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El relente de esa noche clara de Noviembre se refleja bajo la luz de las farolas en forma de fina neblina. Parece que por fin el padre invierno accede a mostrarse. Ella, cobija sus manos heladas en los bolsillos de la chaqueta y avanza hacia el cajero. Él, está fuera en la calle, sentado en el suelo, justo en la entrada del vestíbulo y no es viejo… Por un extremo de la manta sucia y raída asoma su mano derecha sujetando una botella de ginebra medio vacía, por el otro, aflora su zarrapastroso calzado; la mano izquierda como olvidada, exangüe sobre la acera como si no le perteneciera. Una masa compacta y opaca de pelo de un color indefinido, enmarca una mirada derrotada que parece abismada en la nada. Perdida en el firmamento…
La urbanita que vive en su interior valora veloz la situación y decide que esa triste figura es inofensiva… A medida que se aproxima, su humanidad le llega en oleadas como una amalgama de efluvios a sudor, humedad rancia y aliento metálico. Sólo cuando llega a su altura, se percata de que sus ojos no vagan sin rumbo como pensó unos metros más atrás. En realidad está observando el cielo nocturno atentamente.
Sin detenerse, de una manera inconsciente ralentiza sus pasos durante un segundo imperceptible e instintivamente alza la vista en la misma dirección. Al bajarla, él, atrapa sus ojos en los suyos y su mano izquierda abandona la acera por unos instantes para señalar una maravillosa Luna escarchada en cuarto creciente, sumergida en un brillante y vaporoso halo Novembrino...
- Una voz suave le indica en apenas un murmullo:
-¿Ves esa estrella tan cercana? –Ya no la mira-
-¿A la Luna? -pregunta ella fascinada-
-Sí, ésa. Es Júpiter…y un poquito más a la izquierda… debería estar Neptuno… Hoy se ve especialmente bien… es porque están en Capricornio… seguramente a finales de Noviembre… -su tono denota una nota interrogante, esperando confirmación-
Ella asiente con la cabeza, sin dejar de mirar a esa bóveda que los ha unido en ese único y mágico trance. Mientras... una tenue luz azul invade ese rincón, hace tan sólo un momento teñido en gris anodino... y pinta un esbozo de sonrisa en ambos rostros.
-Piensa en decirle algo más… pero él, de nuevo está muy lejos...
Al salir del cajero susurra un adiós. Los dedos de su mano izquierda se mueven de nuevo sobre la acera… en un gesto que sabe para ella…