
Imagen extraída de Internet de origen incierto
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Sin prisa aparente pero sin pausa, de nuevo llega una de esas fechas a las que desde que abrí este espacio, dedico una atención especial. Mañana, de nuevo se conmemora el día de la Mujer Trabajadora. Desde aquel aciago 8 de Marzo de 1908 (aunque hay quien lo sitúa en otra fecha) en que 106 mujeres fueron masacradas vilmente en una fábrica de Nueva York, hasta hoy, son muchas las féminas que han dejado y siguen dejando… su vida por el camino en una lucha, nunca reconocida como tal. Una lucha, que podríamos remontar a la Lisístrata de Aristófanes, pasando por las ciudadanas libertarias de la Revolución de Revoluciones, Clara Zetkin o Mary Wollstonecraft, Campoamor, Zambrano y tantas otras silenciadas injustamente y a menudo mal vistas, criticadas y escarnecidas. Algo, que algunos, aún se niegan a reconocer.
Porque a pesar de los diferentes lavados de cara y maquillajes a los que se somete este asunto, con leyes y discursos evidentemente políticos… en busca de ese voto que tanto nos costó conseguir… la realidad última, más allá de legislaciones favorables, que afortunadamente después de duras batallas, hemos obtenido, es que socialmente, incluso en Occidente (y ojo! porque somos el referente de esta lucha) seguimos bastante por detrás de las leyes que en principio deberían amparar a hombres y mujeres por igual. Nuestro enemigo, al menos en Occidente… y siento decir esto… es alguien a quien damos la mano confiadas y camina a nuestro lado. De porqué eso es así, dan razón las estadísticas y multitud de estudios culturales, que no toca a un espacio como este analizar, pero que ahí están para quien quiera comprobarlo. Por lo visto, nos está costando más de lo previsto, a todos, hombres y mujeres… salir de la caverna.
Como buena muestra de ello, transcribo hoy aquí un breve artículo de La Vanguardia de ayer domingo de la Periodista y Socióloga, Cristina Sánchez Miret, estudiosa del tema y colaboradora habitual de ese diario. Dice así:
“En el diccionario de la RAE, aparece en la forma femenina de la definición de muchos oficios, la acepción de “mujer de” y en cambio no aparece la forma simétrica de “marido de”. De manera que un peluquero lo es, sólo por oficio y, en cambio una peluquera lo es tanto por ello como por ser la mujer del peluquero. Normalmente en este tipo de acepción se señala que es una forma en desuso- o al menos esa es la interpretación que yo he establecido de las indicaciones que aparecen junto a la definición- y aunque sigo sin entender, porque se mantiene, miro con distintos ojos, este tipo de entrada desde hace dos semanas.
Una alumna vino a la tutoría de trabajo de final de grado con una idea muy clara –cosa que no es habitual- sobre el tema que quería desarrollar. Iba a analizar el paro. Le pregunté por qué y me dijo que se había quedado sin trabajo después de siete años en una empresa. Por la crisis, dije yo. “No-me contestó- por ser mujer”. Y me lo contó.
Todos los trabajadores de la empresa fueron llamados para hacer una restructuración de plantilla. No sólo a ella le ofrecieron pasar a un contrato fijo discontinuo, pero sólo en su caso –ante la evaluación de la dificultad que suponía para la economía de todos los afectados este nuevo tipo de relación salarial- la respuesta del representante de la empresa fue “si usted esta casada, la hipoteca que la pague su marido”
Se despide a hombres y mujeres, pero en el caso de los primeros nunca se utiliza como argumento que los mantenga su mujer -aunque en la mayoría de los casos trabajen los dos- y eso es así porque a los hombres se les supone el derecho –y también la obligación- de trabajar. En cambio a las mujeres, aunque ya no se discute en público -e incluso se llega a afirmar lo contrario-, este, es un derecho que se le sigue poniendo en entredicho de facto.
El martes, es el 8 de Marzo, el día internacional de la Mujer. Ojalá no existiera la conmemoración, puesto que si se celebra es porque sigue siendo necesario reivindicar la persistente –porque no dejamos de contribuir a su reproducción- y negada –por muchos, demasiados…- situación de desigualdad por razón de sexo en la que vivimos.”