8 de marzo día de las mujeres

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A los que acostumbrais a venir por aquí con frecuencia desde hace tiempo, no os parecerá rara esta entrada en absoluto. Incluso creo que os hubiera extrañado, que una fecha como la que se avecina, se me hubiera pasado por alto. Pues ya veis que no, sigo en mi trinchera.

He suprimido del título de la entrada, la palabra “trabajadora”. Porque el solo hecho de ser mujer ya lo implica… ¿o conoceis alguna que no lo sea? Os ruego, a todos, que para hacer válido el aserto anterior, penséis en vuestras madres… incluso en los millones de super-abuelas que siguen en la brecha, asumiendo tareas que hace tiempo deberían haber relegado al pasado… y no en cuatro pijas anecdóticas, que salen en los medios. Estoy hablando de la mayoría y el común de las mujeres.

En estas líneas voy a referirme prácticamente sólo al “primer mundo”y aunque el mundo es sólo uno, la situación actual de las féminas en los “otros” me ofende tanto y tan profundamente, que seguramente perdería las formas si lo hiciese. A ese respecto diré tan solo, que según un informe de Amnistía Internacional, Intermón Oxfam y la ONU dice lo siguiente:

EN EL MUNDO, UNA DE CADA TRES MUJERES HA SIDO GOLPEADA, VIOLADA O HA SUFRIDO ABUSOS. (sí,sí, una de cada tres)

Algo que no necesita comentarios. Ese titular, habla claramente de la Violencia que se ejerce contra el género femenino, sin eufemismos de ninguna clase. Y se da con mayor frecuencia y en una proporción mucho más alta en zonas del planeta poco desarrolladas. Es indicativo que donde más bajo es el índice de violencia de género, sea en las sociedades más avanzadas. Y al contrario.

Pero existe, otro tipo de violencia sibilina, cruel y encubierta que se da por igual en ambos mundos, y casi casi, desde la noche de los tiempos. Además de guerras, enfermedades y penurias varias, comunes a ambos sexos, la mujer, por el hecho de serlo, y sólo por eso, está sometida y es sojuzgada y victimizada por comportamientos por los que el varón, no lo es. Incluso es alabado por ellos. Podía haber escogido cualquier otro tema, pero ,este, me parece especialmente perverso, porque está totalmente automatizado e incluido en el comportamiento de hombres y mujeres, y recibe un apoyo tácito de la sociedad, en mayor o menor grado, en función de la cultura en la que se produzca. Pero se da en todas, absolutamente en todas.
Hace años, en un Diario de tirada nacional, al que estoy suscrita desde hace mucho, en un artículo de uno de sus colaboradoras, me impactó de forma especial, por la coincidencia total con mi forma de verlo. Parecía que la articulista me había leído el pensamiento. Creo recordar que estaba escrito por la sicóloga Remei Margarit, a la que tal vez conozcáis por alguno de sus trabajos. He tratado de localizarlo en Google, pero ya sabeis de mi torpeza para estos menesteres…

A pesar de ello, tanto me gustó, que creo poder transcribirlo memorísticamente, si no exactamente, de forma más o menos aproximada… estoy segura, que la mayoría al igual que yo, suscribiréis hasta los puntos y las comas.

Más o menos la sicóloga decía lo siguiente.

