Camina cuesta abajo, sin prisa, por una calle estrecha y luminosa de un barrio residencial muy característico, lejos del centro, en ese semi silencio típico de los lugares tranquilos. La ciudad vertical cede ahí el paso a chalets y alguna que otra casona señorial. Una brisa suave mezcla aromas de jazmín, salitre y hierba recién cortada.
Escucha sus propios pasos sobre la acera salpicada de flores de las buganvilias que el calor incipiente ya desnuda. En esa calle solitaria se respira una paz llena de vida, mucho más, que en cualquiera de las grandes Avenidas llenas de gente y de comercios de lujo.
Poco a poco, se abren paso los ruidos cotidianos de la ciudad despertándose de la siesta. El sonido característico de la persiana del kiosco al abrirse. Los pasos rápidos de una madre apresurada de camino al colegio. Algún coche. El rumor amortiguado y lejano del tráfico en una arteria cercana. El timbre de la bicicleta de los chavales la distrae un momento, pero la esquina engulle rápidamente sus risas y el silencio la envuelve de nuevo.
Alza la vista hacia un cielo sin nubes, como un espejo de un azul rabioso. Al bajarla por encima de las tapias de los jardines, distingue las copas de los árboles verdes y espesas. Ahítos los oídos de música firmada por el coro de gorriones y golondrinas del verano en ciernes. Un gato callejero, curtido en mil batallas, la observa inquieto desde la ventana de una torre abandonada invadida por la maleza.
La vida la rodea con su pálpito. Respira serena pero a pleno pulmón. Es agradable sentir como le mece el ánimo y el flequillo esa brisa templada, casi caliente, de ese final de primavera. Deja que se apropie de cada rincón de su piel y le entrega hasta el cerebro. El Nirvana debe ser algo parecido.
A punto de abandonar la adolescencia, es una de esas primeras veces en que sin explicación racional alguna, siente que comienza a controlar su vida. Esa sensación la hace sentirse especialmente bien dentro de su piel. Casi una hazaña a esa edad.
El mundo, tal como lo percibe en esos momentos, le parece un bocado fácil de digerir. Piensa que quizás hoy sucederá algo especial. No es así. No hay nada de especial en su vida, como en la mayoría de las vidas. Pero aún no lo sabe, ni le importa. Lo que quiere, es retener el bienestar profundo de esos momentos en su memoria a lo largo de los años. Ahora, con la perspectiva que da el paso del tiempo, da por supuesto que, aparte la benévola meteorología y la belleza exquisita del lugar, sólo se trató de un ataque de hormonas adolescentes en plena primavera.
Pero es un placer recordarlo en Noviembre.
joroba chica, que bien escribes!!, me ha encantado el relato, y con un final que parece un guiño, fantastico ;)
ResponderEliminarTe encontré por medio de un comentario tuyo en el blog de Matilde Selva y no veas lo que me alegra haber seguido el enlace.
ResponderEliminarNo pares de escribir, lo haces fenomenal. Enhorabuena.
Paseo por la magia de lo cotidiano. Paso a paso, párrafo a párrafo; disfrutando de cada detalle. Respirar y moldear un sentimiento pasado para hacerlo presente.
ResponderEliminarGracias por tu regalo.
Besos.
Me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa. YO creo que todas las vidas son especiales... si lo intentas. Si al final, los recuerdos más bellos que quedan son de pequeños momentos en lugares bellos con sensaciones de paz y alegría. He dicho.
ResponderEliminarHaces que escuchemos lo que oyes, olamos lo que hueles, notemos lo que notas, y eso querida, es dificil, contagias sentimientos. Precioso texto, gracias por entrar a mi casita y dejarme un rastro de miguitas hacia la tuya.
ResponderEliminarUn besito
Qué bonito Cristal, me he sentido igual que esa chica, hasta he notado la mirada del gato, el olor de las flores, el ruido lejano, la sensación de bienestar... qué bien narrado. Qué más da que su vida no sea especial, qué más da que no lo sea casi ninguna, lo es la historia, cada coma. Me encanta Cristal, me has hecho disfrutar en este frío noviembre.
ResponderEliminarUn abrazo.
Siempre quedarán para la memoria....
ResponderEliminarDoy fé de ello.....
Una canción, un árbol, un olor....
Algo se encarga el cerebro de relacionarlo......seguro........
Salu2sssss....
Me has transportado y he disfrutado con el viaje.
