sábado, 21 de diciembre de 2013

La puerta...


Imágenes de La mirada de cristal
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Delante y tras la puerta, cada uno escoge su prisión o su libertad. Ella, es imparcial. Un umbral independiente e intemporal que sin importar en que sentido, acostumbramos a cruzar a voluntad, hasta cuando creemos que no.
  
Porque incluso en un mundo no ideal, la vida, además de un misterio... es sobre todo, una elección.

Un recuerdo emocionado para los que ya traspasasteis la última. Y a los que aún ‘estamos’, os/nos deseo que las que crucéis/emos en los próximos tiempos que se avecinan, sean las adecuadas para conseguir vuestros/nuestros más preciados sueños y deseos.

Nunca falta el tiempo para eso, pero tampoco sobra.   

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miércoles, 4 de diciembre de 2013

Desempolvando...

                                                 http://www.flickr.com/photos/jordasin/291308740/in/photostream
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Esta, es una antigua entrada, que publiqué con el título de Cuento de Navidad. Un café ¡venga! y que hoy he creído oportuno desempolvar. De ahí el título. Y como de eso, hace ya cinco añitos del ala, espero y deseo, que además de que os guste... os sepa a nuevo...
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Su esposo le pasó el diario abierto por el obituario.

- ¡Eh! ¿esta Marta no es tu amiga?

La esquela resaltada en negro, le escupió un Marta Navarro Peña que la sobrecogió.
“Sus apenados hijos, Ramón y Enma comunican..."

Sin duda era ella. Después de tanta búsqueda…al fin... lástima que fuera en esas circunstancias.
La reseña decía que se daba el duelo por recibido, sin facilitar  ninguna dirección mortuoria…
Durante un buen rato se quedó en suspenso sin saber que hacer. Pero al cabo de unas horas, decidió que haría una visita a alguien en honor de Marta. Aunque nunca se lo había dicho, le constaba que también se había hartado de buscarla sin resultado alguno. Merecía saberlo.

-Hola, Luis -saludó al entrar-

-¡Hombre, Esther! ¿cómo va todo?

Entre ellos había una curiosa familiaridad, aunque en realidad apenas se conocían. Un azar puro y duro había creado esa relación ocasional y siempre que se acercaba por allí, muy de vez en cuando, no podían dejar de acordarse de como se conocieron. No acostumbraban a hablar de ello, pero siempre que se veían, ese recuerdo flotaba entre ellos.

Un par de años atrás, había entrado en esa chocolatería por casualidad, cansada de cargar las bolsas. Le venía de paso y el frío en la calle era intenso esa mañana. Un calorcito agradable la confortó al entrar, permitiéndole sacarse el abrigo y los guantes. En la TV, los niños de San Ildefonso cantaban los números de la lotería de Navidad como si les fuera la vida en ello.
Se sentó en la única mesa libre, junto a la cristalera; le gustaba ver la calle abarrotada de gente, entrando y saliendo de las tiendas. Miró hacia la barra buscando con la vista al camarero y entonces la vio. Una “sin techo”, encaramada en el taburete del rincón con sus infra pertenencias rodeándola, la miraba atentamente. Pasando el rato, retardando el momento de salir de nuevo a la intemperie. No sería mucho mayor que ella.

Mientras se acababa de instalar, pensó brevemente en que no era extraño que se hubiera puesto al abrigo del frío y que tenía suerte de que la hubieran dejado entrar en el local. Menos mal. Intuyó que provenía del albergue para indigentes de dos calles más abajo,que debía de estar a tope a causa de la temperatura reinante. En ese barrio del casco antiguo, en pleno centro, no era extraño tropezarse con alguno.

Como buena urbanita curtida, en cuanto el camarero se acercó dejó de prestarle atención. Ordenó un chocolate con una ensaimada, mientras repasaba mentalmente la lista de regalos que tenía y los que le faltaban.

Desde que sus hijos habían crecido, cada año se le hacía más cansino todo ese montaje de regalos, comilonas, visitas obligadas y alegrías forzadas. Lo daba por otra de tantas batallas perdidas… Pasaba de tirarse el típico rollo “progre” de: “a mí, nunca me ha gustado la Navidad” aunque fuera bien cierto en su caso. Ni de niña. Y tenía claro, que había cosas que le gustaban muchísimo menos.

Siguiendo el curso de sus pensamientos, después de observar las bolsas, calculó que le faltaban tres regalos. Decidió que saliendo de allí se acercaría al Corte Inglés y lo dejaría solventado en un dos por tres. Sonrió para ella misma, sintiéndose un poco estúpida, por el cutre pareado que le acababa de salir. Sonó el móvil y mantuvo una breve conversación con su hermana, ultimando detalles de la cena de Nochebuena.

Mientras se ponía el abrigo y los guantes de nuevo, para abandonar el local, una ráfaga de viento helado se coló por la puerta, al tiempo que entraban dos críos con su madre. Sonrió otra vez con una cierta nostalgia, al oír como los amenazaba con suspender la entrega de la carta a Papá Noel si no dejaban de pelearse. Se sentaron justo enfrente de la vagabunda.

Por un momento, sus miradas volvieron a cruzarse. Y de pronto, como una revelación, algo le dijo que la mujer no había dejado de observarla. La vio saltar del taburete mucho más ágil de lo que nunca hubiera supuesto, avanzando hacia ella sonriendo. No miró hacia atrás, después de hacerlo disimuladamente a ambos lados, porque se sentía totalmente atrapada en aquella mirada…
Y también, porque en medio de ese súbito pasmo, un escalofrío de recuerdo se abría en su mente, al escuchar  como pronunciaba su nombre...

-Hola, Esther...

No salía de su asombro, no era posible…. Parecía… Pero...

- No te acordarás de mí… Soy Marta, Marta Navarro... del Instituto…. hicimos el Bachillerato y el COU juntas. Me sentaba justo detrás tuyo.

Inmersa en un considerable desconcierto, apenas acertó a balbucir en voz baja:

-Sí, sí, sé quien eres…discúlpame, no te había reconocido...

Aunque sus pensamientos se sucedían a toda velocidad, la sorpresa la mantenía paralizada. No se atrevía a preguntar ¿qué tal? o ¿Cómo te va todo? porque lo que de verdad pugnaba por salir de sus labios era un ¿pero qué te ha pasado? ¡así de grande!