Un pequeño preámbulo, hacía referencia a que en la mayoría de religiones del planeta, se cultiva la virginidad como un valor de canje, de cambio. En una especie de bolsa de economía basada en fundamentalismos varios, donde dicho valor, la virginidad, aún cotiza al alza de una forma totalmente aleatoria y arbitraria. Se refería asimismo a que esa pequeña membrana llamada himen que reduce la entrada de la vagina en la hembra del homo sapiens, era absurdamente objeto de todo tipo de especulaciones y averiguaciones varias… y afirmaba que no debería tener nada que ver con valores supuestamente morales, que se asocian a graves faltas si la dichosa membrana se rompe por cualquier motivo. Especialmente por tener relaciones sexuales.
También que desde que en los albores de la humanidad se relacionó el acto sexual con la procreación, el hombre, o algunos hombres (que nadie se queje de generalismos) necesitaban la certeza de que su prole provenía de sus células de una forma que no dejase lugar a dudas. Y es ahí donde se crea la gran prisión de la mujer. Es decir, la mujer debería llegar con el himen indemne e incólume a la cópula con el varón. Eso implica el suplicio de un control exhaustivo y permanente de la mujer. El precio de ese control, entre otros muchos males, podría llegar a pagarse con la vida. Y en muchos lugares sigue siendo así todavía hoy…

Inventáronse palabras como “adulterio” con toda la carga peyorativa que conlleva el término… (adulterar, engañar, mezclar cosas que no resultarán en nada bueno o prohibidas) Y se llega a penalizar con la vida la libertad de escoger con quien o quienes se quiere estar. Pero ¡atención! sólo es un comportamiento penalizado en la mujer.

O sea, un invento el de la “cotización de la virginidad” , al igual que ese intento permanente de control del cuerpo de la mujer, que además de una quimera, no es más que un reflejo de la desconfianza y el desamor del hombre hacia ella. Algo que la convierte en esclava, en cuanto que pasa a ser un bien de consumo del varón, que toma posesión de ella de una manera “cosificada” y con un valor añadido, otra vez y siempre a favor del varón: la fidelidad absoluta, so riesgo de que sobre ella caigan todos los males habidos y por haber, incluyendo la privación de libertad e incluso de su propia vida.

Habla entonces de los medios de comunicación, que nos dan cuenta cada día y se refieren a feminicidios, perpetrados por las parejas de las víctimas, en una especie de terrorismo cotidiano que pasa ya prácticamente desapercibido en las páginas interiores de los diarios y que inexplicable y desgraciadamente, se va convirtiendo en una costumbre, lo que hace que ya, casi no sea ni noticia.

Y pide que se diga todos los días, alto y claro desde los medios, que el odio que mata a las mujeres, por su género, siempre motivado por los celos o ese control cruel e imposible sobre un ser humano, es el mismo que mata de forma indiscriminada y masiva en los trenes o los aviones. Exactamente el mismo odio.

Dice también que cualquier fundamentalismo comienza aprisionando a la mujer en
función de su cuerpo y sigue propagándose en círculos cada vez mas amplios. Y exige y cree que el hombre debe reflexionar ¡y mucho! Sobre ese derecho que se ha atribuido a controlar a la mujer. Sostiene asimismo, que el hombre presupone ese derecho a hacerlo debido, en buena parte, al invento de algunas religiones al respecto -TODAS GOBERNADAS POR HOMBRES, FALTARIA MÁS- que tratan a la mujer como, adorable, en tanto que se la supone virgen y fiel, o como rameras y mujerzuelas si se las sospecha promiscuas y por lo tanto depravadas y detestables. Os ruego que calibréis en este momento, como se valoran esos mismos comportamientos cuando se refieren al varón…

Y nos pone en guardia acerca de las consignas que sobre la mujer, dan las distintas ramas de diversas religiones. Una religión, es tan sólo un intento del ser humano de transcender de su condición de mortal y debería pertenecer por completo a la esfera de lo privado de cada uno.

Y finaliza advirtiéndonos de las intenciones de algunos individuos erigidos en líderes religiosos, en un intento de obtener la influencia y el poder que nunca obtendrían por la vía civil y democrática del sufragio. Y que no dejemos que “gente” de esa calaña jueguen con el miedo a la temporalidad inherente al ser humano, que todos podamos tener. Y que es, en el discurso de esas comunidades, donde se encuentra el germen del odio contra las féminas, disfrazado de virtud. Un odio que incluye nada menos que a la mitad de la humanidad.

No sé que opinareis vosotros, pero para mí, acierta y mucho Remei Margarit.
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