-. Se veían sensacionales las estrellas (Orión en todo su esplendor; Tauro, Géminis, Sirio...) y las olas del Pacífico azotaban espléndidamente, rítmicamente y con una fuerza espectacular. Hasta ahí, todo iba muy bien, pero en un momento dado tomé conciencia de la ENORMIDAD de ese mar, de su infinito poder y su eternidad, hasta que me sentí totalmente sobrecogida. Hacía tiempo que no me pasaba, y lo consideré sano y necesario.
Un beso, desde mi pequeño y querido valle del centro de México.
Paseo por un bosque casi todos los días, pero había olvidaddo la suerte que tengo de poder hacerlo, la fuerza que me regala en dada uno de sus paseos y la magia...
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo y buen finde
LIZ:
ResponderEliminarSentir el mar y su rítmica cadencia es un privilegio que disfruto prácticamente todos los días, pero en vez del inmenso Pacífico, uno más pequeño, el Nostrum, que aunque no llega a Océano, tiene igualmente un encanto cierto.
Me alegra encontrarte, amiga.
Un beso.
TONET
ResponderEliminarPues es todo un privilegio que el bosque forme parte de tu vida cotidiana, Tonet. Te envidio por ello.
Muchas gracias por acercarte y bienvenida a mi espacio.
Hace algunos meses alguien me recomendó una película francesa Séraphine basada en una pintora que acaba volviéndose loca aunque sus pinturas son maravillosas.
ResponderEliminarMe llamó la atención el amor hacia la naturaleza y como se abrazaba a los árboles como seres vivos que son quizás de esta manera nos ayude su energía.
Un abrazo
jejeje, yo también soy despistada a tu estilo Yuri.
ResponderEliminarUn abrazo.