En su porte y en sus ojos, aún se adivinaba un último rastro de dignidad, pero su cara reflejaba claramente las huellas y los estragos de años de alcohol y vida callejera. ¿Y qué se había hecho de aquella espléndida melena que la distinguía? ¡Por Dios...!

Ella, que siempre fue mucho más desenvuelta, la sacó del apuro.

-¡Cuánto tiempo! ¿verdad? Al principio no estaba segura de si eras tú, pero cuando te he oído hablar por el móvil ya no he tenido dudas. Andas de compras de Navidad supongo.... Yo vengo a desayunar aquí, a veces… -con algo menos de aplomo-

Casi se sonrojó al ver como miraba las bolsas. Se sintió como una pija miserable y prepotente. Pero reaccionó al fin.

-Pues me alegro de verte Marta, siéntate aquí conmigo y hablamos eh?

-Tendrás prisa… ya te ibas… -La miraba a los ojos-

- Un café, ¡venga! -Le sostuvo la mirada-

Marta aceptó el café y se sentaron.

Y contra todo pronóstico, la química que las uniera un día, volvió a funcionar casi de inmediato. En apenas media hora, era como si se hubieran visto un par de semanas antes. Marta desplegó todo su encanto, que no era poco, y la verdad es que había mucho para contar por ambas partes.

Realmente, habían estado muy unidas en esos años de Instituto. Y en el fondo de aquellas pupilas, aun latía el alma de aquella adolescente con la que tanto había congeniado y compartido en esos años mágicos de iniciación y descubrimientos en mil correrías. Habían sido inseparables. Su madre las llamaba: “el pack”. Luego, al empezar la Universidad en Facultades diferentes, poco a poco e inexplicablemente, se habían ido distanciando hasta perderse la pista. Lo último que había sabido de ella, hasta ese momento, es que se había ido a Alemania con una beca.

También sorprendentemente, al cabo de varias horas de conversación, Marta, era cualquier cosa menos una perdedora. Su peripecia vital resultó ser tan intensa y apasionante, que redujo su indigencia casi a una pura anécdota más. Inspiró cualquier cosa menos lástima. Quizás, porque la inteligencia es siempre un grado superlativo, que faculta a quien lo posee, para apreciar o disfrutar la vida desde muchos y distintos puntos de vista.

Les costó despedirse con la chocolatería a punto de cerrar, cerca de las diez de la noche. Luis, las fue atendiendo durante toda la jornada, observándolas con curiosidad y disimulo al principio, pero el diminuto local no permitía más que una intimidad muy relativa.

Al final de la tarde, intervenía en la conversación riendo abiertamente con ellas. Cautivado por la situación y por la simpatía de Marta, que no cesaba de gastarle bromas y se lo había metido en el bolsillo sin reservas. A pesar de los avatares de su vida, conservaba fresca aquella fina ironía un poco cínica, que le salía de natural y que siempre la hizo tan especial. Al pedir la cuenta, les hizo prometer que volverían si las invitaba. Ambas lo juraron solemnemente entre risas.

Llegado el momento de irse, Esther le facilitó su dirección y su teléfono, conminándola cariñosamente  varias veces a que mantuviesen el contacto. Marta prometió llamarla a no tardar, para darle su nueva dirección en cuanto se instalara...

-Pero en su mirada, latía claro el “adiós”-

Hoy, igual que otras veces, hablaban de nimiedades, pero mientras lo hacían... Esther le pidió un bolígrafo al mismo tiempo que abría el diario y rodeaba con un círculo la esquela. Entretanto él la leía atentamente, abandonó por última vez el local.
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jueves, 28 de noviembre de 2013

Dulce Noviembre...

Imágenes de La mirada de cristal
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Un rumor de arroyo cercano, se abre paso sobre el murmullo del viento, despeinando indiferente a árboles y nubes que van gestando otro crepúsculo de dorada majestad.

Un regalo, este bosque misterioso, que sólo rompe su silencio inquietante, en el hollar del caminante sobre los lujosos mantos de hojarasca.
  

Adiós, frío y dulce Noviembre, de exiguos días y pájaros huidos…








jueves, 14 de noviembre de 2013

Y...

Imagen de La mirada de cristal
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Hay, en la espera,
un rumor a lila rompiéndose.
A.Pizarnik
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Y vendrá un tiempo, en que acabará esta noche, donde todos los niños perdidos en este adulto desamparo que nos come sin remedio, saldremos a la luz esclarecedora. Y no habrá más desconcierto, ni dolor, ni oscuridad.

Y ya, sin  'porqués'…  acabará la gran batalla, la que torna las ruinas de la memoria y el amargo trago, en dulce destino. Y en la misma desnudez de la llegada, un viento generoso y acogedor arrasará nuestro recuerdo, dispersándolo en el gran silencio. Excarcelados al fin.

Y el olvido de los vivos, nos permitirá ser todo aquello que no fuimos… y quisimos...

Y a pesar de los funestos profetas del infortunio y crueles olimpos varios, levaremos anclas con las manos libres, que no vacías…  hacia una ‘nada prometida’ de eternidad y libertad, donde estarás tú y también yo.

Y quizás todos.

Lejos, muy lejos de aquí.


¡Vuela! Víctor.
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domingo, 3 de noviembre de 2013

De hipérboles e imposibles...

Imagen de La mirada de cristal
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Sólo tendremos lo que hayamos dado.
Ida Vitale
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La cinta, empuja el equipaje con suavidad. En su mente, aún resiste esa mirada perdida, como de perro abandonado… que vuelve a sumirla en la culpabilidad de esos adioses puntuales.

Al atravesar el arco de metales, piensa que esto no era lo pactado, ni siquiera lo esperado, y a ello se aferra como último recurso. Lo han hablado por activa y por pasiva, para siempre ponerse de acuerdo, escabulléndose todas las veces, en la misma mentira... Una hipérbole a la baja, que no es óbice para que en cada despedida la invada esa inesperada y vaga sensación del verdugo.

La factura de ese desgaste de tiempo y desencuentro llega ya en las nubes. Un flashback de imágenes aflora imparable, sumergiéndola en un capítulo de su vida de una belleza impoluta. Perfecta. Quizás ‘la historia’, por antonomasia. Pero desleída en esa misma nostalgia de lo vivido, de lo sentido… de lo que aún ‘es’, en un deje de amargura, asoma el topo de la liberación. Del fin.