ResponderEliminarPrecioso!
Un abrazo.
Chuff!!
Ninguna vida NO es especial.
ResponderEliminarLeer estos recuerdos ha sido pasear al final de la primavera y sentirme especialmente bien dentro de mi piel (tambien a mi edad, que dista de la adolescencia...muchos años).
Jo, lo he saboreado lentamente... y me he quedado tan satisfecha que hoy no desayuno! :-)
ResponderEliminarEs un texto con vida propia!!!!
Cristal, melancolía en tiempos de siembra, de cuyo fruto aflorará de nuevo en primavera.
ResponderEliminarBesos de jazmín.
La descripción es tan bella y sugerente que despierta deseos en este lector de conocer el lugar que tan gratos recurdos te ha dejado. Saludos
ResponderEliminarMuchas gracias Duncan, sobretodo viniendo de ti. Un beso para ti y otro para MichelIV.
ResponderEliminarLuisa, bienvenida, a mi también me alegra que hayas seguido el enlace de matilde. Gracias y un beso.
Gracias a ti, por leerme Gabi. Si has disfrutado, ha valido la pena el post. Un beso y hasta siempre.
Gracias Némesis. Y sí, todos somos especiales, pero me refiero a que, al final, tenemos vivencias muy parecidas, verdad? Un beso grande.
Gracias Lala, si mi rastro de miguitas te ha traido hasta aquí, ha valido la pena el comentario. A eso me refiero cuando digo que no somos especiales, todos sentimos cosas similares ante los mismos estímulos. Un beso de bienvenida.
Gloria, sé que te has sentido así.
Te siento muy cercana. Un besazo.
€rik, la memoria, es nuestro notario particular de recuerdos.
ResponderEliminarVale la pena si nos hacen disfrutar.
Un placer verte por aquí. Un beso.
Querido Zen, yo creo que tú, como buen marino, tienes tu memoria plena de paisajes, y por eso te cuesta poquito transportarte. Un beso especial de Cristalxu.
¡Ya te digo Esperanza! a veces pienso que la recuerdo tan bien (la adolescencia) porque me dista muuuuuucho ya. Como los abuelos...jajaja! Un beso de bienvenida.
Gracias Mercedes. Pero desayuna vida, que se le ve la vida de otro color una vez lo has hecho, jeje!
Terry, que divino tu comentario. Besos también para tí.
Gracias Luis Antonio. Ese lugar de mi adolescencia es el Putxet en Barna. Sigue siendo precioso, a pesar de los especuladores. Vamos consiguiendo preservarlo a duras penas. Un beso.
Me ha hecho recordar un momento parecido hace muchísimos años; parecía como si hubiera algo especial en el aire, en la luz, en algo que crecía dentro hasta derramarse mientras caminaba hacia el mar una mañana de verano. Creí por años que eso era la felicidad; los neurobiólogos, prosaicos como pocos, lo explican como una sensación de euforia motivada por un exceso de dopamina; un mero desequilibrio químico. Mi pregunta es ¿porqué he tenido esa sensación menos de media docena de veces a lo largo de mi vida, y siempre coincidiendo con momentos placenteros?
ResponderEliminarHay armonías que pueden explicarse con pesos y medidas, pero en los distintos individuos, esto no es interpolable, y puestos en esa misma circunstancia, muchos otros, no hubieran sentido nada en especial.
Estos recuerdos hay que conservarlos como sea.
ResponderEliminarRealmente es un placer recordarlo y leerlo en noviembre
me ha encantado!
ResponderEliminarqué bonito!
que nunca perdamos los recuerdos!
un besoooo!
Maravilloso oler de nuevo el jazmín, saber que te elige un gato callejero, escuchar la sinfonía encantada de los pájaros, sentir que algo especial ha de suceder... Maravilloso tu relato, tan vivo, tan cercano...
ResponderEliminarAntón, todos tenemos esos recuerdos latentes, y cualquier cosa, una foto, un olor, una música... los despierta. Como dice Loriga, a la memoria le tiras un palo y te trae cualquier cosa...
ResponderEliminarUn abrazo.
Querido doctor, ,lo que vd. no sepa... conservarlos y si puede ser dsfrutarlos... lo malo, o lo no tan bueno es que hay recuerdos de todo tipo. Un beso!
Una vida, haremos lo posible para que sea así. ¿Sabes que en vez de poner una vida he puesto una "visa"! Soy distraida, pero contigo ya... Un beso!
