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Antes de que el tiempo se acuñara en días
El mar, siempre el mar, ya estaba y era...
J.L.Borges
Los pies hundidos en la arena húmeda de esa playa
silenciosa, agradecen el roce de un sol tímido y temprano. Con el ánimo aún al
ralentí, la bajamar susurra en su mente la memoria de un tiempo asombroso. Un pretérito remoto, que se hace presente de manera
extrañamente límpida. Diáfana.
Ahí está,
comenzando el viaje. Una niña de ojos despiertos con la mirada clavada en el
horizonte de otra mañana deslumbrante. Ya conoce el mar y ha surcado el Océano…
pero ese, es el día de las presentaciones.
El azul de un barco
pintado en su cubo amarillo y una pala de mango de madera, se deslizan de sus
pequeñas manos a las suaves rompientes de
la marea baja…
Necesita toda su atención para asimilar la
belleza y el significado de la inmensidad…
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