Sabe que es el tiempo. En el fondo, lo que impedirá el estropicio. Porque tan importante como la llegada, es el momento de la partida.

Y es que a pesar del esplendor, de la serendipia del hechizo, de ese embrujo enajenado y fuera de lo común… hay mochilas, que más allá del error o acierto que represente su asunción, se viven como inexcusables. Por eso, lo que no puede ser, no puede ser… y además es imposible. 

Pero ese tiempo, les pertenece para siempre.
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miércoles, 23 de octubre de 2013

Y viceversa...

Imagen de La mirada de cristal
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                                     No habría luz sin oscuridad... y viceversa...
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La mañana, rezuma soledad, rutina… De todo, menos luz...

La voz, es tan solo el sonsonete de fondo de sus días, lo que las amarra a lo cotidiano, a lo que abarcan. Como un bastón.

Y entretanto las miradas se fugan, una vez más… a través del tiempo y la ventana… en un utópico viaje de sol y libertad.

-Un murmullo llega desde atrás, para musitar-

-Nunca va a dejar de llover. Hoy, tampoco hay patio...

-A lo que otra sombra, responde-

-Sí, pero a ti han venido a verte esta mañana.

Pequeño mundo y viceversa.
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lunes, 14 de octubre de 2013

Nada por aquí... nada por allá...

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Hoy, al entrar al blog, se me ha ocurrido leer de nuevo la información que consta en el apartado de ‘datos 
personales', intereses, etc... mientras lo hacía, he tenido la sensación de estar leyendo un viejo periódico amarillento por el tiempo... Lo que al abrir este espacio tuvo un cierto sentido, como fue explicar su fin principal de entretenimiento para la autora, o sus gustos e intereses… ya no tiene objeto.

Después de cinco años, la mayoría de los que lo frecuentáis con mayor o menor asiduidad, sabéis bien del propósito de quien escribe o perpetra… esta especie de bitácora, y las nuevas incorporaciones, si las hubiere, no me cabe duda de que a poco que examinen mis textos, sabrán hacerse una idea del talante que lo impulsa sin demasiadas dificultades.

Debería también acometer la ardua tarea, de reformar los enlaces que frecuento y hacer que los mismos se renueven al tiempo que vuestras entradas van cambiando. Lo que me facilitaría bastante, tanto el leeros como el comentaros. Amén de alguna otra ‘cosilla’, como enlazar los textos con google+  o permitir los ‘me gusta’ del ínclito para algunos y denostado para otros… Facebook.

Al fin y a la postre, o estamos o no estamos, pero si lo hacemos, habrá que estar en ello con todas sus consecuencias. De lo que se podría hablar largo y tendido...

Así que, después de todo este tiempo con la misma interfaz, he decidido hacer algunos cambios en la misma. Comenzaré por suprimir el texto de los datos personales de la barra lateral, que ya ‘me duele’ sólo de verlo. Y poco a poco, de una forma segura, vaya a ser que la líe… que servidora no es Bill Gates precisamente… intentaré ir adecuando y renovando todo lo demás.

Sólo hay un par de cosas, que después de meditarlo detenidamente, he decidido que son ‘intouchables’, una es el fondo blanco de la página principal, por los motivos obvios, de quien cada día, ve menos que tres en un burro… y la otra, dado que aún manda mucho (menuda es!) en la propietaria de este espacio, es conservar el avatar de esa niña que os visita y contesta vuestros comentarios.


Pues eso. Y hasta siempre. 

sábado, 28 de septiembre de 2013

La magia de lo breve...

Imagen de la mirada de cristal
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La magia de lo breve, es tan solo el reflejo benévolo de lo imposible.
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Cuando descubre por primera vez la intensa mirada del espectador de unas cuantas butacas más allá, la sala de conciertos, a rebosar, ya está en penumbra y los músicos han dado su postrer ‘afine’. Los asientos vacíos entre ambos y la columna de su derecha, evidencian que ella es, sin ninguna duda, el objeto de su aparente curiosidad. Pero está tan lejos de su hábitat natural, que sabe con seguridad que probablemente la oscuridad y las gafas de miope que luce el mirón, provocan su confusión. Y pronto las notas del concierto de Mendelsshon y el virtuosismo del concertino, absorben su atención, haciendo que todo lo que no sea música pase a un segundo plano lejano. Está en uno de los -concert hall- europeos considerados una meca. No se escucha una tos, ni una respiración. Nada. La compenetración entre oyentes y ejecutantes es pluscuamperfecta, cada uno en su sitio, dando muestras de una gran profesionalidad. Sólo esa mirada que insiste, está fuera de lugar. Finalizando el Allegro, a punto de pasar al Andante, vuelve a sentirla con obviedad y decide enfrentarla en un –ya vale- que afortunadamente parece ser la solución.

En la pausa, el desconocido, muy educada y ceremoniosamente se atreve a abordarla para disculparse por su insistencia. Ella no habla su lengua pero ante sus evidentes excusas, murmura en inglés: ok, y un, lo siento, pero no hablo su idioma.
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Apoyándose en ese lenguaje internacional que es la mímica, da entender además, que no está interesada en nada que él pueda explicarle u ofrecerle, encogiéndose de hombros e iniciando la retirada. Pero él, no ceja, y cambia inmediatamente de idioma, para rogarle que espere unos segundos. La impaciente más arrogante que vive en ella, está a punto de hacer su aparición, cuando él  extrae rápidamente una fotografía de su billetera y se la muestra. Y ese otro lenguaje internacional, que sólo se habla con los ojos… hace también acto de presencia. Desde esa cartulina, un tanto ajada que le presenta ese extraño personaje, una desconocida que guarda un parecido más que notable con ella, le sonríe.

Al levantar la vista del retrato, desde su súbita mudez, enfrenta unos ojos arrasados de emoción que vuelven a pedirle disculpas. “Su” ya no tan 'extraño', más o menos repuesto, le hace saber que la foto es de su esposa, fallecida hace algo más de dos años. Que ese concierto de Mendelssohn, tuvo un gran significado para ambos y que cuando la ha visto en esa butaca tan cercana, ha creído ver algo más que visiones y le ha producido una gran inquietud. Que no cree que sea una casualidad, y que sabe que le parecerá raro lo que va proponerle… pero aceptará cualquier respuesta suya con agrado.