Olvido, gracias! y bienvenida. Recordar lo bueno siempre es un placer...
precioso
ResponderEliminarTe puedo asegurar que nada mediocre me transporta. De hecho, lo leí en el metro, y
ResponderEliminarcuando se abrieron las puertas de mi parada creí estar soñando. No era en la estación donde estaba mi cabeza.
Lo leí cuatro veces seguidas, por lo menos. Es muy bueno.
Chuff!!
Gracias por leerme Princesa. Un beso grande.
ResponderEliminarQuerido Zen, muchísimas gracias! Cuando decidí abrir el blog, me daba un poco de "pudor" mostrar mis sentimientos y mis recuerdos. Gracias a tí, y otros como tú... ahora estoy disfrutando de ello.
Un beso especial de tu Cristalxu.
Cristal vuelvo para darte las gracias porque en serio que eres estupenda, también te siento cercana, mucho.
ResponderEliminarPor cierto, tienes muchísimo talento, no dudes con esto.
Un besazo.
Qué bonitos senderos parten de la Corte del Abad. De allá has venido hasta donde Creamos el Tiempo y aquí estoy, buceando en La mirada de cristal.
ResponderEliminarUna mirada que es límpida, transparente, llena de reminiscencias, de recogidos y de caminos y que también tiene la capacidad de despertar sentimientos encontrados en quién la acompaña.
Me encantó venir. Seguiré volviendo.
Un beso
Gracias de nuevo Gloria. Tanto que dudé antes de abrir el blog...
ResponderEliminarUn beso también para tí.
Gárgola, muchas gracias y bienvenida! No te imaginas lo que me llega a gustar el nombre de tu blog. Es literal. Realmente creamos el tiempo, no lo dudes.
Un beso.
Que lindo relato, Cristal. Me gusta eso de "una paz llena de vida", sólo tu mirada puede verlo así. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias Ana. Siempre un placer verte por aquí. Un besazo.
ResponderEliminarHummm...Me has hecho estar allí, y sentir todo ese ambiente, y escuchar las golondrinas y sentirme de repente FELIZ!! Y no creo que fueran las hormonas ¿o si?
ResponderEliminarLa magia de lo cotidiano es especial si lo sabemos mirar con ojos de niños, curiosos y asombrados.
ResponderEliminarConfirmo la opinión del resto de que escribes de maravilla, sabes transmitir y eso es esencial.
Besos
Brujita, con o sin hormonas, si te ha hecho sentir feliz, ha valido la pena el post. Un beso.
ResponderEliminarDentro de nosotros, sigue "caminando" el niño que fuimos. Es cuesión de darle alas a menudo. Gracias Matilde.
Buenísimo relato Cristal. Tiene mucho clima; tus imágenes lográn tocar alguna fibra que quizás todos tengamos por ahí, perdida entre rutinas y cuentas a pagar. Me ha gustado mucho. Besos!
ResponderEliminarGracias Florencia. Los sentimientos en la adolescencia son patrimonio emocional de casi todo el mundo, no importa el lugar.
ResponderEliminarBesos!
¡Qué bonito! Me ha encantado la entrada...
ResponderEliminar¿Puedo enlazarte?
Un abrazo.
Gracias Candi. Y enlázame cuando quieras, faltaría más!
ResponderEliminarSí puedes recordarlo siendo un placer, enhorabuena!
ResponderEliminarBesos!
Este escrito me ha traído en mente dos cosas.
ResponderEliminarLa voz de Serrat susurrando
"Especialmente en abril
se echa a la calle la vida.
Cicatrizan las heridas
y al corazón, como al sol,
se le alegra la mirada
y se abre paso entre las nubes.
Al paisaje se le suben
los colores a la cara.
Y apetece ir donde cubre
a nadar contra corriente.
En abril especialmente
(en Buenos Aires, octubre)".
Y es desde ahí de donde te escribo, Buenos Aires, en este noviembre primaveral y caprichoso palpitando un nuevo verano. Con mucho aroma a jazmines, como en tu relato.
Y estoy impresionada... ya que hoy actualicé mi blog, después de mucho tiempo, evocando los jazmines de mi patio. Casualidad?
Amé leerte. Gracias.
Paula.
Paula, no sé porque siento como si te conociera. Seguro que no será esta la última vez que nos leamos.
ResponderEliminarGracias y un beso de bienvenida.