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Diría que con sus excepciones, si hablamos de emociones, no son los cambios algo que se produzca de un día para otro. Pero a menudo hay hechos o acontecimientos puntuales, sean estos fortuitos o no, que los desencadenan. Como el inicio de un viaje que no por esperado… la vida lo es… resulta menos sorpresivo. En ellos, hay casi siempre factores inesperados, que deciden en muchas ocasiones, quizás la mayor parte de las veces… los cambios de rumbo de nuestros itinerarios vitales.
Son encrucijadas de las que sólo percibimos la parte visible del gran iceberg que probablemente son, ya que por el momento, permanecen encerradas en una misteriosa sincronicidad, que rechazamos o asumimos, pero que en todo caso siempre nos asombra… en función de lo permeables o herméticos que seamos a ese extraño e indescifrable lenguaje del universo.
Somos una asignatura en constante revisión, que en un Occidente irremediablemente empírico, no da cuartel a lo diferente, a lo que se escapa de “lo que dice el libro”… rechazando y poniendo en duda cualquier especulación de la intuición, a pesar del altísimo porcentaje de aciertos de esta. Toda una “mística heterodoxa” de nuestros tiempos, que ante nuestra evidente incapacidad de percepción, nos conduce a crear nuestra realidad “imaginándola”.