-Señora, si vd. fuese tan amable de sentarse en la butaca contigua a la mía, le quedaría eternamente agradecido.

Ahora es ella la que lo mira fascinada, colapsada por la situación, desbordada, procesando toda esa información a marchas forzadas. Suena el último aviso en el pasillo de acceso a los palcos, y la iluminación comienza a menguar de nuevo. Él murmura un dócil pero profundo, please! Madame… y le ofrece su mano que no soltará hasta que se enciendan de nuevo las luces.

Finalizado el concierto o el sortilegio… una breve charla de compromiso en el ambigú del precioso edificio neorrenacentista, mientras hacen ver que toman una copa. Lo justo, para sorprenderse con su nacionalidad, saber que ella parte al día siguiente hacia su país, darse sus nombres… Un cruce cortés y más que improbable de direcciones electrónicas y poco más. Apenas 15 minutos.

Quienes la esperan, atribuyen el brillo de su mirada y su aire distraído a la emoción generada por la música. Ella, asiente y guarda silencio. Hay vivencias que no tienen explicación. Hacerlo, no haría más que embarrarlas. Porque existen historias que pertenecen a otros mundos...

Esa madrugada, mientras la impía lluvia de un otoño avanzado lame los cristales de la ventana del arcaico y robusto edificio de un hotel, que aún respira socialismo por todos sus poros y los árboles se desnudan alegremente regalando el baile de sus hojas a algún otro insomne y a los pocos transeúntes de esa hora nona, ella piensa, que los días huyen veloces, a la contra… vaciando de horas y de vida nuestras manos… al tiempo que en su cabeza se desgranan de nuevo las notas del Concierto en e menor Op.64 de Mendelssohn-B. 
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Dedicado a un desconocido, llamado Vàclav.
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lunes, 9 de septiembre de 2013

Golden September

 Imágenes de la mirada de cristal
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Un verano encastillado en las fechas y el calor de mediodía, no retrasa el refresco crepuscular de un Septiembre que ya olisquea el cambio de estación en el aire húmedo de sus tardes y las carteras colegiales.

En el bosque de sus caminatas, los erizos de los castaños comienzan a abrirse, y en breve, sus frutos, harán compañía a las bellotas de encinas y robles que reposan en la pinaza del camino. También las primeras setas asoman aquí y allá... Tímidamente, árboles y entorno, inician su muda anual del verde al amarillo y al dorado rojizo de las vides despojadas de sus racimos. Por un momento, se transporta a entrañables recuerdos de la vendimia en la aldea de su infancia.

El pastor con el que conversa a menudo, la saca de su ensimismamiento. Esta tarde parece no tener tiempo de charleta. Sólo un breve saludo para advertirla e instarla a bajar rápido hacia el pueblo y evitar así  la niebla cerrada más propia de la próxima estación, que se acerca veloz, pero que termina por atraparla igualmente a medio camino.

Y a medida que el horizonte y la senda se desdibujan en la espesa bruma, la abducción profunda del bosque con sus presencias, aparecen para vaciarla de cualquier cosa que no pertenezca a ese ámbito mágico que siempre resulta de la naturaleza en soledad.
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martes, 20 de agosto de 2013

En subjuntivo...

                                               
                                                           Imagen de la Mirada de cristal
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""Somos parte del pasado, como lo somos del futuro. Hay un punto en el ser que se repite… quizás sólo seamos clones de un mismo yo y la cuestión esté solamente en tomar conciencia de ser eslabones de una cadena interminable… "

                                                              Luisa Arellano
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El mimbre de la desvencijada mecedora gruñe al menor movimiento, rescatándola de ese tiempo remoto al que la ha transportado la historia que aún reposa en su regazo. Por la ventana, se tamiza un sol oblicuo con la promesa de un bello crepúsculo. Siguiendo ese rastro, abandona la lectura para salir al exterior. Y al tiempo que la luz diurna se esconde tras la montaña, una luna grandota, que de pronto le parece una extraña,  asoma descarada tras una nube, bañando de luz su acogedora soledad y la noche incipiente.

Está como entre dos sueños… lo leído y lo vivido forman una singular amalgama de vivencias y recuerdos que se abren en su cabeza de muchas formas diferentes. Tiene la sensación de haber transitado por la penumbra de otras vidas que ya dejó atrás… Es como si de nuevo, algunos de esos viejos itinerarios posibles, descartados… se brindasen a ser recorridos de nuevo. Pero no.

Leer, es como revolver en otras vidas… que por uno de esos extraños ¿azares? de un supuesto destino, siempre nos lleva un poco o un mucho a la propia. Una terapia de observación incruenta, a la que nos sometemos de forma voluntaria, porque no es lo mismo indagar en nuestros sentimientos presentes o pasados… por comparación o paralelismo, que hacerlo en presente y primera persona.

Mientras oscurece, piensa que la vida… es aquí y ahora,  pero también , ese balbucir del subjuntivo… con sus dudas posibilidades y deseos, cumplidos o no… que nos acompañan y abandonan a lo largo del camino y sin los que nada... sería lo mismo.

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lunes, 29 de julio de 2013

A los que están y a los que se fueron...

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Del 2008 hasta aquí, cinco largos años han pasado por este blog. En ellos, muchos y diversos acontecimientos han sucedido en el mundo, en ‘La mirada de cristal’ e incluso a una servidora. Pero aunque a momentos haya sido… o sea… a trancas y barrancas, aquí seguimos todos.

De la actualidad que nos ha tocado vivir, con mayor o menor fortuna, he ido dando razón puntualmente en alguna entrada. Un repaso somero de las mismas, daría como resultado una visión personal  más bien triste o demasiado visceral, pero es que no son motivos lo que falta, para que nos hiervan las meninges de indignación, hasta de rabia. En todo caso, la situación actual, no da para mejorar ni siquiera un gramo mi natural escepticismo. De hecho, estoy segura, de que de alguna forma en estos últimos días, los malhadados sucesos ocurridos en mi querido terruño, nos mantienen a  todos,  un poco de luto.

Pero nunca ha sido este espacio, una bitácora dedicada a la actualidad política o social. Aquí, la mayor parte de las veces se ha tocado y se toca en otro ritmo. Una cadencia que ha sufrido el lógico desgaste de los años y también los vaivenes de las modas virtuales. Medios como Facebook o Twitter, de una inmediatez y cercanía mucho más palpables, han restado lo suyo a esta especie de cuadernos, quizás más profundos pero  a la vez mucho más distantes. De que el fenómeno blogger está a la baja, dan testimonio entre otros, mi modesto blogroll, lleno de cierres y abandonos… lo que ha ido repercutiendo poco a poco en un acusado descenso de comentarios. Y si a ello le sumo, que son muy pocas ya, las veces que visito nuevos lugares... el resultado es el que es. Pero aún así, me satisface comprobar que las escasas nuevas incorporaciones siguen siendo tan ‘de luxe’, como las más veteranas de este espacio.

Sobre esa disminución diré, que  habida cuenta de que  en su día decidí contestar a todos cuantos tuvieseis a bien regalarme vuestras palabras, por momentos, esa merma de apostillas, más que onerosa, ha representado una cierta liviandad en el tiempo dedicado a tal menester y me ha permitido contestaros ‘mejor y más rápido’ a los que aún me resistís.  Lo que no es óbice, para que siga echando de menos a muchos de cuantos han sido parte activa y habitual de La mirada de cristal. Tanto es así, que a la mayoría, a pesar de haber desaparecido de sus espacios tiempo ha, les sigo manteniendo entre mis enlaces. Y aunque algunos de esos ‘desaparecidos’ hayáis pasado a mi cotidianidad a través de otros medios más personales, incluyendo en ellos, la desvirtualización, no dejo de considerar una pérdida esas otras ausencias de los que volaron un día sin más.

Asimismo, quiero añadir, que escribir como pasatiempo o como necesidad vital, ambas cosas se integran y se confunden la una en la otra.  En mi caso, y estoy segura de que también  en el de muchos otros, representa una evidente y valiosa –construcción- de ese ‘yo’ que tantas veces nos negamos… ¿o nos es negado…? en la realidad ordinaria que nos concierne. Porque más allá de la calidad, la creación... y escribir está en esa categoría, nos sitúa en una zona ‘fuera de límites’ que nos ayuda, incluso obliga… a conocer y profundizar en nuestra auténtica naturaleza, reforzando y enriqueciendo nuestra libertad y autoestima para acceder a otras realidades posibles de nuestros itinerarios vitales. En todo caso, siempre, toda una revelación a la que vosotros no sois ajenos.

Por todo ello y mucho más, desde aquí, aprovecho este quinto aniversario, para daros de nuevo las gracias más sinceras,  absolutamente a todos por el regalo de vuestra presencia.

domingo, 14 de julio de 2013

Tiempo de cosecha

                                                      Imagen de La Mirada de cristal
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                                                                   A mi madre
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Siempre pensé que tu huella en mí, no iba más allá del rastro de una nube en un cielo de final de estío. Curioso, como en diferentes épocas, rozamos los mismos tiempos.

Y también ellas. Las cuatro, mónadas de fruta madura e indivisible, como  un hechizo de causalidad.

Sin embargo, nunca se dio la semejanza, ni siquiera la exterior. Somos… éramos… fuimos…  tan distintas...

Como no serlo, si todo un Océano de tiempo y geografía nos enajenó a la una de la otra. Y para cuando las aguas se abrieron, ya no era tiempo de comunión...

Pero en este tiempo de cosecha fuera de plazo, vuela el talismán tardío de tu generosidad, que recolectamos en este sereno viento de paz y  tolerancia que nos ampara al recordarte. Porque, eso, me lo enseñaste tú y tu difícil peripecia, más que ningún otro/a. Y vives en nosotras. Las cinco. Sí, en ella, también.

Y como a ti, me gusta leer, la soledad y casi cualquier música mientras me pierdo en lejanos sueños.

Hoy, me has sobresaltado cuando te he encontrado en esa foto.


Era yo.

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lunes, 1 de julio de 2013

De la luz...

                                                        Imagen de La mirada de cristal
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 -Domino, no me interesa tanto la verdad como lo que siento. Mis sentimientos cambiarán y quiero recordarlos como son ahora.
La Pasión (Jeanette Winterson)
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Y de pronto, sin importar en que forma, el ignoto velo del desconocimiento o la ficción, se desvanece… y los hechos nos son revelados tal cual son. Pero mucho más que la ambigua “verdad” o como esta nos llega, importa la íntima convicción de que la realidad es esa que acabamos de descubrir.

A veces, lo cambia todo, sin más. Pero en otras ocasiones no hace más que dar validez definitiva a un sentimiento latente e inclasificable al que no dimos pábulo en su momento. Como sea, cada nuevo pensamiento de ese presente, se refleja en nuestras acciones y posee los ecos y matices que nos habían sido vedados hasta entonces.

Y la luz, la nuestra, se hace.

domingo, 16 de junio de 2013

Las estrellas del camino




Imágenes de La Mirada de cristal
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        No puedes transitar el camino hasta haberte convertido tú mismo en la senda.
                                                           Buda                  
                                                         ________

Siempre he creído, y el tiempo se ha encargado de demostrármelo en muchas ocasiones, que hay acontecimientos, trances, lugares, entes, seres… que parece que nos escojan, mucho más que nosotros a ellos. Quizás por eso, me preguntaba en el vuelo de regreso de mi último viaje, si además de la vana e imperceptible huella de mi ‘paso’ por esos arcanos y bellísimos senderos, en que forma, ellos, habrían ‘pasado’ por mí, si es que lo habían hecho. No es que a estas alturas de itinerario vital, esperase volver distinta o transformada de ningún modo. Los que me conocéis, sin importar porque medio, sabéis que esta escéptica, por más que le gusten, cree y confía –poco- en ficciones o mitologías.

Pero “poco”… no es igual a nada.

Así que mientras me dormía entre nubes de algodón, decidí que a la espera de alguna más que improbable revelación de ese enigmático lenguaje, que Jung nombra como ‘sincronicidad’ y que a la mayoría nos sigue resultando hermético, si no es a posteriori, lo mejor, sería consultar las breves notas del cuaderno de bitácora de esa expedición, que comencé a preparar con esmero a finales del pasado año. Y aunque resulte de todo punto imposible resumir en unas pocas líneas, las sensaciones provocadas por las vivencias de esos días, éste, es el resultado.

Comenzaré por decir, que caminar durante horas bajo la nieve, la lluvia o el granizo, los más que menos veinte kilómetros en los que dividí mis etapas, como así ha sucedido, no supera la anécdota. Lo cierto, es que inclemencias aparte, día tras día a punto de finalizar la caminata de la jornada, una nostalgia inmediata de ese recorrido me invadía. Luego, en las conversaciones cercanas de mesón, supe que era una más de los que tenían ese sentimiento. Y es que, por raro que os pueda parecer a algunos, la meteorología adversa en según que naturalezas, no hace más que sumar belleza al entorno. Si a eso le añadimos, que me crié en esa climatología, es probable que el resultado tenga su lógica.

Lo que está claro, es que en los meses anteriores, mientras me preparaba en las sierras del lejano Mediterráneo, me ponía metas de tiempo y dificultad. Pero ahora, más allá de cualquier accidente meteorológico, de algún momentáneo cansancio u otros inconvenientes, de lo que se trataba, era de caminar en soledad, sin más objetivo que diluirme en el recreo de esos bosques mágicos y envolventes… una selva de exuberantes helechos, exquisitos campos floridos o espesos arbustos... custodiada por centenarios árboles, como gigantes guardianes del Camino. De detenerse sin prisa en la pequeña ermita, a charlar con el sorprendentemente joven y simpático italiano, hermano franciscano, que transitando el Camino encontró su destino. O en la aldea perdida, a acariciar al ‘can de palleiro’* que en su atávica sabiduría sabe bien donde escoger ese mimo que no halla en cercanías, y compartir con él, el almuerzo. Quedarme absorta en lo más profundo del bosque, escuchando el sortilegio de la sigilosa melodía del canto del cu-cu, que no hace sino resaltar el aparente sosiego de una enigmática naturaleza, que en realidad bulle de vida. O holgar en el silencio de una gozosa soledad escogida, tan difícil de hallar en la rutina cotidiana.

Y lo hice.

Creo que más que andar, he discurrido por bosques y días, un poco fuera del tiempo ordinario. Y sé, que los que los hayáis transitado por esos parajes en más o menos las mismas condiciones, me estáis entendiendo. Es como un tenue fluir, un deslizarse leve... que te impregna  del rumor de las mil aguas que los jalonan. Como rozar el alma de un país legendario de misteriosas e inextricables frondas, de suaves y aterciopelados musgos, de gigantescas piedras de 'milladoiro' invadidas por milenarios líquenes que esconden indescifrables mapas del tesoro… donde cuando te detienes a escuchar, se adivina el mágico contubernio de acuáticas ondinas, seráficas hadas, revoltosos trasgos o errantes ánimas de Santa Compaña, que en una extraña y esquiva primavera a punto de finalizar, han tenido a bien lucir y regalar sus mejores galas, que han brillado en un sin par verde-dorado, antiguo e inigualable, que te va ganando y transformando hasta convertirte en un elemento más de esa impenetrable y recóndita cosmogonía, que probablemente solo muestre su auténtico ‘ser’ a algunos escogidos.
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*Can de palleiro: raza de perro autóctona.



martes, 21 de mayo de 2013

Moisés...

                              http://www.ntca.org.au/our_association/2010agm_photocomp.html
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Hoy es siempre todavía...
(Antonio Machado)
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Desde el camino, el río se veía revuelto después de las últimas lluvias. No acostumbraba a pasar por allí en época de frío y además lo tenía prohibido. Pero ese día, el destino, en uno de sus vericuetos, le tenía preparada una buena sorpresa.

En un momento dado del trayecto, mientras jugaba a sortear charcos, con el estruendo del agua ya asumido por su oído, un sonido diferente, como un gemido… le hizo dirigir la vista hacia el agua de inmediato. Lo que vio, suspendió su respiración por unos segundos. Los gemidos provenían de un saco cerrado, que desde un poco más atrás de donde ella se hallaba, bajaba a toda velocidad dando tumbos de piedra en piedra en medio de la brutal corriente.

Sabía que sólo tenía una posibilidad y debía actuar rápido y de forma precisa. Corrió a lo que daba, hasta el único remanso de esa orilla, en el que quizás se podría acercar lo suficiente al bulto. Cuando entró en el agua, todo a su alrededor había desaparecido… su mundo se limitaba a ese fardo y a la rama en la que se sujetaba como podía… para no perder pie.

Aún no sabía nadar.

Como un milagro, debido a la fuerza del flujo ese día, el mismo torbellino que llenaba ese breve fragmento de ribera de hojas y ramas, escupió casi con violencia el saco, hacia donde ella se encontraba. Se apresuró en estirarlo y sacarlo tan rápido como sus exiguas fuerzas le permitieron. Una vez fuera, sus ateridas manos, no conseguían deshacer los apretados nudos, así que furiosa, rasgó con sus dientes la urdimbre. Helada, empapada y exhausta por el esfuerzo,  sólo sus lágrimas y su indignación ardían en sus mejillas cuando sacó a los cinco cachorros ahogados...
   
Tocar la desesperanza, es aún mucho más duro que descubrir la maldad. Por eso, cuando en un inútil gesto de desesperación, con un cuidado y respeto infinitos les abrazó, quizás esperando insuflarles vida… perdió por completo la noción del tiempo… hasta que un leve movimiento en su pecho, hizo que su corazón se disparase a la carrera. Al mirarles de nuevo,  la mirada vidriosa y aterradora de la muerte innecesaria e inexplicable, no se lo pareció tanto.

Sólo uno, pero se movía!!

Se calzó las katiuskas a toda prisa, lo envolvió en su jersey, la única prenda razonablemente seca y en un santiamén se presentó en casa. En el umbral de la puerta, y ante el estado en que ambos llegaban, su tía, evaluaba rápida la situación. Mientras les secaba a ambos al amor de la lumbre, escuchó atenta y en un ambiguo silencio sus atropelladas explicaciones. Al terminar, ella, la miraba de hito en hito, esperando sentencia.

A lo que muy seria, la mujer, respondió:
Ahora, me acercaré hasta el río a ver que se puede hacer por los demás… Tú, estás castigada por imprudente y desobediente hasta nuevo aviso. Y después de un largo suspiro, al fin sonrió y añadió señalando al cachorro:

Y a él, le llamaremos Moisés ¿no?

domingo, 12 de mayo de 2013

Regreso a Ítaca...

                                                Imagen original aquí:
                                   http://www.flickr.com/photos/fernando-/3283203850/sizes/l/
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 "Lo que vemos, no es lo que vemos, sino lo que somos."
Fernando Pessoa         
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Cuando despertó sola en el camarote, era de noche como solo lo es en alta mar y hasta sus oídos llegaba un inhabitual murmullo de conversación apagada. En otro momento se hubiese asustado o llorado, pero no en esa ocasión. Los niños, poseen una antena especial que acostumbra a detectar de inmediato los sucesos extraordinarios. Y era evidente que algo inusual estaba sucediendo. El rumor, provenía de la cubierta superior, donde se hallaba su camarote. Así que, se calzó rápido mientras trepaba a la litera superior que su hermana ya había abandonado sin avisarla para alcanzar así el ojo de buey desde el que divisó el exterior a la perfección e investigar. Después de casi un mes de viaje con las rutinas del barco completamente asumidas, le sorprendió ver la borda de proa atestada de gente a esa hora, pero aún no acertaba a comprender que sucedía… la mayoría, señalaban algo a lo lejos… ¿quizás habían vuelto los delfines que las habían acompañado durante días? Si era así, pensaba enfadarse  mucho con su hermana por no despertarla! Así que decidió salir en su busca y poner fin a aquel misterio.

En pleno verano, agradeció el relente fresco y húmedo de esa madrugada respirando hondo. En contraste con la tranquila placidez de otras noches, cuando se escondían en las escaleras del puente de mando, con el salón de baile a la vista, donde un mundo decimonónico de lujo y glamour, que estaba condenado a desaparecer para transformarse de forma veloz  e inexorable en clase media, daba sus últimos coletazos. La actividad ahí fuera, se adivinaba esa noche casi frenética. Los marineros baldeaban las cubiertas concentrados, despejando a conciencia puertas y pasarelas, de tumbonas, sillas, hamacas y todo tipo de menaje de exterior. Nadie parecía prestarle atención, así que siguió avanzando en busca de su hermana, a la que no tardó en divisar. Era la única, de los muy pocos niños de ese viaje, que estaba ahí, en primera fila… Como siempre, un paso por delante de todos los demás.

- ¿Dónde vas sin chaqueta?
- ¿Qué pasa?
Tomándola de la mano la avanzó a primera fila. Y también ella señaló el horizonte, musitando con cierto énfasis de entendida en la materia:
 - Mira, es España.

Y en medio de la bruma de ese amanecer, divisó una larga pero aún tímida hilera de luces que titilaban en la lejanía. La verdad, es que esa visión no le pareció prometedora en absoluto… y mucho menos al comprobar como a su alrededor, la gente, en su mayor parte emigrantes que retornaban o hacían una breve escapada, se abrazaban y estaban al borde las lágrimas. También su prima, que se hallaba entre los que regresarían a no tardar y que las acompañaba con su bebé, parecía emocionada.

Ellas, regresaban para quedarse, pero se hallaban todavía lejos de comprender en toda su magnitud, el alcance de ese hecho. El internado y su sensación de abandono, que terminaría por convertirlas a base de disciplina tantas veces absurda e incomprensible, en dos escépticas solitarias, curtidas y autosuficientes, era aún una huella desconocida en sus vidas, aunque estuviese tan solo a un paso de otoño. Su impresión, y quizás fuese esa la  primera vez que les sucedía,  se asemejaba mucho más a ese vacío en el estómago que dejan el final de unas vacaciones trepidantes y llenas de aventuras…  lejos de la rutina y la vigilancia estricta de adultos. No en vano, su provisional tutora,  a pesar de ser ya madre, no dejaba de ser poco  más que una adolescente, aunque en otra aventura muy diferente a la suya. Quizás por eso, les permitió la libertad rabiosa e indulgente  que sabía que pronto les iba a faltar. Fuese como fuese, ese, se convertiría en un periplo inolvidable e irrepetible…
   
Atrás, aunque para siempre en su memoria quedarían, desde la tormenta tropical que al inicio de esa travesía barrió las cubiertas de forma salvaje, descubriéndoles por vez primera, aún entre los vómitos del profundo mareo, la insólita belleza de una naturaleza bronca e indómita que ocasionó los desperfectos suficientes al buque, como para desviarlo y hacerlo recalar un par de días, que su prima supo convertir en exótica excursión indígena, en Jamaica, y que sirvió como contrapunto a la calma chicha en la que discurriría el resto del viaje en ese universo anodino y cerrado que resulta ser un barco de pasaje, donde todo acostumbra a estar previsto. Excepto ese afortunado e inquietante encuentro con los delfines que las acompañaron durante días y que tanto las hizo disfrutar con sus piruetas y sus voces a modo de cantos de sirena… y que noche tras noche mientras siguieron la misma ruta, penetraban para quedarse en el alma de todo aquel que las escuchaba. Maravilloso e imborrable patrimonio emocional. 

E imperecederas también esas noches, en las que la oscuridad profunda de altamar, sólo se desgarraba con las profusas fugaces de cola interminable, que se derramaban generosas en medio del alborozo de la chiquillería, que las coreaba durante los segundos que tardaban en desvanecerse… en ese otro abisal e insondable océano de estrellas en pasado. Uno, dos, tres… y que sobrepasando el diez, les arrancaba un arrebatado aplauso. Un mundo pródigo, pletórico de los sueños de una niñez corta y aún apenas contrariada… al que vete tú a saber qué o quién… ha tenido a bien regresarla esta madrugada. 




http://www.google.es/imgres?imgurl=https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiY0avaTu7hcWCpUHGrwrTE67Q0ANL_JFTc-4YuA-nqIAoLjECfkvCOpdaO7CgSshQkvXA45-0-OgBYaBUx3vWOYu9hjHxnmWUflzikhjJpT5q5ea1JrRzJlc63W-AxOqDZqmUvRm_Jfoga/s1600/estrella_fugaz.jpg&imgrefurl=http://losmundosdejairo.blogspot.com/2010/09/estrellas-fugaces-repaso-mis.html&h=654&w=1024&sz=57&tbnid=ljNqOLMX0AyeEM:&tbnh=87&tbnw=136&zoom=1&usg=__kkUT0ChRfavWc4LhRxdUnlRqQgw=&docid=KqOpAUh03UcXkM&sa=X&ei=7PmOUZKZGsHJhAeit4HoDw&ved=0CDQQ9QEwAQ&dur=2049

sábado, 27 de abril de 2013

El Camino de las Ocas

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                                         Imagen hallada en Internet de origen incierto
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                     "Que el camino salga a tu encuentro. Que el viento siempre esté detrás de ti 
                     y la lluvia caiga suave sobre tus campos.
                     Y hasta que nos volvamos a encontrar, que dios te sostenga suavemente
                      en la palma de su mano." (Bendición Celta)


Si el tiempo o la autoridad competente no lo impiden, falta poco más de un mes, para que la que suscribe,  inicie una pequeña (o gran… según como se mire…)  aventura, que consistirá en recorrer en solitario una parte del camino francés, de lo que se conoce popularmente como “Camino de Santiago o Camino de las Estrellas”. La intención es caminar por mi tierra, es decir, partiendo desde el Cebreiro, donde cuenta una vieja leyenda que se guarda el auténtico Grial.  Lo que está por ver, es si mi meca será la cristianizada tumba del apóstol o continuaré hasta Fisterra, final de un camino mucho más antiguo y esotérico, conocido por el nombre de ”Camino de las Ocas”. El Camino de Santiago, es en realidad una ‘reconversión’ interesada de este. Pero esa decisión dependerá, además del talante con el que llegue… de mi estado de cansancio e integridad física. O de esa poderosa y extraña fuerza, que dicen provee esa ruta.
Por sencillas razones de lógica práctica, como son domar el calzado, acostumbrarse al peso de la mochila o tener hábito de pisar todo tipo de terreno, llevo preparándome al  efecto, desde finales de 2012. Estos preparativos, ya son todo un inicio en si mismos, e incluyen además, como es natural, documentarme. Algo, que me está resultando especialmente grato.

Siempre se ha hablado del carácter iniciático y esotérico del Camino, y la verdad es, que cualquier investigación por somera que sea, desvela datos al respecto, como mínimo sorprendentes. Es tal, la avalancha de información sobre el mismo y de sus conexiones mágicas, que resultaría, además de inabarcable, absurdo, intentar en estas pocas líneas dar cuenta de todas esas referencias que a lo largo de los siglos lo han revestido de esa particular idiosincrasia. Pero sí que dejaré, para quien esté interesado en seguir investigando, unos breves apuntes. Quizás las averiguaciones le resulten tan placenteras como a esta enamorada de la simbología y geometría sagradas.

Se cree que ese antiguo camino que finaliza en tierras del Cabo de Touriñán, (donde hay un faro que debe verse con el mar embravecido, al menos una vez en la vida) es frecuentado por nuestra especie desde antes del Neolítico. Por lo visto, desde muy antiguo, existe como una ‘tirada telúrica' para caminar, por y  hacia, esas tierras del Oeste del continente. Una especie de fuerza geo-biológica, de la que constructores y canteros medievales tomaron buena nota, al construir sus templos y catedrales en esos mismos ancestrales lugares, que otras culturas mucho más antiguas, ya habían señalado  y escogido anteriormente como centros de poder. Por no hablar de la fortísima simbología, totalmente heterodoxa, que se muestra en paredes e imágenes de esas bellas construcciones. Todo un lenguaje mágico y revelador para  quien sabe descifrarlo o para el peregrino atento.

En todos esos templos y caminos, la señal más común y significativa, es siempre una pata de oca*, que se asemeja de forma considerable al tridente de Poseidón de todas las culturas atlantes. De hecho, antes de la existencia de mapas y sendas señaladas… dicen que los caminantes durante el día seguían la ruta de vuelo de las ocas y de noche a las estrellas.  Algunos historiadores relacionan ese signo también, con la cruz templaria, y hacen notar que la misma, está compuesta por dos patas de oca invertidas y cruzadas. Asimismo, esta misma orden se implicó durante largo tiempo, de lo que hay pruebas palpables a lo largo de todo ese recorrido, en la custodia y promoción de esa ruta sagrada. A ellos, entre -muchos- otros orígenes, se atribuye la creación… o quizás debería decir popularización y conservación… como una especie de alegoría, de ese camino para iniciados, del aparentemente inocente Juego de la Oca. Sobre el que a poco que investiguéis, podréis comprobar la gran relación que guarda con el Camino. Os aseguro, que esa enigmática y supuestamente anodina espiral de 63 casillas, 64 si contamos la de llegada… más que un juego… es toda una parábola en la que se puede identificar desde el camino o las estrellas, a la propia vida… pasando por una numerología simbólica y cosmológica más que sorprendente, por su exactitud.

En fin! quizás otro día, o a mi regreso, me vea con ánimos de daros de nuevo la lata con este tema que me apasiona. Mientras tanto, os dejo un vídeo que os recomiendo vivamente que visionéis. Además, explica mil veces mejor que yo, lo que intento transmitiros.


*La oca, es en muchas culturas antiguas, como la celta, la egipcia, la griega o la védica, un animal sagrado. Una especie de hierofante que nos muestra el camino a la divinidad.


domingo, 7 de abril de 2013

Espirales de tiempo

                                                             Imagen de la mirada de cristal
                                                              _______________________
estoy estando ahora
casi no sé más nada
como una vez estaban
otras cosas que fueron
como un cielo lejano
un mes 
una semana
un día de verano
que otros días del mundo
disiparon

Idea Vilariño.
_______________________
   


Y si volvemos a habitar en ese ángulo entre sueño y realidad, de nuevo ahí está todo. Surgiendo de su escondrijo de tiempo, donde parte de nuestra vida desaparece un día, suspendiendo no importa que historias.

O eso creemos.

Pero creer, es tan solo la vana espuma de una realidad equívoca, que nunca es la misma para nadie. Un estéril acto de fe, del que sólo sabe una parte de lo sucedido. Su versión.

O no… ¿quién podría saberlo después de esta espiral interminable?

Pero siempre nos quedará el silencio de aquella tarde pausada, en la que nos amparó la lluvia. Nuestras manos enlazadas y el sonido de nuestros pasos avanzando a destino, lejos de todas las miradas.


Nunca termina del todo lo que se recuerda.
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